Abstencionismo se podría reducir en las elecciones regionales

Una importante participación hubo en las elecciones presidenciales del 2022, que en la segunda vuelta fue del 58,17 %, la más alta desde el año 1998. Por ello, una de las grandes expectativas en los comicios territoriales de octubre es si se mantendrá ese impulso de los ciudadanos de acudir a las urnas o, en su defecto, volverá la abstención a sus acostumbrados niveles.

El censo para los comicios regionales, a corte de julio pasado, es de 39’920.500 personas (19’371.098 hombres y 20’549.402 mujeres).

La alta abstención ha sido uno de los grandes problemas de la democracia colombiana a lo largo del tiempo, pues en promedio se ha ubicado arriba del 50 % en las distintas elecciones nacionales y regionales.

A pesar de ello, en las elecciones territoriales (en las que se escogen gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles) los ciudadanos participan más que en las presidenciales y las parlamentarias.

Ello se explica porque en esta clase de comicios se elige a las autoridades y representantes que son más cercanos a la población, que están en el territorio y de los que la gente espera soluciones a las principales problemáticas.

En las elecciones regionales y locales del año 2019 acudieron a las urnas un total de 22’189.063 ciudadanos, de un potencial de votación de 36’581.160. Es decir, que la participación fue del 61 %, la más alta en esta clase de elecciones desde el 2003 (ver gráfico).

Qué se espera este año 

Si se mantiene la tendencia, en las elecciones regionales del 29 del mes próximo se espera una participación del al menos 63 %, es decir, que un poco más de 25 millones de ciudadanos depositen su voto.

Sin embargo, uno de los factores de que pueden conspirar para ello es la difícil situación de seguridad que se vive en varias regiones por cuenta de la acción de las guerrillas y los grupos criminales de alto impacto.

En días pasados, la Defensoría del Pueblo identificó que 399 municipios en el país se encuentran en riesgo extremo y alto de que ocurran hechos de violencia que afecten el proceso electoral que termina el próximo 29 de octubre, cuando se celebran los comicios regionales en todo el territorio nacional. 

Desde hace varias décadas las elecciones se desarrollan en Colombia en medio de la violencia; sin embargo, en 2015 este fenómeno se vio disminuido porque la guerrilla de las Farc estaba cerca de alcanzar un acuerdo de paz con el gobierno de Santos y en 2019, para cuando ya estaba desmovilizada.

Ello pudo repercutir en alguna forma para que en los comicios de esos años creciera la participación en las urnas, sin desconocer que de todas formas la violencia estuvo presente por parte de otras organizaciones, como el Clan del Golfo y las disidencias de las Farc.

Sin embargo, para las elecciones regionales de este año crece la preocupación por el incremento de la violencia en varias regiones, particularmente por parte de las disidencias. Gobernadores, alcaldes, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría y el mismo registrador Alexánder Vega han dado alertas y expresado temores de que los grupos armados puedan influir en la jornada del próximo 29 de octubre, no solo entorpeciendo el normal desarrollo de la jornada, sino incluso constriñendo el sentido del voto.

La Misión de Observación Electoral (MOE) indicó, en su sexto informe presentado en la Comisión Nacional para la Coordinación y Seguimiento de los Procesos Electorales, que de acuerdo con sus registros, “en los 10 primeros meses de las elecciones locales de 2023, entre el 29 de octubre de 2022 y el 29 de agosto de 2023, se han registrado un total de 288 hechos de violencia contra liderazgos políticos, lo cual es un 80 % más alto que para los primeros diez meses de las elecciones de 2019”.

Entonces está por verse si este clima influye en que muchos ciudadanos en zonas críticas como Cauca, Arauca, el Catatumbo, Nariño y Caquetá se abstengan por temor o prevención de votar en los comicios del mes próximo o, por el contrario, puede más el deber de ejercer este derecho y no permitir que los violentos dicten qué se puede hacer y qué no.

El ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, dijo que el Gobierno y diferentes autoridades trabajan para blindar las elecciones. “Más de 300 mil hombres (de la Fuerza Pública) están comprometidos en lo que es la seguridad del proceso electoral”, afirmó.

Segunda vuelta en Bogotá

En los comicios de este año se ‘estrenaría’ la segunda vuelta para elegir alcalde de la capital de la República, que se tendrá que hacer si el próximo 29 de octubre el ganador no alcanza el 40 % de la votación y le saca mínimo el 10 % de ventaja al segundo.

Las encuestas muestran que es poco probable que alguno de los  aspirantes al Palacio Liévano obtenga el 40 %, por lo que es muy grande la posibilidad de una segunda vuelta.

Esto podría incrementar la abstención en Bogotá el próximo 29 de octubre, porque muchos aplazarán su voto para la segunda vuelta, cuando se daría la decisión definitiva.

Un ejemplo de ello es lo que ocurrió en los comicios presidenciales del 2022: en la primera vuelta participaron 21’418.631 personas (54.92 %), mientras que en la segunda vuelta, a la que arribaron Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, votaron 22’687.910 (58.17 %).

La coyuntura política

El país vive una nueva experiencia al tener en la Presidencia a un primer gobierno de izquierda con Gustavo Petro, que al tiempo logró una importante representación en Senado y Cámara con el Pacto Histórico.

Al principio de este gobierno las fuerzas del petrismo vaticinaban que también triunfarían en las elecciones territoriales de este año; sin embargo, hoy se vive un momento distinto porque se aprecia un prematuro desgaste del Gobierno y de la imagen del presidente Petro por varias situaciones que no están bien, como la inseguridad en las regiones y urbana, algunos escándalos y porque todavía no se ven sus ejecutorias.

Entonces lo que algunos analistas creen es que las dificultades que tiene el Gobierno nacional podrían impulsar un voto anti-Petro de personas que no quieren que se traslade esa problemática a sus regiones y, por ende, crecería la participación en departamentos como Antioquia, Norte de Santander y el Eje Cafetero, entre otros.


Fuente: El Nuevo Siglo