¿Charlie Hebdo sigue siendo Charlie?

Foto: Charlie Hebdo / Revista Arcadia

Más de un año después del atentado a su redacción, el semanario satírico francés sigue presentándose como un baluarte de la libertad de expresión y conserva intacto su tono provocador, si bien sus objetos de burla están cambiando.

Por: Frédéric Pouchot / Anna Pelegri

Revista Arcadia

“Antes decíamos a la mierda Dios, el ejército, la Iglesia, el Estado. Hoy, debemos aprender a decir a la mierda las asociaciones tiránicas, las minorías ególatras, los blogueros y blogueras que nos reprenden como si fueran pequeños maestros de escuela”, escribió en enero Riss -director de la redacción- con motivo del quinto aniversario de la matanza.

El 7 de enero de 2015, los hermanos yihadistas Said y Chérif Kouachi irrumpieron en la sede parisina de Charlie Hebdo y mataron a 12 de sus colaboradores, incluidos los conocidos caricaturistas Cabu, Charb, Honoré, Tignous y Wolinski.

Los Kouachi creyeron “vengar” así a Mahoma, después de que el semanario hubiera publicado varias caricaturas mofándose del profeta, de la misma manera que con frecuencia se reía de las otras religiones.

En Francia el delito de blasfemia no existe.

La línea anticlerical fue la marca de la casa desde su fundación en 1970, si bien con el tiempo sus caricaturistas fueron burlándose de todo y de todos, hasta el punto de que las denuncias por difamación de la Iglesia, de empresarios, de ministros y de famosos obligaron a cerrar la publicación durante 11 años, entre 1981 y 1992.

Pero su irreverencia no mermó y las burlas al islam la convirtieron en blanco de amenazas durante años.

“Pasar página”

En el atentado de 2015, Charlie Hebdo perdió a varias de sus mejores firmas y algunos de los sobrevivientes se marcharon poco después, traumatizados. Fue el caso de Luz, pilar de la redacción y autor de la caricatura de Mahoma proclamando “Todo está perdonado”, que salió en el primer número de la revista publicado después del trágico evento. Vendió casi 8 millones de ejemplares.

“Cada vez que cerramos un número es una tortura porque los demás ya no están ahí. Pasar noches sin dormir invocando a los desaparecidos, preguntándome qué habrían hecho Charb, Cabu, Honoré, Tignous es extenuante”, dijo Luz al diario Libération.

El dibujante está dedicado a los cómics y entre sus publicaciones destaca “Catarsis”, en la que cuenta cómo se recuperó del atentado del que escapó por poco.

También se fue Patrick Pelloux por la necesidad de “pasar página”.

Se quedó el periodista Philippe Lançon, cuyo libro “Le Lambeau” -en el que narra cómo vivió el atentado y la dolorosa reconstrucción facial a la que se sometió tras resultar gravemente herido-, fue galardonado con varios de los premios literarios más prestigiosos de Francia.

Cruzada contra “nuevos censores”

A la cabeza de la redacción está Riss (Laurent Sourisseau), caricaturista del semanario desde hace casi 30 años. Sucedió a Charb tras su muerte en el atentado -él resultó herido en el hombro- y llevó a cabo la renovación de la redacción con la llegada de nuevos periodistas.

“Hoy lo políticamente correcto nos impone una ortografía acorde con el género, y nos desaconseja emplear palabras supuestamente incómodas”, afirma Riss, arremetiendo contra los “nuevos censores” que “se creen los reyes del mundo detrás del teclado de su teléfono”.

“Las llamas del infierno de antaño dieron paso a los tuits delatores de ahora”, agrega.

Más ventas

En cuanto a las ventas, el atentado revirtió un periodo financieramente difícil. De unos 20.000 ejemplares semanales vendidos en kioskos y de unos 10.000 suscriptores, Charlie Hebdo -que vive sin publicidad ni subvenciones- se benefició de una ola de solidaridad que le llevó a sumar 240.000 suscriptores en febrero de 2015.

Más adelante, las cifras se estabilizaron y actualmente se venden cada semana unos 25.000 ejemplares, además de unas 30.000 suscripciones. Su volumen de negocios pasó de 5 millones de euros (5,9 millones de dólares al cambio actual) en 2014 a más de 8 millones el año pasado (9,4 millones de dólares).

Después del atentado, el semanario se convirtió en el primer medio francés en adoptar el estatuto de empresa solidaria de prensa, por lo que se comprometió a reinvertir el 70% de sus beneficios anuales y a utilizar el resto para autofinanciarse.

El año pasado, Riss -quien posee dos tercios del capital de Charlie Hebdo-, cedió algunas partes a tres miembros de la redacción, pensando en preparar un futuro relevo generacional en la dirección de la publicación.


Tomado del portal de la Revista Arcadia