Preparación para el tiempo de Cuaresma

 

La Cuaresma inicia con el miércoles de ceniza, es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. En estos cuarenta días la Iglesia marca la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”

“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

 

En la homilía del 26 de enero el Papa Francisco indicó: “la Cuaresma de este Año Jubilar es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia”.

Por este motivo la invitación es para toda la comunidad a vivir este periodo de reconciliación y esperanza en la fe de la Iglesia católica. La Cuaresma es el período de 40 días que antecede a las celebraciones de la Pascua. Ya que la Pascua es la celebración principal y central del año litúrgico (más importante aún que la Navidad), la Cuaresma es el tiempo que sirve de preparación para la gran fiesta. La Cuaresma está totalmente orientada hacia la Pascua, en la cual culmina y a la luz de la cual se entiende.

Es un tiempo de conversión (palabra que entendemos mejor que “penitencia”): tiempo de volvernos a Dios abandonando el pecado y llegando a una plena reconciliación con Dios. Es, pues, un “tiempo favorable, día de salvación” (v. 2 Corintios 5,17—6,2) en que luchamos contra el pecado que queda en nuestra vida y nos encaminamos hacia una plena reconciliación con Dios, con la Iglesia, con la comunidad y con cada uno de nuestros hermanos. Pero ya desde el primer día de Cuaresma (Miércoles de Ceniza) resuena el llamado a la conversión en una de las fórmulas que puede usar el sacerdote al imponemos la ceniza: “Conviértete y cree en el Evangelio.”

Para este año el Papa Francisco pide a los fieles una atención especial por los más pobres a través de las obras de misericordia corporales. Ellos son la ‘carne de Cristo’ visible en su cuerpo “martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga… para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado”.

El Santo Padre agregó: “la Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia”.

(Redacción de Internet)