Card. Marx: transparencia es decisiva para credibilidad de la Iglesia

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El informe del arzobispo de Munich y Freising se centró en los procedimientos administrativos que deben ser acordes con la misión de la Iglesia y responder a criterios de transparencia y rastreabilidad; de lo contrario, se generan abusos de poder que también pueden conducir a abusos sexuales

Por: Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano

Vatican News

“El abuso sexual de niños y jóvenes se debe, en gran medida, al abuso de poder en el ámbito de la administración. En este sentido, la administración no ha ayudado a cumplir la misión de la Iglesia, sino que, por el contrario, la ha oscurecido, la ha desacreditado y la ha hecho imposible”. Es uno de los pasajes centrales de la relación del cardenal Reinhard Marx, arzobispo metropolita de Múnich y  Frisinga y presidente de la Conferencia Episcopal alemana. En intervención durante el Encuentro sobre “La protección de los menores en la Iglesia” en curso en el Vaticano, ha centrado su informe sobre el tema “Transparencia como comunidad de creyentes”.

El silencio impuesto a las víctimas

En su relación, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana recuerda que el drama de los abusos se agregan otras lacerantes heridas: “Los archivos que podrían documentar los hechos terribles e indicar los nombres de los responsables han sido destruidos o ni siquiera se han creado. En vez de los culpables, fueron amonestadas las víctimas y se les impuso el silencio”.

Pisoteados los derechos de las víctimas

El purpurado subraya  asimismo que “los procesos y procedimientos establecidos para procesar los delitos fueron deliberadamente ignorados, e incluso cancelados o anulados. Los derechos de las víctimas han sido pisoteados y dejados a merced de cada individuo. Son todos eventos que contradicen claramente lo que la Iglesia debería representar. El modo en el que se ha estructurado y desarrollado la administración de la Iglesia no ha contribuido a unir a todo el género humano y a acercar más a los hombres a Dios, sino que, al contrario, ha violado esos objetivos”.

La fe no se administra

En su relación el arzobispo de Mónaco evidencia también que “la fe no puede ser administrada. El Espíritu de Dios no puede ser capturado en un archivo o en una carpeta. El amor de Dios se refleja en actos específicos de cuidado por las personas más que en procedimientos administrativos. Los sacramentos transmiten verdadera misericordia, mientras que la administración forma parte de las minutiae de este mundo”.

Necesaria administración basada en la justicia

“Las acciones de la Iglesia en este mundo no pueden ser rigurosa y meramente espirituales” recuerda el cardenal Marx, precisando también que “descuidar los aspectos mundanos de la Iglesia y de las leyes no hace justicia a la realidad de la Iglesia”. “Es necesario pagar salarios, mantener los edificios eclesiales, construir salas parroquiales, coordinar la cooperación, respetar los contratos, imprimir el material catequético: la lista es infinita”. “Todos los principios fundamentales para una buena sociedad y una organización que sirva a las personas en la vida de la Iglesia no pueden ser ignoradas”. Para desarrollar todas las tareas que nacen de su misión, “se necesita una administración plenamente funcional”, “basada en el principio de justicia”.

Las personas deben confiarse

La administración – afirma el purpurado – estandariza procesos y procedimientos”. Se trata de acciones de “importancia decisiva para el para el éxito de las acciones conjuntas, también de las de la Iglesia”. Los procedimientos administrativos, observa el card. Marx, deben ser administrados de modo “que las personas se sientan aceptadas en los procedimientos administrativos, que se sientan apreciadas, que puedan fiarse del sistema, que se sientan seguras y tratadas de forma justa y que sean aceptadas y que se escuchen sus críticas legítimas”.

Una administración funcional es un ladrillo contra los abusos

“La administración en el seno de la Iglesia – remarca el arzobispo de Munich – está estrechamente ligada a elementos teológicos, tiene motivaciones teológico-espirituales y está estrechamente ligada a las acciones específicas de la Iglesia”. En particular, explica, “una administración de la Iglesia plenamente funcional es un ladrillo en la lucha contra los abusos y en la tarea de afrontar los abusos”. La administración “creando e implementando normas y leyes”, ayuda a “evitar la arbitrariedad”. Reglamentando  y sancionando “las violaciones del interés común”,  actúa “como contrapeso a aquello que puede ser descrito, de forma genérica como corrupción de la humanidad”.

Abusos de poder

 “El poder de la administración, observa el cardenal Marx,  puede ser también mal usado. Es este el caso, por ejemplo, cuando la administración olvida su función de servir a las diferentes personas que viven juntas y cooperan para alcanzar objetivos más elevados; cuando la administración se preocupa solo de sí misma; cuando las normas y los reglamentos se usan solamente para sostener a la administración o el poder de las personas. En este caso, se trata de abuso de poder por parte de la administración”.

Transparencia y rastreabilidad

Para logras que los procedimientos administrativos sean conformes con la misión y la naturaleza de la Iglesia, no se puede prescindir de los requisitos de la transparencia y de la rastreabilidad. El prelado explica que “los procedimientos administrativos se vuelven transparentes si es comprensible y rastreable quién ha hecho qué, cuándo, por qué y con qué fin y qué se ha decidido, rechazado o asignado”. “Las personas que experimentan una administración transparente – agrega el purpurado – pueden llevar a la luz errores y equivocaciones en las acciones administrativas y defenderse contra tales acciones”.

No a estructuras de poder anónima

Si una administración es transparente, agrega el card. Reinhard Marx, las personas “pueden dejar conocer de manera vinculante su punto de vista, que se tomará en cuenta. La gente que se encuentran con la administración no se debe enfrentar a una estructura de poder anónima, incomprensible pero puede ejercer un control autodeterminado en los procedimientos administrativos”. Las personas no son meros objetos de la administración sino que pueden percibirse como sujetos”.

No convincentes objeciones a la rastreabilidad y transparencia

La relación del cardenal Reinhard Marx gira entorno a un eje fundamental: “No existen alternativas a la rastreabilidad y a la transparencia”. Sin embargo, nota el prelado, hay objeciones que hay que tener en cuenta. Se refieren principalmente a la violación del secreto pontificio, así como a la ruina de la reputación de los sacerdotes inocentes o del sacerdocio y de la Iglesia en su conjunto a través de falsas acusaciones, si se hacen públicas”. “Estas objeciones a la rastreabilidad y transparencia no son particularmente convincentes. Cualquier objeción basada en el secreto pontificio sería relevante solo si es posible indicar razones convincentes por las que el secreto pontificio debería aplicarse al enjuiciamiento de delitos relacionados con el abuso de menores. Tal y como están las cosas – afirmar el arzobispo de Múnich – no conozco estas razones”.

Presunción de inocencia y derechos personales no se excluyen

En su intervención, el cardenal Marx evidencia también que “los principios de presunción de inocencia y protección de los derechos personales y la necesidad de transparencia no se excluyen mutuamente. De hecho, es precisamente lo contrario. Por un lado, un procedimiento transparente, regulado de manera clara y definida, garantiza que se den los pasos correctos antes de que aquellos que deben pronunciar la sentencia lo hagan. Es el mejor mecanismo de seguridad contra los prejuicios o juicios falsos sobre la cuestión. Por otro lado, un procedimiento público y claramente definido establece un grado de credibilidad que permite rehabilitar la reputación de una persona acusada falsamente, que de lo contrario estaría expuesta a rumores si las investigaciones no fueran adecuadas, transparentes o concluyentes”.

La transparencia no daña a la Iglesia

El arzobispo de Múnich recuerda además que la “transparencia no significa aceptación acrítica y difusión no regulada de noticias de acusaciones de abuso. El fin es un proceso transparente que aclare y especifique las acusaciones, y que siga los estándares generalmente aceptados con respecto a cuándo y cómo el público, las autoridades y la Curia romana deben ser informados. Estos procedimientos estándar harán entender con claridad que no es la transparencia lo que daña a la Iglesia, sino los actos de abuso cometidos, la falta de transparencia o el encubrimiento consiguiente”.

Rastreabilidad y transparencia factores decisivos

“La rastreabilidad y la transparencia  – observa también el cardenal Marx – son un compromiso constante, que se puede llevar a cabo también con el apoyo de expertos externos a  la Iglesia. Siempre es decisivo el comportamiento personal de aquellos que trabajan en la administración y de aquellos que son responsables”. “Siempre debemos ser conscientes – precisa el prelado – de que la rastreabilidad y la transparencia son extremadamente importantes, incluso más allá del contexto de los abusos, por ejemplo en el sector financiero. También son un factor decisivo para la confiabilidad y credibilidad de la Iglesia”. E invita: “Demos un paso valiente en esta dirección”.

Definición de los límites del secreto pontificio

El arzobispo de Múnich indica seguidamente importantes medidas que “deben iniciarse inmediatamente”. Se deberían definir “el objetivo y de los límites del secreto pontificio”.  “En la era de las redes sociales, donde es posible que todos y cada uno establezcan contacto casi inmediatamente e intercambien información a través de Facebook, Twitter, etc., es necesario redefinir la confidencialidad y el secreto, y hacer una distinción con respecto a la protección de los datos. Si fracasamos, perderemos la oportunidad de mantener un nivel de autodeterminación sobre la información o nos expondremos a la sospecha del encubrimiento”.

Procedimientos procesuales adecuados

El purpurado agrega que es esencial establecer “normas de procedimiento transparentes y reglas para los procesos eclesiásticos”. Los procedimientos procesales, como los recursos legales, no tienen sentido sin las normas legales y procesales adecuadas, ya que esto equivaldría a arbitrariedad cuando se emiten las sentencias. Representaría una falta de transparencia en las acciones específicas. Establecer normas procesales o transparentes y reglas para los procesos eclesiásticos es esencial. La Iglesia no debe operar por debajo de los estándares de calidad de la administración pública de la justicia si no quiere ser criticada por tener un sistema legal inferior, que es perjudicial para las personas”.

Exponer los hechos de modo transparente

El cardenal Marx indica además otra medida necesaria: se debe comunicar “al público del número de los casos y de los detalles relativos en la medida de los posible”. Y une esta prioridad a otra reflexión: para evitar “teorías de conspiración sobre una organización y la creación de mitos sobre ella” exponer los hechos “de forma transparente”.

Publicación de los sumarios judiciales

“Los procedimientos legales correctos sirven para establecer la verdad y constituyen la base de un castigo proporcional al delito” observa finalmente el cardenal Marx. Además, establecen confianza en la organización y en su liderazgo. La persistencia de las dudas sobre la correcta conducción de los procedimientos procesales no hace otra cosa más que dañar la reputación y el funcionamiento de una institución. Este principio – precisa –  también se aplica a la Iglesia”.


Tomado del portal Vatican News