Construcciones antiguas de La Candelaria tienen alto riesgo de colapso sísmico

Imagen: Facultad de Ingeniería, Universidad Javeriana

Todos los movimientos telúricos llegan sin avisar. Su presencia, flash e inesperada, no se puede prever, pero sus consecuencias sí. Por llamativo que parezca, la Pontificia Universidad Javeriana tiene un laboratorio que simula terremotos en escala real y que busca reforzar estructuralmente el patrimonio arquitectónico del país construido a partir de adobe y tapia pisada (técnicas de construcción a base de tierra) para protegerlo de los terremotos.

Con la llegada de los españoles, durante la colonización, se estandarizó el uso de bloques de tierra cruda, y sobre todo en el altiplano cundiboyacense, se utilizó el adobe, pequeños ladrillos que se traban entre sí, y la tapia pisada, que son bloques de tierra a gran escala que se van compactando en capas de 10 centímetros.

Pero qué pasa: si bien es cierto que estas técnicas de construcción han acompañado el relato a través del cual se edificó la identidad colombiana desde hace siglos (es tan representativa que la “Casita” de la película “Encanto” está construida con esta técnica), pueden presentar problemas muy serios durante eventos sísmicos. El enemigo número uno de las edificaciones en tierra es el agua, porque la vuelve barro, y el número dos son los terremotos.

Cómo funciona la investigación

Para prevenir precisamente eso, que el patrimonio histórico colapse durante un evento sísmico, el laboratorio de estructuras de la Universidad Javeriana, conjuntamente con la Universidad de los Andes y con la Escuela Colombiana de Ingeniería, está adelantando investigaciones para resguardar la integridad de estas estructuras centenarias.

“La Mesa vibratoria que compramos en la Universidad Javeriana es la única de su tipo de Suramérica y es de la marca MTS, que es la más importante a nivel mundial para ensayo de materiales. Es como tener un Ferrari. Ella es capaz de generar movimientos sísmicos en dirección este-oeste, norte-sur y en dirección vertical, como cuando ocurre un terremoto. También le podemos meter cualquier sismo y ella se moverá como se movió el terreno durante dichos eventos”, comenzó por explicar a EL NUEVO SIGLO el profesor del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad Javeriana y líder de este proyecto, Daniel Ruiz Valencia.

Explicó que sobre una plataforma metálica gigante se coloca una estructura a base de tierra que pesa 10 toneladas, correspondiente a una casa de dos pisos, como las que hace siglos se construyeron en La Candelaria.

Un ingeniero da un par de clics en un computador y los equipos simulan un sismo de más de ocho grados en la escala de Richter. Los movimientos duran un poco más de 20 segundos, pero son suficientes para causar daños significativos en todas las paredes de la edificación de cuatro metros de alto.

Como resultado, las grietas las atraviesan de arriba a abajo, pero el daño más visible está en la base y la estructura apenas puede mantenerse en pie. “En este laboratorio construimos cosas para romperlas y medir en qué momento y cómo se rompen. Contamos con equipos para hacer investigación del primer mundo”, agregó el profesor Ruiz, quien indicó que todo este proyecto ha sido patrocinado por Minciencias.

 

El patrimonio construido en tierra

Ahora bien, ¿cuál es la evaluación del patrimonio edificado en tierra de la capital?  Se estima que en el país el 80% de los monumentos arquitectónicos y centros históricos están construidos con tierra.

Aunque no está determinado este porcentaje para la capital colombiana, puesto que “en Bogotá hay muchas edificaciones en tierra que no se han declarado patrimoniales”, tan solo en el barrio de La Candelaria hay 2.187 predios, de los cuales el 15% están construidos en este formato.

El 44% son construcciones de dos pisos, que son las que seguramente tienen mayor vulnerabilidad y otro 4% corresponde a edificaciones de tres plantas pero ¡ojo! eso no quiere decir que las estructuras de un solo nivel no tengan riesgo de colapso (entendiendo que el colapso puede ser un derrumbe total de una edificación, pero también puede implicar grietas irreparables o inclinación de paredes con ángulos muy grandes). Dicho esto, ¿qué riesgo tiene la ciudad capital en materia de movimientos telúricos?

“Colombia está dividida en tres zonas de amenaza sísmica: baja, intermedia y alta y Bogotá está en una zona de amenaza sísmica intermedia, aunque podría estar en una zona de amenaza alta. Eso quiere decir que pueden ocurrir terremotos de marcada importancia y si bien tenemos una norma de sismo resistencia desde 1984, hoy hay un número importante de edificaciones que no están cumpliendo la normativa”, puntualizó el ingeniero Ruiz, quien acto seguido explicó por qué La Candelaria es la zona de mayor riesgo en caso de que se presente un terremoto, sobre todo para las edificaciones antiguas hechas a base de tierra.

“La Candelaria es la zona de Bogotá en donde se alberga la mayor densidad por metro cuadrado de edificaciones en tierra, difícilmente habrá otro lugar con esa misma condición de edificaciones patrimoniales, y es el lugar de mayor riesgo de colapso”, dijo.

“Bogotá es una ciudad muy grande y con una enorme variabilidad en los tipos de suelo, así que hay un tipo de sismo que puede ocurrir en los Cerros Orientales, pero si uno mira ese mismo sismo en una zona como la del aeropuerto, en donde los suelos son muy blandos, la afectación es distinta. Al mirar en forma conjunta la tipología de suelo, la ubicación en la ciudad y la densidad de edificaciones, esta es la zona en donde más problemática hay por el colapso de edificaciones en tierra”, agregó el profesor y estudiante doctoral.

Medidas de protección

Bogotá es una de las ciudades que está ubicada en plena cordillera de los Andes, la cual aún está en formación y es inestable por acción de las placas tectónicas en el subsuelo. En tal sentido, existe un riesgo inminente de movimientos sísmicos, por lo que es necesario tomar medidas que protejan las edificaciones históricas y la vida de quienes las utilizan. ¿Pero cuáles?

Sobre todo se han realizado propuestas de reforzamiento estructural. Para una de ellas utilizaron listones de madera en edificaciones en Bucaramanga y Bogotá. Esta técnica mejoró notablemente su resistencia, pero están evaluando otras alternativas, ya que este material puede verse afectado por los cambios que produce la humedad, entre otras causas.

La alternativa que surgió de la investigación fue utilizar un refuerzo metálico en acero. “Al principio algunos colegas nos cuestionaban por usar un material de muy baja calidad y resistencia como la tierra, combinado con un muy buen material como el acero, pero encontramos la forma de unirlos con muy buenos resultados en casas de un piso”, relata el docente javeriano.

Esta vez utilizaron platinas metálicas de 10 centímetros de ancho y 6 milímetros de espesor que se instalan, de forma vertical y horizontal, a una distancia de un metro y por las dos caras de cada muro. Las pruebas de laboratorio a escala reducida y tamaño real mostraron mejores resultados que la madera ante movimientos fuertes del suelo.

“Lo importante de un refuerzo alternativo, como el que estamos planteando, es que respeta el sistema constructivo original de tierra y lo refuerza a partir de estos anillos de platinas, sin ser invasivo. Además, su composición también permite la flexibilidad de jugar con las aberturas como ventanas o puertas, por lo tanto, es bastante amigable con la arquitectura original”, explicó una de las investigadoras javerianas, ingeniera civil y arquitecta, Natalia Barrera.

Por último, el investigador Ruiz llamó la atención sobre la necesidad de poner este tema en el debate público. “Muchas personas nos preguntaron: ¿Por qué se preocupan por La Candelaria si sus edificaciones llevan más de 200 años en pie? En Irán hubo un sismo en el 2003 en donde una fortificación que era patrimonio histórico de la humanidad, con 2.000 años de historia y declarado por la Unesco, se perdió en pocos segundos. No ha llegado el sismo que es, pero algún día va a llegar”, concluyo el investigador.


Fuente: El Nuevo Siglo