Por: Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
Vatican News
Algunas veces las palmas, la música y la decoración de los templos no nos permiten alcanzar a reconocer a Jesús en la celebración del Domingo de Ramos. Comparto con ustedes, amigos, algunas reflexiones aparecidas en el portal Pastoralsj.org. Desde la sencillez de los autores, pretender ayudar a profundizar en nuestra experiencia de fe.
Frutos de la Cuaresma
Cuaresma es un tiempo para dejarnos mirar por Dios, para descubrir la mirada en cada hermano y aprender nosotros a mirar como Dios mira… porque una mirada suya, bastará para convertirme y creer en el evangelio, en la Buena Noticia.
Imagina un cruce de caminos. Hay dos alternativas. Puedes elegir vida o muerte, pasión o tibieza, verdad o mentira, hondura o superficialidad. Todo eso está en juego en la Semana Santa. El relato de la Pasión es una inmensa encrucijada. Todos los personajes tendrán que tomar sus decisiones. Algunos aciertan, y otros se equivocan.
En su radicalidad y su grandeza, la Semana Santa es un reflejo de nuestras historias. En lo más especial, y en lo cotidiano. En las pequeñas y grandes decisiones que nos llevan a ser quien somos. Porque constantemente estamos eligiendo caminos, cómo usar el tiempo, qué palabras decir y cuáles callar, a quién dar cancha en la vida o no. Por eso, ojalá elijamos la vida.
El Señor entra en Jerusalén
El Señor no entra para juzgar, molestar o castigar. Al contrario: entra a Jerusalén, y a nuestro corazón, porque está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias para revelarnos su amor; para compartir con nosotros su vida, en medio de nuestros miedos y dudas. Para enseñarnos cómo amar a nuestra familia, a nuestros padres, a los hijos, a los amigos, a los enfermos, a los marginados y olvidados.
Tomado de portal Vatican News