Colombia, a seguir la fiesta en Brasil, ahora contra Catar

Foto: EFE

El equipo asume su segundo desafío en la Copa América. Un triunfo lo pone cerca de la segunda ronda.

Por: Pablo Romero

EL TIEMPO

Es inevitable, hay una euforia gravitando alrededor de la Selección Colombia. En São Paulo se respira esa efervescencia, ese entusiasmo, se siente. Parece haber más hinchas de Colombia que los que realmente se ven. “Tiene jogo bonito”, dicen los paulistas. “2-0 a Argentina”, repiten los ecuatorianos y los chilenos y los peruanos que se cruzan en la ciudad y levantan el pulgar cuando ven un colombiano.

Esa victoria le permitió adjudicarse hasta fanáticos ajenos. Ahora sigue Catar, y las miradas del continente están puestas en el equipo de Carlos Queiroz, que debe ratificar que es digno de esa euforia, y que tiene el jogo bonito.

En Colombia no ha habido tiempo para esa euforia que acontece de puertas para afuera. Adentro, el equipo permanece confinado, concentrado, como si hoy fuera a jugar la final y no el segundo partido; como si fuera a enfrentar al local Brasil y no al visitante Catar. Lo que sí es claro, así no lo digan los jugadores muy duro, es que a Catar hay que ganarle sí o sí.

Si ya se hizo lo más difícil que era derrotar a la Argentina de Messi, en este juego debería plasmar esa misma eficacia, esa misma intensidad, ese mismo orden y deseo de victoria. Todo lo bueno que hizo en el debut debería poder repetirlo ahora, incluso mejorarlo. Claro, se trata de fútbol, el fútbol que siempre da lecciones, el fútbol lleno de sorpresas, pero para eso está Carlos Queiroz, para mantener los ánimos en su correcto estado, para que la concentración no se salga de foco y para que el juego crezca partido a partido.

“Vamos paso a paso: no estamos donde queremos llegar, pero tampoco estamos donde estábamos ayer. Estamos trabajando humildemente. Personalmente estoy muy feliz porque veo al equipo muy unido y tranquilo. Para conseguir el título tenemos que trabajar duro, y eso es lo que estamos haciendo. Eso es lo que tiene en la cabeza el profe y eso es lo más importante”, dijo el defensor Yerry Mina antes del partido.

Es el segundo juego en la Copa América. Ya hay tres puntos en la tabla. Lo que quiere decir que si Colombia vence a Catar, estará alistando maletas para la segunda ronda. Por eso, la importancia de este partido. Ese rival no es de celeste y blanco, y no tiene a un jugador que se le parezca a Messi ni en el pelo.

Es un rival invitado, lejano, asiático, que le empató a Paraguay 2-2 en la primera fecha sin desentonar. Catar era un país desconocido para muchos, pero resulta que allá se va a hacer el Mundial 2022, entonces Catar se ganó un nombre y la invitación de la Conmebol. No tiene absolutamente nada que perder, busca dar un golpe de opinión en América. Seguro sus jugadores se frotan las manos por enredar a Colombia, qué mejor pantallazo para ellos. El deber de Colombia es asumir su autoridad, su momento, su crecimiento. No es un partido para sorpresas.

Cambiar para no cambiar

El juego será en el Morumbí, la casa del São Paulo, un estadio mítico, histórico, imponente, que no pierde su belleza con los años. Ahí entrenó ayer Colombia, la práctica final, la que definía todo, aunque todo ya estuviera definido en la cabeza del entrenador. Pero es que hay unas dudas, si juega o no Wílmar Barrios, el que salió golpeado contra Argentina. Podría tener descanso, para que se recupere bien para las futuras batallas, pero él quiere jugar, y el técnico asegura que está apto.

Pero este podría ser un partido apropiado para ver otras caras, para regular cargas en el equipo principal, en una competición corta y exigente. El DT anticipó que habrá cambios, así que las especulaciones han girado en torno a si podrían actuar Santiago Arias o Gustavo Cuéllar (por Barrios). Además, hay que reemplazar al lesionado Muriel, y el más indicado es Roger Martínez.

En todo caso, la idea tiene que ser la misma, quizá con un juego más arriesgado, sin tantas precauciones, pero sin dejar de tenerlas. Si Colombia ha de cambiar nombres, no puede cambiar su esencia. Lo dijo ayer Queiroz, “Hay partidos cada cuatro días y hay que manejar los tiempos de los jugadores, manteniendo la identidad del equipo y sin hacer muchos cambios”.

Ahí hay una lista de jugadores que están listos, en espera de la oportunidad, Edwin Cardona, Duván Zapata, Luis Díaz, quien justamente ayer habló de la idea que tienen interiorizada jugadores que no son titulares. “Hay que salir a demostrar lo que venimos haciendo en cada entrenamiento. Nos toca un duro rival que viene a ser campeón. Tenemos que hacer lo nuestro, un juego rápido, poner a circular el balón y concretar las opciones de gol”, dijo Díaz.

Ilusiones y favoritismo

Carlos Queiroz ratificó ayer que no es un técnico de misterios. Él sabe, es consciente de que el país está emocionado, de que hay optimismo, sabe que la gente quiere más triunfos, sabe que la prensa da a Colombia como favorita, pero con nada de eso choca.

Cuando le preguntaron que si era peligroso ese momento de excitación, lo tomó con toda naturalidad. “Eso está bien, es de los hinchas y de los medios, para hacer la promoción de la fiesta y la ilusión de ganar, pero los jugadores tienen el rigor y la concentración y pelear”, dijo.

Así que los aficionados tienen la licencia del entrenador para soñar, para creer, para seguir gritando, para lucir sus camisetas, para sacar el pecho, para levantar la cara, para cruzar opiniones con los ecuatorianos, peruanos y brasileños que levantan el pulgar y aseguran que sí, que Colombia es favorita y que joga bonito. Pueden estar tranquilos, mientras tanto, Queiroz y sus jugadores trabajan para hacer realidad esas ilusiones.

Pablo Romero
Enviado especial EL TIEMPO


Tomado del portal del diario EL TIEMPO