Consolemos al Niño que llora en el pesebre

Imagen: Cathopic

Prepararnos para el nacimiento del Niño Jesús durante el Adviento y la celebración de su llegada en la Navidad nos sitúa en un tiempo privilegiado para la reflexión y el recogimiento, en el mes de diciembre la dinámica de nuestros días cambia, algunos tienen vacaciones y sus actividades cotidianas varían, y aunque otros continúen trabajando, un ambiente festivo permea todos los lugares porque celebramos el gran acontecimiento de la Navidad: el Dios que desciende de lo alto y viene a consolarnos, que viene a traernos paz y alegría.

Y este gran acontecimiento debería conmover hasta lo más profundo de nuestro ser, pero, nos dejamos desviar por otras propuestas que van apareciendo y dejan el corazón vacío, entonces a tantos les parece que la Navidad es una fecha más del calendario o una excusa para comer en exceso y embriagarse, para otros un tiempo de tristeza y melancolía. Mientras tanto Jesús desde el pesebre nos mira, acostado en pañales contempla nuestros corazones heridos y vacíos, anhela hacer allí su cuna, pero espera una invitación para hacerlo, y muchas personas no lo invitan o no disponen su corazón sinceramente para recibirlo. Los niños lloran para manifestar que algo les duele o quieren algo y Dios que se hizo niño también llora en el pesebre, porque le duele nuestra indiferencia y superficialidad, pues estamos tan apegados a las realidades materiales que le dejamos en el último lugar, llora porque nos quiere tener cerca, llora por nuestra debilidad, el niño Jesús llora y espera ser consolado.

Puedes preguntarte cuántas Navidades han pasado en tu vida, cuántas has celebrado equivocadamente, cuántas han quedado en vacío y tristeza y cuántas has celebrado ofreciendo tu corazón a Jesús como cuna. En cuántas habrá llorado el niño Jesús por ti y en cuántas lo habrás consolado. Hoy queremos proponerte unas acciones prácticas para preparar y celebrar la Navidad, dejándote encontrar por ese Dios que aguarda con ansias habitar en tu corazón y llenarte de su amor, un Dios que se hizo niño y espera ser consolado.

  1. Contempla

Las decoraciones y guirnaldas, los pesebres y árboles cuidadosamente adornados, las luces titilantes y las velas nos hablan del gran acontecimiento, la gran celebración, donde quiera que te encuentres encontrarás una decoración navideña, no pases de largo, detente a observar con el corazón lo que están viendo tus ojos, por ejemplo, las luces que no paran ni se cansan de alumbrar y juntas muy pequeñas llenan de alegría cada lugar nos recuerdan que vendrá la luz del mundo a iluminar las tinieblas, en un pesebre observa los humildes pastores, los animales que acogieron a Jesús, José y María cuánto sufrieron la noche de nacimiento, las casas que no los recibieron, el pequeño niño indefenso, mira sus ojitos, sus dedos, su sonrisa, su ternura, cuánto bien encontrarás si te dedicas a contemplar en estos días, descubrirás que todo te habla de Jesús y te invita sumergirte en el misterio de la Navidad.

  1. Escucha

El mundo nos ofrece muchos ruidos que pretenden acallar el mensaje principal, pero Dios te habla a través de muchas voces que con seguridad te ayudarán a preparar y celebrar mejor la Navidad. No faltes ningún domingo a la Eucaristía y ojalá participes entre semana, allí Dios te habla claramente, toma la Biblia en tu hogar y lee algún pasaje del Evangelio, haz el propósito de hacer alguna lectura espiritual o leer la vida de un Santo, en ellos encontrarás un mensaje de Dios para ti, escúchale con atención en los sonidos de la naturaleza, en tus padres o hijos, en los villancicos que traen preciosos mensajes, durante los días de la novena escúchale en las reflexiones, te asombrarás al reconocer cuánto te habla Dios y a través de tantos medios que tu aún no habías notado.

  1. Habla

Ahora que has escuchado a Dios, respóndele, habla con Él más seguido, escoge un tiempo en tu día para orar y como una cita importante que no puedes cancelar, acude a la oración cada día, separa este espacio para hablar con el Señor, cuéntale tus proyectos, dudas, miedos, inquietudes, tus alegrías e intenciones. En esta época acostumbramos a comer, cantar muy alto y dar palmas, es el momento de centrar la atención en lo importante, en las oraciones que recitamos, en lo que pedimos a través de la novena y empecemos a orar con el corazón.

Habla también con otros sobre este acontecimiento, en tu trabajo, con tus amigos o familia, comunica lo que has recibido y ayuda a otros a vivir mejor la Navidad.

  1. Limpia

Si de verdad quieres ofrecer tu corazón como cuna y consolar al niño Jesús, dispón el corazón para recibirlo, limpiando todo lo que le ofenda. Saca de tu corazón lo que te pesa, lo que está dañado, a lo largo de la vida vamos cargando rencores y resentimientos que se van quedando pegados a las paredes del corazón e incluso tienen raíces, arranca de tu corazón todo esto, será difícil pero no imposible, siempre tenemos la ayuda de Dios y la intercesión de la Santísima Virgen María, puedes hacer pequeños ejercicios de perdón, por ejemplo, al pensar en las personas que te han hecho daño decir “Te perdono en el nombre de Jesús”, puedes también, en actitud de oración escribir en un papel el nombre de las personas que te ofenden y lo que te han hecho, luego el nombre de las personas que tú has ofendido y lo que les has hecho, el Señor te ayudará a reconocer que todos nos equivocamos y podemos perdonar con la gracia que Él nos da. Hay también otras acciones que ofenden gravemente a Jesús, por eso importante que hagas una buena confesión, limpia tu corazón y haz propósitos de cambio.

  1. Acerca

Mejorar nuestra relación con Jesús, significa mejorar nuestra relación con los hermanos, revisa qué personas se han alejado de tí y de quiénes te has alejado, piensa en los motivos por los que han tomado distancia y construye puentes para remediarlo, empieza por tu familia, vecinos, compañeros de trabajo o estudio, amigos. Llámalos, escríbeles un mensaje, invítalos a cenar, envíales un alimento preparado por ti, organicen juntos un compartir o recen juntos la novena. Y no olvides también a los pobres y necesitados, que en este tiempo de Adviento y Navidad tu generosidad se vea aumentada compartiendo con los que sufren y, como el Niño Jesús, esperan tu ayuda y consuelo: donar mercados, juguetes, alimentos, contribuciones económicas son algunas de las posibilidades, con creatividad y disposición de corazón encontrarás muchas formas de ayudar a los necesitados.

Si haces de estas indicaciones un programa de vida, experimentarás una gran alegría y al terminar los días de la Navidad tu corazón estará rebosante de alegría y regocijo, porque Jesús estará contigo, junto a la Santísima Virgen María, iniciemos este camino de preparación para celebrar la mayor alegría: ¡El Dios Altísimo que se hace pequeño para habitar entre nosotros! El niño que esperaba ser consolado vendrá a consolarnos, a aliviar el peso de nuestras cargas y sanar las heridas del pasado.


Oficina de Comunicaciones Arquidiócesis de Ibagué