“Necesitamos acabar el hambre en Colombia, no suplicando afuera sino produciendo alimentos. Volver a producir es lo que está consignado en el Plan Nacional de Desarrollo”, señaló el presidente Gustavo Petro, durante la presentación de esta carta de navegación para los cuatro años de su mandato.
Con este objetivo, el Gobierno tiene uno de los retos más importantes y es reducir la inseguridad alimentaria de los colombianos. Esta será una tarea dura, tal como lo advirtió ayer el director del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas para Colombia, Carlo Scaramella, al confirmar el informe sobre la situación del país sobre esta condición.
“En Colombia, el 30 % de la población se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria moderada y severa, es decir, 15,5 millones de personas no tienen acceso a alimentación adecuada y tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas, por lo que deben recurrir a estrategias de consumo insostenibles y enfrentar condiciones de escasez de alimentos, hambre y malnutrición”.
Así lo reveló Scaramella en el informe ejecutivo con los hallazgos y el análisis de la investigación y evaluación sobre la seguridad alimentaria para población colombiana, en 29 departamentos y 118 municipios de Colombia, en los que se analizaron tres dimensiones: consumo de alimentos, vulnerabilidad económica y estrategias de supervivencia.
Esa evaluación reitera la agudización del problema alimentario y del hambre en el país, tal como lo advirtió FIAN Colombia en el cuarto informe, titulado “Un país que se hunde en el hambre”, publicado en octubre de 2021.
Sobre el costo de los alimentos, el presidente de Raddar, Camilo Herrera Mora, dijo que cerca del 35 % del gasto de los hogares va destinado a comida.
“Si los precios de la comida suben, evidentemente el índice de precios al consumidor (IPC) sube mucho. O sea, si sube de precio alguna cosa que solo pesa el 5 % en el gasto se siente menos, pero si sube algo que pese 35 %, evidentemente los precios subirán mucho más”. Herrera explicó que mientras el ingreso de las personas sea más bajo, los alimentos pesarán más en el bolsillo.
“En ingresos bajos los alimentos pueden pesar un 45 %, mientras que en el medio cerca del 32 % y en ingresos altos solo el 15 % o 18 %”, indicó.
Situación severa
Según el informe del Programa Mundial de Alimentos, de los 15,5 millones de colombianos en inseguridad alimentaria, 2,1 millones están en una situación severa y 13,4 millones están en una situación moderada: “Los hogares colombianos que presentan inseguridad alimentaria severa tienen brechas extremas en el consumo de alimentos y agotamiento de opciones de medios de vida, mientras que los hogares en inseguridad alimentaria moderada no tienen un consumo adecuado de alimentos y tienen que adoptar estrategias de supervivencia, como vender sus bienes, para poder cubrir sus necesidades básicas”.
“Ambos grupos se ven obligados, con diferentes niveles de intensidad, a adoptar estrategias de supervivencia irreversibles que pueden causar daños a sí mismos y a sus comunidades”, alerta el informe, en el que también se afirma que “cerca de la mitad de la población colombiana está en una situación de seguridad alimentaria marginal, lo cual significa que su situación podría deteriorarse si no hay mejora en los factores coyunturales”.
Más allá de las mejoras en los factores coyunturales, Colombia necesita avanzar en respuestas concretas al problema alimentario.
Coyuntura
El Programa Mundial de Alimentación advierte que si no hay mejoras en los factores coyunturales no se podrá subsanar la situación. Estos son los efectos de la crisis en Ucrania, la inflación, los desastres naturales relacionados con el fenómeno de La Niña y el paso del huracán Julia en la región Caribe, que durante el mes de octubre del año pasado dejó 131 mil personas damnificadas por inundaciones; asimismo, la pandemia de covid-19, acompañada de las medidas de confinamiento adoptadas durante 2020, que paralizaron los sectores económicos, especialmente el informal, lo cual impactó con más rigor a las familias pobres del país, que aún no ven garantizado su derecho a una alimentación y nutrición adecuadas.
No obstante, más allá de trabajar en mejoras a los anteriores factores coyunturales, el actual gobierno necesita avanzar en adoptar políticas en materia alimentaria con enfoque de derechos humanos, en las que se priorice la participación de las personas titulares de derechos y se apoye la producción y consumo interno de alimentos verdaderos como contramedida a la importación de alimentos y a las falsas soluciones al hambre. Colombia debe avanzar en construir poder popular alimentario.
Por regiones
Los departamentos con prevalencia de la inseguridad alimentaria más alta se concentran en la Costa Caribe y las zonas periféricas: Córdoba (70 %), Sucre (63 %), Cesar (55 %), Bolívar (51 %) y La Guajira (50 %). Así mismo, en departamentos como Arauca (62 %), Putumayo (48 %), Chocó (45 %) y Norte de Santander (40 %).
Este informe muestra que la inseguridad alimentaria no es únicamente un fenómeno rural; incluso afirma que “aunque la prevalencia de inseguridad alimentaria (30 %) es igual entre zonas urbanas y rurales, en las áreas urbanas se encuentra el mayor número de personas afectadas”.
Las poblaciones étnicas, las víctimas del conflicto armado, las mujeres cabeza de hogar y aquellos donde la jefatura no tiene educación fueron las que reportaron padecer en mayor medida la inseguridad alimentaria.
De acuerdo con la investigación del Programa Mundial de Alimentos, “el 40 % de la población consume dos o menos comidas al día, más de la mitad de los hogares tuvo que reducir la porción de las comidas y el 67 % de los hogares tuvo que utilizar una estrategia para afrontar el hambre”.
Ante este crítico panorama, FIAN Colombia insta al presidente Gustavo Petro a que no se limite solo a que las personas “tengan una alimentación adecuada”, sino también a avanzar en la protección, generación o recuperación de los medios de vida que las personas, comunidades y pueblos requieren para alcanzar su Derecho Humano a la Alimentación y Nutrición Adecuadas y superar el hambre.
En el nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 se debe explicitar qué cambios normativos, políticas, acciones, indicadores, metas y presupuestos serán destinados para la garantía y la soberanía alimentaria de manera sustantiva y material, así como superar el enfoque de seguridad alimentaria.
Situación de migrantes
El Programa Mundial de Alimentos desarrolló, además, un estudio enfocado en migrantes. La Evaluación de Seguridad Alimentaria para Poblaciones Migrantes y Comunidades de Acogida muestra que en esos grupos existen altos niveles de inseguridad alimentaria en todos los departamentos del país.
Muchos de estos hogares siguen excluidos de la economía formal de Colombia y no tienen acceso a esquemas oficiales de protección social o servicios de salud. Su situación se vuelve más precaria debido a factores agravantes como la violencia, las crisis climáticas, las barreras socioeconómicas y el costo de los alimentos. Entre el 52 % y el 73 % de los migrantes se encuentran en inseguridad alimentaria, dependiendo de los grupos poblacionales (migrantes con vocación de permanencia, pendulares y en tránsito).
De los 2,5 millones de migrantes venezolanos en Colombia con vocación de permanencia, cerca de 1,3 millones (52 %) se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. Se encontraron altas tasas de inseguridad alimentaria entre migrantes en tránsito (73 %), migrantes pendulares (73 %), colombianos retornados (54 %) y comunidades de acogida (43 %).
Aproximadamente la mitad de los hogares tienen un consumo de alimentos insuficientes, la mayoría de los hogares encuestados consumen menos de tres comidas al día y al menos uno de cada cuatro hogares tiene una dieta pobre o limítrofe, lo que significa que dependen en gran medida de granos y cereales y tienen una diversidad dietética baja. Hay niveles preocupantes de desnutrición entre los grupos vulnerables. Al menos un tercio de las mujeres embarazadas están anémicas entre los migrantes y las comunidades de acogida y se encontró que entre el 3%-5% de los niños menores de cinco años sufren desnutrición aguda.
Fuente: El Nuevo Siglo