En su mensaje Pascual Francisco pidió por la paz de los países del mundo

En su mensaje pascual el Papa Francisco pidió por la paz en diferentes países de Oriente Medio y África azotados por el conflicto.

Durante la homilía de pascua del Papa Francisco oficiada en la plaza de San Pedro ante unas 60.000 personas el pontífice interrogó sobre las tragedias que han sucedido en el mundo, Francisco ha hablado de la abundancia del corazón y ha invitado a apostar por Cristo resucitado.

El papa ha afrontado el tema del contraste entre la Buena nueva de la resurrección de Cristo y las tragedias que la humanidad.

¿Qué dice la Iglesia ante tantas tragedias?, ha interrogado el papa, en respuesta Francisco aseveró que “simplemente esta es  la piedra rechazada la cual no ha sido descartada. Las pequeñas piedras que crecen y que se agarran, tienen un sentido y con este sentimiento, la Iglesia repite desde lo profundo de su corazón. “Cristo ha resucitado”.

Homilía del papa Francisco

Hoy, la iglesia repite, canta y grita: “Jesús ha resucitado”. ¿Cómo ha sido eso? Pedro, Juan, las mujeres han ido a la tumba, pero estaba vacía, Él no estaba.

Se fueron con el corazón lleno de tristeza, la tristeza de una derrota: el Maestro, su Maestro, aquel a quienes ellos amaban tanto ha sido ejecutado, y muerto. Y de la muerte, no se vuelve. He aquí la derrota, he aquí el camino de la derrota, el camino hacia la tumba.

Pero el ángel les dice: “No está aquí, ha resucitado.” Es el primer anuncio: “Ha resucitado.” Y después la confusión, el corazón cerrado, las apariciones.

Los discípulos permanecen encerrados todo el día en el Cenáculo, porque tenían miedo de que les pasara lo mismo que a Jesús.

Y la Iglesia no cesa de decir a nuestras derrotas, a nuestros corazones cerrados y llenos de miedo: “Detente, el Señor ha resucitado”.

Pero si el Señor ha resucitado, ¿cómo pueden suceder estas cosas:? Cómo puede haber tanta maldad, tantas enfermedades, tráfico de personas, de guerras, de destrucción, de mutilaciones, de venganzas, de odio? ¿Dónde está el Señor?

Ayer telefoneé a un joven con una grave enfermedad, un joven culto, un ingeniero. Y hablando para darle un signo de fe, le dije: ”No hay explicación para lo que te pasa. Mira a Jesús en la cruz: Dios ha hecho lo mismo con su Hijo, no hay otra explicación.” Y él me ha respondido: “Si, pero él le ha pedido a su Hijo, y el Hijo ha dicho sí. A mí, no me ha pedido si yo quería esto.”.  Esto nos trastorna, a ninguno de nosotros nos pide: Pero tú estás contento de lo que pasa en el mundo? Estás preparado para llevar esta cruz? ”Y la cruz continua y la fe en Jesús se desploma”.

Hoy, la Iglesia continúa diciendo: “Detente, Jesús ha resucitado” Y no es la imaginación, la resurrección de Cristo no es una fiesta llena de flores. Está bien, pero no es eso, es algo más.

Es el misterio de la piedra rechazada que termina por ser el fundamento de nuestra existencia. Cristo ha resucitado, esto es lo que significa. En esta cultura de rechazo, donde lo que no es útil es rechazado, esta piedra Jesús es rechazada y es fuente de vida. Nosotros también pequeñas piedras del suelo, sobre esta tierra de dolor, de tragedias, con la fe en Cristo resucitado, tenemos un sentido, en medio de tantas calamidades. El sentido de ver más allá, el sentido de decir. “Mirad, no hay muro, no hay horizonte, hay vida, hay alegría, está la cruz con esta ambivalencia. Mira hacia delante, no te cierres! Tú pequeña piedra, tú tienes un sentido en la vida, porque eres una piedra pequeña al lado de esta gran roca, esta piedra que ha sido rechazada por la maldad del pecado”.

¿Qué dice la Iglesia ante tantas tragedias? Simplemente esto: la piedra rechazada no ha sido descartada. Las pequeñas piedras que creen y que se agarran a esta piedra no son rechazadas, tienen un sentido, y con este sentimiento, la Iglesia repite desde el fondo de su corazón: “Cristo ha resucitado”.

Pensemos un poco, que cada uno de nosotros piense, en los problemas cotidianos, en las enfermedades que hemos vivido o que tengan alguno de nuestros padres. Pensemos en las guerras, en las tragedias humanas, y simplemente con voz humilde, sin flores, solos, delante de Dios, delante de nosotros mismos, digamos: “No sé cómo se puede hacer esto, pero estoy seguro que Cristo ha resucitado y apuesto por este”.

Hermanos y hermanas, esto es lo que os quería decir. Volved a vuestros lugares hoy, repitiendo en vuestro corazón: “Cristo ha resucitado”.


Redacción: Paz Estéreo