18 de julio: Día Internacional de Nelson Mandela

Foto: Vatican Media

Cada ser humano tiene la capacidad y la responsabilidad de forjar un mundo mejor, y el Día de Nelson Mandela, impulsado cada 18 de julio por la ONU, es una buena ocasión para emprender ese cambio, propiciando un futuro más justo para todas las naciones.

Por: Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano

Vatican News

El 18 de julio de cada año, día del nacimiento de Nelson Mandela, la ONU invita a las personas de todo el mundo a celebrar el Día Internacional en memoria del primer presidente negro sudafricano, líder de la lucha contra el apartheid y Premio Nobel de la Paz, fallecido en 2013.

Para ello, se organizan pequeñas iniciativas en varios países y comunidades, recordando que cada ser humano tiene la capacidad junto con la responsabilidad de forjar un mundo mejor, y el Día de Mandela es una buena ocasión para emprender ese cambio propiciando un futuro más justo para todas las naciones.

 Mandela, icono de la lucha contra el apartheid

Se trata además, de un personaje clave para poder entender la historia y la evolución de los derechos humanos. El sudafricano luchó con todas sus fuerzas contra el movimiento apartheid creado por la población afrikáner en su país, llegando incluso a estar en la cárcel en más de una ocasión.

En este contexto, resuenan todavía las palabras que pronunció tras la condena por alta traición que dictó contra él el Tribunal de Johannesburgo en abril de 1964 en el conocido como proceso Rivonia: “Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.

Hijo de un jefe tribal con grandes sueños

Originario del pueblo xhosa y perteneciente a la casa real tembu, el 18 de julio de 1918 nacía en Mvezo, El Cabo (Sudáfrica), Rolihlahla Mandela, que en lengua xhosa significa “revoltoso”. Hijo de un jefe tribal, Rolihlahla pasó su infancia en las zonas rurales de Sudáfrica hasta que a los siete años fue bautizado como Nelson Mandela para poder asistir a la escuela metodista. Al fallecer su padre, Nelson quedó al cuidado de un primo suyo, un regente de los Thembu llamado Jongintaba Dalindyebo. El joven Mandela escuchaba hablar a los líderes tribales y empezó a tomar conciencia del sentido de justicia y a abrazar la retórica antiimperialista.

​Pese a todo, no veía a los colonos europeos como opresores. A los dieciséis años, Mandela entró a formar parte del consejo tribal y tres años mas tarde ingresó en la Universidad de Fort Hare, una institución sólo para personas de raza negra, donde cursó estudios superiores.

27 años preso “sin perder su libertad”

Sus años de juventud no fueron nada fáciles. Su liderazgo y sus capacidades de diálogo con el pueblo eran más que evidentes. Sin embargo las circunstancias político-sociales de aquel entonces jugaban en su contra: Mandela pasó 27 años preso en diversas cárceles sudafricanas, 6 años en la prisión de Pollsmoor y 4 en la prisión de Victor Vester; en paupérrimas condiciones.

“Resuenan todavía las palabras que pronunció tras la condena por alta traición que dictó contra él el Tribunal de Johannesburgo en abril de 1964 en el conocido como proceso Rivonia: “Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir” ”

El Gobierno Sudafricano rechazó todas y cada una de las peticiones para que Mandela fuera puesto en libertad. A partir de entonces, se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba el sufrimiento y la falta de libertad de toda la población negra sudafricana.

El primer presidente negro en búsqueda de la paz

Pero su momento llegaría finalmente, en febrero de 1990, cuando Frederik de Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, cedió y abrió el camino para abolir la segregación racial. Legalizó el Congreso Nacional Africano y liberó a Mandela. En 1993, éste y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz y el 27 de abril de 1994 Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica.

“ Hijo de un jefe tribal, Rolihlahla pasó su infancia en las zonas rurales de Sudáfrica hasta que a los siete años fue bautizado como Nelson Mandela para poder asistir a la escuela metodista. Al fallecer su padre, Nelson quedó al cuidado de un primo suyo, un regente de los Thembu llamado Jongintaba Dalindyebo. El joven Mandela escuchaba hablar a los lideres tribales y empezó a tomar conciencia del sentido de justicia y a abrazar la retórica antiimperialista”

Tras sufrir una prolongada infección respiratoria, Madibacomo era conocido en señal de respeto, murió el 5 de diciembre de 2013 a la edad de 95 años. El 6 de diciembre, el entonces presidente de la República Sudafricana, Jacob Zuma, declaró diez días de luto nacional y anunció que el funeral se llevaría a cabo en el estadio Soccer City de Johannesburgo el día 10 del mismo mes, y contaría con la presencia de toda la comunidad internacional.

Años después de su fallecimiento, el legado de Nelson Mandela sigue vivo a través de su testimonio y de sus enseñanzas plasmadas en sus populares frases que hablan de libertad, de derechos humanos y de construir un futuro pacífico, como esta que hoy resuena más que nunca: “lo más fácil es romper y destruir. Los héroes son los que firman la paz y construyen”.


Tomado del portal Vatican News