Acevedo, el negacionista del conflicto que dirigirá Memoria Histórica

Foto: Agencias de Noticias UN

El historiador ha sido cuestionado por negar el conflicto armado.

No obstante la lluvia de críticas que surgieron en torno al historiador Rubén Darío Acevedo Carmona, candidato a dirigir el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), por no reconocer que en Colombia hubo un conflicto armado, el presidente Iván Duque firmó este martes el decreto que confirma su nombramiento en la entidad, encargada de investigar y documentar el conflicto armado para que no haya olvido ni repetición.

Acevedo, doctor en Historia y profesor emérito de la Universidad Nacional, sede Medellín, fue muy cuestionado por sus opiniones, expresadas especialmente en Twitter, por lo que se le señaló de ser un ‘negacionista’ del conflicto armado en el país.

Jaime Fajardo Landaeta, exconstituyente de 1991 y asesor en temas de paz, comentó que si la estrategia del Centro de Memoria es construir la memoria histórica del conflicto, es muy inconveniente “llevar a una persona que no cree que haya habido un conflicto ni una guerra de más de 50 años para que dirija la construcción de aspectos fundamentales para la verdad y la garantía de no repetición”.

Sin embargo, Alfredo Rangel, exsenador del Centro Democrático, experto en temas de seguridad y quien además sonó en su momento para dirigir el CNMH, consideró que el nombramiento de Acevedo es muy acertado “porque recae en un académico con una larga trayectoria y reconocimiento”. Dijo que “ha sido un estudioso profundo del fenómeno de la violencia en Colombia”.

La más polémica más reciente en torno a Acevedo tiene que ver con la denuncia de un colega suyo, el profesor Gabriel Cabrera Becerra, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. En una carta fechada el 25 de mayo del 2017, Cabrera renunció a ser director del programa de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas (FCHE) debido al trámite que Acevedo, como vicedecano académico, les dio a sus inconformidades con dos cursos.

De acuerdo con la carta, que conoció este medio, Acevedo atentó contra la libertad de cátedra en dos ocasiones. Hace hincapié en que el profesor que actualmente es candidato a dirigir la entidad que investiga la memoria histórica del conflicto cuestionó el “objeto y enfoque” de un curso nuevo llamado ‘Fascismo y Modernidad’, propuesto por el profesor Alberto Castrillón, quien antes había sido decano de la misma facultad y a quien sus colegas reconocen como un profesional de larga trayectoria.

La intención de Acevedo de “vetar” dicho curso fue derrotada en votación en el Comité Asesor del Pregrado de Historia, ante lo cual el entonces vicedecano decidió acudir al Consejo de Facultad, el cual se citó de forma extraordinaria. Allí, se decidió “reprogramar” el curso, “sujeto a la ampliación de la justificación del programa, los objetivos y la bibliografía” del mismo.

Señala la carta que esta situación ya se había presentado cuando Acevedo había hecho algo similar con un curso sobre el pensamiento del filósofo alemán Karl Marx, según Cabrera, “por discrepar ideológicamente de sus contenidos”.

“Cuando los hechos comprometen los valores y principios que dictan mi proceder en mi labor profesional es imposible ser partícipe de un grupo de trabajo que apoya decisiones que van en contra de valores fundamentales de la vida universitaria”, concluyó el profesor Cabrera en su misiva dirigida al entonces decano, Yobenj Aucardo Chicangana.

Más recientemente, el profesor Cabrera hizo parte de un grupo de 78 estudiantes, docentes y egresados de la FCHE, así como de organizaciones de la comunidad universitaria, en el cual rechazan el nombramiento de Acevedo por parte del Gobierno Nacional, por considerar que su designación “pone en peligro la multiplicidad de voces que busca integrar la memoria del conflicto armado, pues su gestión sería contradictoria con los fines misionales de la institución”.

Esta polémica en torno al profesor Acevedo se suma a las críticas previas que había recibido por considerarlo un “negacionista” del conflicto armado colombiano. Además, su nombre fue el tercero que el Gobierno consideró para dirigir el Centro de Memoria Histórica. En poco más de seis meses de gobierno, el presidente Iván Duque no pudo nombrar director del CNMH y dos de sus fichas se cayeron: Mario Javier Pacheco y Vicente Torrijos.

Pacheco fue una de las primeras opciones que se contemplaron. No obstante, no alcanzó siquiera a estar en la lista oficial de candidatos, pues fue criticado por columnas que escribió en contra del trabajo del organismo. Torrijos, por su parte, se cayó dos semanas después de haber sido nombrado en el cargo: falta de veracidad en su hoja de vida y señalamientos de tener un sesgo ideológico, las razones de su salida.

La negación

Por sus opiniones, sobre todo algunas que ha registrado en su perfil de la red social Twitter, a Acevedo se le señala de ser un negacionista del conflicto armado en Colombia.

Organizaciones sociales y de víctimas, por ejemplo, hicieron pública una carta en la que rechazaban su posible nombramiento, pues lo consideran una persona “que no cumple con criterios de imparcialidad” y que “no ha mostrado objetividad”.

Las posiciones contra este doctor en Historia y profesor emérito de la Universidad Nacional han vuelto a poner de moda el negacionismo del conflicto, pero ¿en qué consiste este pensamiento y por qué se da?

Camilo Echandía, economista, profesor emérito de la Universidad Externado y experto en conflicto armado y violencia, comentó que negar el conflicto es una conducta de “miopía histórica inadmisible”.

“No es un asunto de ideología política, es reconocer la historia del país, una historia que incluso se ha hablado y trabajo a nivel internacional”, agregó.

Echandía comentó que los negacionistas “creen que lo que ha vivido el país es una amenaza terrorista y, en ese contexto, desconocen el estatus político de los protagonistas del conflicto”.

Camilo González Posso, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), aseveró que reducir el conflicto y hablar solo de una amenaza terrorista “es dejar fuera de toda responsabilidad al Estado y a quienes manejan el poder, como si solo un agente externo actuara”.

“El negacionismo es una ideología de conveniencia política y estratégica. Lo que tratan de decir es que la sociedad no está enferma, sino que hay un ‘virus’, agentes externos que amenazan”, sostuvo.

El experto añadió que en Colombia esta corriente fue muy promovida en la primera década de los años 2000 y acogida, principalmente, por los sectores más neoconservadores.

Jaime Fajardo Landaeta, quien participó en la Constituyente de 1991 y es consultor en temas de paz, dijo que el negacionismo es una posición que ha alimentado la venganza y el odio.

“Lo que consideran quienes niegan el conflicto es que hay que actuar con mano dura, no reconocen la paz y la convivencia y creen que todo se logra por la vía armada”, señaló.

Otras características de este pensamiento, resaltó Fajardo, es que no se reconocen los problemas estructurales que vive el país y no se da valor a mayores mecanismos democráticos. Asimismo, se refirió directamente a Acevedo.

“Es una persona muy preparada y estudiada, pero él cree es en una amenaza terrorista y quien llegue al CNMH debe ser una persona conocedora del conflicto, que lo entienda, lo asimile y vea la necesidad de construir garantías de no repetición“, subrayó.

La defensa

Antes de que se conociera su nombramiento, Acevedo, en charla con EL TIEMPO, habló  sobre sus polémicas posiciones frente al conflicto armado.

¿Usted es niega el conflicto armado en Colombia?

Las nociones de ‘negacionismo’ y ‘revisionismo histórico’ fueron acuñadas por corrientes muy numerosas y prestigiosas de historiadores europeos y por los legisladores de varios países de ese continente para referirse a interpretaciones supuestamente académicas y de grupos políticas de extrema derecha que sostenían que el holocausto judío era una mentira de los vencedores de la II Guerra Mundial. Lo que se debe tener en cuenta es que Occidente construyó un consenso muy profundo y prácticamente irrebatible sobre la responsabilidad del nazismo y del régimen hitleriano en el asesinato y exterminio de más de seis millones de judíos. Tan fuerte fue el consenso que en Austria, Inglaterra y otros países se castiga con cárcel a los que son llamados ‘negacionistas’.

Pienso que es algo muy diferente al caso colombiano, pues entre nosotros no existe un gran consenso. La ley 1448 reconoce la existencia de un ‘conflicto armado’, pero advierte contra las verdades oficiales, que son más bien propias de regímenes dictatoriales. En ningún caso tiene sentido que se eleve a la categoría de dogma la percepción que cada quien tenga al respecto.

Para tranquilidad de las víctimas quiero aclarar que, por filosofía, por estipulaciones de la función pública y por experiencia en mi vida académica, no mezclaré ni afectaré la recolección de sus memorias con mis opiniones personales. Como alto funcionario del Estado habré de respetar y de garantizar la inviolabilidad de los testimonios, se traten de víctimas de los grupos paramilitares, de los grupos guerrilleros o de agentes del Estado que hayan abusado de la autoridad.

Entonces, ¿cuál es su opinión respecto al conflicto armado que se ha registrado en el país?

La interpretación académica, es decir, la que es fruto de investigaciones teóricas y de campo y que es contrastada y evaluada por pares en el mundo de las ciencias sociales y humanas, arroja una producción plural, diversa y contradictoria. No hay unanimidad, no hay una versión que se imponga, como ha ocurrido en otras latitudes, como por ejemplo Sudáfrica, la Alemania nazi, dictadura estalinista. Como historiador he explicado y sustentado mi punto de vista al respecto en varios ensayos y libros. Pienso que ciertas fuerzas políticas comunistas y de izquierda intentaron adelantar una guerra revolucionaria en Colombia, pero fracasaron en su propósito de involucrar a amplios sectores de la población y dividirla en dos bandos claramente delimitados. Lo que he sostenido recientemente, y en esto me atengo al parágrafo del artículo 143 de la Ley 1448 de víctimas, es que “en ningún caso las instituciones del Estado podrán impulsar o promover ejercicios orientados a la construcción de una historia o verdad oficial…”.

¿Y qué opina de la Justicia Especial para la Paz (JEP)?

Mis posturas frente a la JEP y otras instituciones creadas en el marco del Acuerdo de Paz del año 2016 las he formulado en el ejercicio del derecho constitucional, que como ciudadano uno goza a la libre expresión y al libre pensamiento, y nada tienen que ver con las funciones del director del CNMH. Creo que el Centro está obligado a interactuar con esas y otras instituciones que se mencionan en la Ley 1448, como el Archivo General de la Nación, el Museo Nacional, agregaría a Colciencias, entre otras.

¿Cuáles serían sus principales aportes al CNMH?

Mi principal fortaleza para desempeñar el cargo de director del CNMH es tener formación de historiador en los tres niveles: ser especialista en la historia política contemporánea del país, tener amplia experiencia en investigaciones y publicaciones por más de 30 años. Eso me permite entender el tipo de responsabilidades que voy a asumir y, en particular, entender que la recolección organizada y técnica de los relatos de las víctimas de la violencia política desde 1985 es una tarea muy útil para contribuir al esfuerzo de los investigadores en ciencias humanas y sociales por esclarecer los grandes conflictos recientes del país.

¿En qué cree usted que hay que fortalecer el trabajo del CNMH?

Estoy analizando el trabajo adelantado por mi colega, el doctor Gonzalo Sánchez, para formarme una idea más clara sobre todos los frentes de trabajo, los proyectos en marcha, los retos y planes a futuro, en suma, acercarme al estado del arte. A partir de ello entraría a definir qué cambios habría que realizar, qué aspectos fortalecer y qué énfasis o nuevos desarrollos proponer e impulsar. La filosofía con la que fue creado el CNMH está definida en la Ley 1448 y los decretos del gobierno 4941 y 4803 de 2011, que reglamentan su estructura y funciones y a esas disposiciones me debo atener.


Tomado del portal del diario El Tiempo