A los 70 años, Benjamín Villegas lleva 46 como editor

Foto: Rodrigo Sepúlveda/EL TIEMPO

Entrevista al editor bogotano, cuya vida ha transcurrido cerca de los libros desde la niñez.

Por: Óscar Domínguez G.

EL TIEMPO

Para celebrar sus primeros setenta años de vida y 46 de editor, Benjamín Villegas Jiménez decidió devolver favores y subió a la nube la catarata de libros “peyorativamente llamados de lujo” que ha producido. Todo a un clic, y gratis.

Del Villegas caldense heredó la rectitud, espíritu de trabajo, disciplina y amor por este hermoso millón y pico de descuadernados kilómetros. Todo mezclado con gotas amargas de timidez y acelere. El estrés ha sido parte de su capital.

Su taita fue impresor y editor de Semana, al lado de Alberto Lleras. ¿Dónde más buscar el ADN de su oficio?

Del Jiménez sacó el inri de intelectual, sensibilidad por la música, la buena literatura, sentido del humor y capacidad para volver realidad las ideas que le llueven. Si de Selecciones le preguntaran por su personaje inolvidable, respondería al rompe que su madre.

Huérfano de padre a los 14 y de madre a los 20, tuvo claro que para no pasar de incógnito en la vida tenía que ser autosuficiente, independiente.

A los 14 entró al mundo laboral –emprendedor en la jerga actual– para buscarle la caída al billete. También a esa edad cometió poesía. Ahí no pasó nada. Tampoco pasó mayor cosa como periodista o arquitecto de los Andes, becado desde segundo año. Sus notas le dieron para becas en el exterior. Fullbright que espere.

La aventura de La Calle

En los Andes ejercía el árido oficio de nerd. Se curó de esta enfermedad cuando montó con su amigo Juan Escobar la aventura de La Calle, un creativo emporio de olores jipescos, situado a espaldas del Hilton, al lado del hígado del barrio de La Perseverancia. La experiencia de La Calle le abrió ventanas mentales, lo aterrizó, pero le dejó deudas como arroz. A rebuscarse. Lo esperaba el diseño, que fue la caída del caballo para Villegas Jiménez, el ‘Mono’ para su entorno.

A lo mejor encontró en La Calle la receta de la eterna creatividad que me contó en una vieja charla: no tener prejuicios, estar abierto a lo que sucede; las ideas están en el aire, pero no hay que dejarlas allá, hay que concretarlas.

Desde niño estuvo llamado al mundo de los libros. Una tía-abuela le enseñó a leer a los tres años. Descubrió que tenía más talento gráfico que literario. Y siguió ese camino. Fácil.

Como Dios a veces no es imparcial le deparó a Clara Lucía, la mujer de todas sus vidas, una artista “muy creativa y talentosa”. Sostiene Villegas. Y le encimó a sus vástagos María, Laura y Camilo, una trinidad que se las trae a la hora de ejercer sus destinos.

A la prole le sembró esta madrugadora y pragmática filosofía: se puede ser el mejor si uno hace lo que le da la gana en el campo en el que tiene algún talento, y lo hace con seriedad, honestidad y trabajo. A sus 70 de vida y 46 de parir libros, le coquetean las misteriosas pirámides de Egipto, la China eterna, los desiertos africanos que todavía no ha chuleado.

Al grano con Villegas

Enterado de su gesto de trepar a la nube sus libros, le planteé estos interrogantes. Villegas va al grano, nada de irse por las ramas:

¿Por qué decidió liberar sus libros? 

Tanto contenido valioso para Colombia no podía quedar restringido a libros de tirajes cortos.

¿Qué es un libro? 

Un pase a la felicidad.

¿Primer recuerdo que tiene de niño? 

En la biblioteca de mi abuelo materno mirando libros grandes.

¿De qué material están hechos los libreros? 

De perseverancia.

¿Quién lo metió en el camino del libro? 

Mi madre lectora.

¿Mejor consejo que ha oído? 

No dé nunca consejos.

¿Mejor consejo que ha dado?

El mismo.

¿Propósito que siempre se ha hecho y que no ha cumplido? 

Viajar a Egipto.

¿Cosas que se le han quedado entre el tintero? 

Mi propio libro.

¿De qué le gustaría morir?

Rápido.

¿Cree en el más allá?

Creo en el más acá.

¿Qué piensa del más acá? 

La vida es maravillosa.

Si cambiara de profesión, ¿cuál le gustaría ejercer? 

Ya es tarde para cambiar.

¿Mientras más conoce a los hombres (o a las mujeres) más quiere a su mascota?

No tengo mascota y quiero mucho a la gente.

¿Objetos que siempre lleva consigo?

Anteojos.

¿Le ha pasado algo que le cambió la vida?

Me invitaron a hacer una revista y aquí sigo en los libros sobre papel.

¿Está preparado para envejecer?

Nunca se está suficientemente preparado.

¿La virtud y el defecto que le gustaría tener? 

Talento musical y no ser tan ingenuo.

¿El fracaso más creativo que ha tenido?

La Calle.

¿Lo que más le gusta regalar? 

Libros.

¿Lo que detesta que le regalen?

Cosas de mal gusto.

¿Lo bueno, lo malo y lo feo de ser colombiano?

Hermoso país; insuficiente cultura; los malandros como paisanos.

¿Qué enseñanzas le dejó el periodo de La Calle, al lado del hígado del Hilton? 

Todo exceso trae su riesgo.

¿Qué día de la semana le gusta más?

El sábado: duermo hasta tarde, despierto en el campo y tengo tarde y noche para celebrar con mi mujer.

¿Con qué amigo o amiga de infancia le gustaría reencontrarse? 

Con varios que han muerto.

¿Libro que desearía haber escrito? 

Cien años de soledad.

¿Disfruta a cabalidad de lo que tiene? 

Sí.

¿Sigue a pie juntillas las sugerencias de su horóscopo? 

Nunca lo leo.

¿Es más lo que sabe o lo que desconoce de usted?

Lo que sé. Lo desconocido lo desconozco.

¿La habilidad manual que le gustaría tener? 

La de un buen pianista.

¿Persona que más admira? 

Muchos en muchos campos.

¿En quién le gustaría reencarnar?

En un buen escritor.

¿Se sometería al detector de mentiras? 

¿Por qué no?

¿De los años que tiene, cuál le ha gustado más? 

Este, porque sigo vivo.

¿Su plato favorito? 

Cochinillo, pato, guanábana, gambas.

¿Se sale fácilmente de casillas? 

Me salía.

¿De qué se arrepiente? 

De no haberme preparado económicamente para la vejez.

¿Primer libro que leyó? 

Los cuentos de los hermanos Grimm.

¿Libro que está leyendo?

La revolución en América de Álvaro Gómez Hurtado.

¿Quién le gustaría haber sido? 

Me siento bien con quien soy.

¿Qué es un amigo? 

Un buen cómplice para todo.

¿Persona que más ha influido en usted? 

María Jiménez Saravia, mi mamá.

¿Qué le gustaría olvidar?

Prefiero recordar.

¿Por qué desea que lo recuerden? 

Por buen colombiano.


Tomado del diario EL TIEMPO