Cómo ganar indulgencia plenaria en la Fiesta de la Divina Misericordia

Este 16 de abril, la Iglesia celebra la Fiesta de la Divina Misericordia. Durante este día se puede ganar indulgencia plenaria.

Jesús pidió a Santa Faustina que se celebrar una fiesta en honor de su misericordia infinita, el domingo siguiente a la Resurrección. En el diario de Santa Faustina se puede leer: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia” (Diario 699).

Él mismo manifestó su deseo de otorgar indulgencia plenaria a quienes se confiesen y comulguen : “Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias” (Diario 699).

San Juan Pablo II instituye la fiesta universal

El 30 de abril del 2000, el Papa Juan Pablo II proclama la fiesta, 69 años después de las revelaciones.

Juan Pablo II anunció en su homilía: «En todo el mundo, el segundo Domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».

Asimismo, autorizó conceder indulgencia plenaria a quienes se acerquen al sacramento de la confesión, comulguen y oren por el Santo Padre. “Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria“, dice el decreto de la Penitenciaría Apostólica sobre las indulgencias recibidas en la fiesta de la Misericordia.

Se trata de acudir al perdón que el Señor quiere dar a las almas, en especial aquellas más alejadas.

Qué es la indulgencia plenaria

El Catecismo de la Iglesia Católica y el Código de Derecho Canónico señalan que “La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”.

En otras palabras, cuando pecamos, quedan la pena y la culpa, dos efectos que dejan el pecado en nosotros. Cuando se acude a la confesión, queda borrada la culpa, pero la pena permanece. Esta se purificará en el purgatorio, o por medio de los sufrimientos y obras buenas que realicemos en esta vida.

La indulgencia plenaria ofrece el perdón completo de las culpas y las penas, devolviendo el alma a un estado completo de gracia. Según dice el decreto ¨Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, “Jesús misericordioso, confío en ti”)” .

La indulgencia para enfermos y quienes por causa mayor no pueden asistir

El decreto dispone que en casos debidamente justificados no puedan acudir al Templo podrán conseguir la indulgencia plenaria si con total rechazo de cualquier pecado y  con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, “Jesús misericordioso, confío en ti”).

En este  excepción se encuentran los enfermos y quienes le asisten, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; también a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria.


Redacción Paz Estéreo