Francisco dice que la Iglesia nunca más “encubrirá o subestimará” cualquier denuncia.
Por: Darío Menor Torres
El Tiempo
Los discursos del papa Francisco a los miembros de la curia romana con motivo de las fiestas navideñas se han convertido en una cita ineludible para saber cuál es su mayor preocupación.
En este momento es, sin duda, la crisis abierta por los casos de abusos sexuales a menores cometidos por religiosos y la nefasta solución de la jerarquía eclesiástica.
En la alocución que dirigió este viernes a los cardenales y superiores de los distintos organismos de la Santa Sede, Francisco afrontó de lleno este problema y se comprometió a que la Iglesia nunca más va a intentar “encubrir o subestimar” ningún caso de abuso. “Esto nunca debe volver a suceder”.
“Los escándalos por los abusos sexuales se lo están comiendo todo”, dijo José Casanova, profesor de Sociología de la Religión en la Universidad Georgetown y uno de los más prestigiosos estudiosos en la materia.
El experto relaciona este problema con el clericalismo que tantas veces ha denunciado Bergoglio. “La única solución es meter a las mujeres en el poder en la Iglesia”, dijo Casanova.
“No hablo del sacerdocio. Hagamos a las mujeres cardenales y que dirijan la Iglesia. Está claro que la cuestión no es el sacerdocio sino el poder, el clericalismo”.
Resulta llamativo que el propio Francisco relacionó la pederastia con la “corrupción espiritual” de quienes “traicionan su vocación” para “apuñalar a sus hermanos y sembrar la discordia, la división y el desconcierto”.
Las palabras que el pontífice dirigió a los pederastas están llamadas a ser recordadas en este pontificado.
Les afeó primero su falta de autenticidad porque detrás de “su gran amabilidad, su labor impecable y su rostro angelical ocultan a un lobo atroz listo para devorar a las almas inocentes”.
Les dejó luego claro que la Iglesia no se va a cansar de hacer “todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes”. Y, finalmente, les instó a que “se conviertan, se entreguen a la justicia humana y se preparen para la justicia divina”. Conseguirán así poner fin a unos “pecados y delitos” que son todavía “más oscuros” cuando los cometen personas consagradas, debido a la “infidelidad, vergüenza y deformación” que generan en el “rostro de la Iglesia”, cuya credibilidad socavan.
El vocero vaticano, Greg Burke, explicó que la andanada del Papa contra la pederastia eclesial supone “una preparación” de cara a la conferencia del próximo mes de febrero, en la que los presidentes de los episcopados de todo el mundo debatirán sobre cómo proteger a los menores de edad dentro de la Iglesia.
En esa cita “se buscará transformar los errores cometidos en otras oportunidades para erradicar este flagelo no solo del cuerpo de la Iglesia, sino también de la sociedad”.
Esta misma semana, los organizadores de la conferencia pidieron a los presidentes de las conferencias episcopales que se reúnan con víctimas de abusos en sus propios países. Les dijeron que “urgen” esas entrevistas personales para “aprender de primera mano el sufrimiento que han soportado”.
Burke destacó que la petición a los participantes en la cumbre a reunirse con supervivientes de abusos supone “un modo concreto de poner a las víctimas en el primer lugar y de darse cuenta del horror que han vivido”.
El encuentro de febrero, según el vocero, estará enfocado en tres temas: responsabilidad, asunción de responsabilidades y transparencia.
Llama la atención que el pontífice se haya olvidado de designar en el comité a algún experto en la materia con idioma español, pues es de América Latina de donde provienen hoy la mayor parte de las denuncias sobre abusos sexuales que llegan a Roma. Tras el estallido del problema en EE. UU., Irlanda, Alemania y Australia, ahora le toca el turno a naciones como Chile, cuyo episcopado ha tapado estos casos durante décadas.
Llama la atención que Bergoglio incluyó en su discurso un reconocimiento a los periodistas que han destapado casos de abusos sexuales y a los que, en ocasiones, se les critica desde las instancias eclesiales. Agradeció “sinceramente” su trabajo y pidió que la Iglesia “no guarde silencio” ante los episodios de pederastia, porque “el mayor escándalo en esta materia es encubrir la verdad”.
Tomado del portal de noticias de diario El Tiempo