Un documental revisa la atormentada vida del músico, «un genio incomprendido»
Por: Rosalía Sánchez
ABC
La mayor parte del documental cinematográfico sobre Anton Brückner, que el cineasta alemán Reiner E. Moritz acaba de estrenar en salas de Berlín, no trascurre en Viena, sino en San Florian, donde pasó su infancia y primera juventud y a dónde regresaban sus pensamientos cada vez que la crítica o los directores despreciaban sus composiciones. Gracias a la colaboración de la Filarmónica de Múnich bajo la batuta de Valery Gergiev, grabada también en San Florian, el documental se adentra en el cosmos de las sinfonías y adquiere su propio ritmo coherente, que no se pega al músico, sino que observa desde una distancia soberana tratando de explicar, esta es su gran aportación, las consecuencias que las aceradas críticas de su obra tuvieron sobre la psicología de Brückner, que aparece como «incomprendido» por los músicos de su tiempo.
Sus lados más oscuros, estancamientos eróticos y obsesiones musicales solo se tocan discretamente y siempre limitándose a su participación en la cosmología sonora. Pero sí se abunda en la frustración de un músico que deseaba fervientemente gustar y que sentía, sin embargo, un rechazo que asimilaba a su trabajo. Ya al final de su carrera, preparando el estreno de su Octava Sinfonía, el director de orquesta Hermann Levi le devolvió la partitura con numerosas correcciones y reproches a pie de página. Brückner, derrotado anímicamente, no solamente realizó las correcciones solicitadas y estrenó esa segunda versión dirigida por Hans Richter en Viena, en 1892, sino que además comenzó una revisión exhaustiva de otras sinfonías anteriores con las que ya no podía estar satisfecho. Nunca estuvo seguro de si era un genio o un maestro de escuela aficionado a la música, como se empeñaban en tratarlo.
Reiner E. Moritz, con una suculenta lista de documentales culturales a sus espaldas, recrea en ese retrato detallado y enigmático la esencia romántica de una obra subestimada en su día y que cuya influencia en la música clásica y religiosa solo fue reconocida a lo largo del siglo XX. Bajo el título «Anton Bruckner - El genio incomprendido» y con entrevistas a críticos actuales, como Cornelius Obonya, recrea además el papel de expertos que juzgaron a Brückner en vida, como Eduard Hanslick, logrando explicar cómo aquellos conceptos musicales sólidos y completamente nuevos solo podían ser entendidos gradualmente.
Brückner siempre compuso basándose en la acústica del monasterio de San Florian y fue enterrado bajo su órgano. En este escenario, declaraciones de musicólogos, directores de coro y de orquesta iluminan ahora su carrera y relativizan al final del documental aquella frustración, recordando el «espíritu empresarial» del compositor e identificando las críticas feroces como fruto del «espíritu de aquel tiempo».
Tomado del portal español ABC