El autor español Jorge Carrión, entre el ensayo y la ficción

Foto: Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO

La obra de este escritor y crítico vista desde dos de sus obras: ‘Los difuntos’ y ‘Contra Amazon’.

Por: Juan Camilo Rincón

EL TIEMPO

Como Jano, la deidad romana de dos caras que representa las transformaciones y la incertidumbre de lo que está por venir, el escritor y crítico literario español Jorge Carrión tiene la buena costumbre de ponernos a pensar sobre mucho de lo que damos por sentado en el mundo de las letras.

Su trabajo es una reflexión permanente sobre los “nuevos modos de relacionarnos con los textos”, el lugar de las tecnologías que tienden a desplazar lo viejo conocido, el blog y el periódico, la tableta y el libro impreso, las maneras como internet modificó nuestro acercamiento a la información (¿o hasta a nosotros?).

Y aparece Amazon, titán que se apropia del mercado de todo y de todos (electrodomésticos, datos, educación, deseos) e incluso del mundo de los libros, que creíamos exclusivo de librerías y bibliotecas.

Es posible que las nuevas generaciones crezcan sin conocer la arcaica figura del librero, sabedor que permanece con su olfato exquisito para no ser olvidado como el agrimensor, el farolero o el revisor de tranvía.

Sentimos que la lógica análoga sigue haciéndose obsoleta y sabemos que bibliotecas y librerías se rompen la cabeza ideando estrategias para captar lectores, compradores y visitantes. Para intentar enamorarlos del libro impreso, de los paseos por anaqueles y estanterías, del placer de tocar una joya de papel y pasta dura.

Como una invitación a repensar esa lógica de los nuevos tiempos, conversamos con Carrión sobre dos de sus libros más recientes: el primero es la novela ‘Los difuntos’, publicada en una edición ilustrada por la editorial nacional Vestigio. El segundo, editado por Galaxia Gutenberg, es Contra Amazon, un contundente manifiesto sobre por qué debemos salvar la literatura tal y como la conocíamos hasta hace unas décadas.

Son dos géneros disímiles: la ficción de ‘Los difuntos’, en la que los muertos regresan a un infierno donde todo es desmemoria, y el ensayo (Contra Amazon), con el que construye una serie de mapas literarios que apelan a la nostalgia para volver a enamorarnos del papel. Sin embargo, desde ambas obras, Carrión muestra que escribir siempre será una sutil manera de hacer la revolución y que la batalla contra la máquina no está perdida.

¿Cómo rompe en ‘Los difuntos’ con la noción de un pasado que existió, para dar vida a una mitología propia con un pasado irreal?

Aunque nos acostumbramos a un siglo XIX de ficción, en que se remezclan todos sus grandes mitos imaginados (Frankenstein, Drácula, Dorian Gray, el Hombre Elefante, Sherlock Holmes), yo no llego a ese imaginario a través del camino habitual, sino a través de una novela mía anterior: Los muertos.

En esta fabulo una serie de televisión que cuenta las aventuras que viven los seres de ficción después de su muerte, cuando se despiertan sin memoria y con otro cuerpo en un mundo oscuro, donde deben sobrevivir. Está ambientada en este cambio de siglo y aparecen en ella personajes de Blade Runner o de Los Soprano.

Lo que hago en Los difuntos es una precuela de esa serie, ambientada en los últimos años del siglo XIX. Entre sus difuntos está Dios, que ha muerto según Nietzsche, y es por supuesto un personaje de ficción.

Aunque la novela tiene un pasado de ciencia ficción toca las problemáticas de hoy: migraciones, esclavitud…

La metáfora, la fábula o el mito siempre se han basado en hechos reales. En el trasfondo de ‘Los difuntos’ está el movimiento español del 15-M (detrás de Los muertos se encontraba el debate sobre la memoria histórica del gobierno de Rodríguez Zapatero) y, por supuesto, otros horizontes contemporáneos que al mismo tiempo son muy antiguos (cómo gestionamos la memoria común, cómo representamos a las víctimas, cómo muta la identidad de un migrante…).

En los personajes se siente la influencia de la literatura clásica…

No podría reconstruir el proceso de creación de Los difuntos. Sí recuerdo que tuve muy presente Lost Girls, el cómic de Alan Moore. Pero mi mirada estaba puesta en el conjunto. La nouvelle es el epílogo de la trilogía Los muertos, Los huérfanos y Los turistas. Los itinerarios de los personajes tienen ecos con los que recorren esas tres novelas. Y, al tiempo, intentan abrir nuevas líneas de fuga. Porque la ficción es apertura y complejidad.

El cine y la televisión alimentan hoy la creación literaria. ¿Qué elementos de esos formatos lo nutren?

Mi idea de escritor es la de un artista que asume como propios todos los lenguajes que le interesan, sin privilegiar los literarios sobre los demás. En mis novelas, Borges es tan importante como Alan Moore o como Marcel Duchamp.

En Los turistas, de hecho, se cuenta cómo los creadores de Los muertos, George Carrington y Mario Alvares (que muy probablemente también sean los de Los difuntos) estudiaron cine o entraron en contacto con el arte contemporáneo.

¿Por qué la Nueva York que recrea es una especie de infierno, de castigo luego de la muerte?

Más que un infierno, es una suerte de purgatorio. Hay alusiones a Dante en las cuatro novelas. Es el Purgatorio de no saber quién eres, de no tener memoria ni nombre. Por eso son tan importantes en las novelas los procesos de identidad: encontrar tu nombre, nombrar y nombrarte, el nombre individual y los nombres colectivos. Creo que en Colombia eso se puede entender bien: conflicto, posconflicto, desplazados, retornados, boleteos, ‘paseos de la muerte’. Las realidades son también campos semánticos, vocabularios muy problemáticos. Sobre eso habla Los difuntos. O lo intenta.

¿Por qué es tan importante Los difuntos en la trilogía de los muertos?

Para mí fue una despedida. Llevaba cinco años obsesionado con ese mundo de ficción. Tenía que clausurarlo. Decirle adiós. Librarme de él, definitivamente.

Paso al mundo de ‘Contra Amazon’

Acerca de Contra Amazon, ¿cómo ve la proliferación del libro digital y la venta online de los impresos?

Es una dinámica que afecta todos los objetos de consumo, tanto los materiales (zapatos, libros, lámparas) como los inmateriales (billete de avión, reservas de hoteles). Desde la mirada algorítmica, no hay diferencia entre unos y otros. Por eso merece la pena pararse a reflexionar sobre las jerarquías emocionales de cada uno: en mi caso, no tengo vínculo con las agencias de viajes, ninguna experiencia memorable en ellas, de modo que compro mis viajes por internet. En cambio, sí tengo recuerdos importantes en librerías y confío mucho en los libreros, por eso no compro en Amazon.

¿Cómo puede el librero de hoy derrotar o superar la estadística, el dato simple, la fórmula, el algoritmo?

De momento es fácil, porque la imaginación y la intuición humanas son muy superiores a las simulaciones matemáticas. Pero dentro de unos años, los algoritmos ya podrán recomendar de un modo más eficaz que los humanos. Entonces habrá que valorar la experiencia física, sensorial, erótica, que probablemente todavía sea superior a la de la pantalla o la inmersión virtual.

¿Qué beneficio puede haber en no estar tan cerca de los tentáculos de Amazon?

Por un lado, eso da margen de tiempo para que surja alguna iniciativa empresarial local. Por el otro, teniendo en cuenta que la gran amenaza es la soledad y el aislamiento, puede ser una oportunidad para imaginar nuevas redes de distribución, de solidaridad, de diálogo. El biblioburro se adapta a la orografía montañosa. En los pueblos bien comunicados o las ciudades, las motocicletas o las camionetas pueden ser las opciones adecuadas. Librerías nómadas. O reuniones de lectores que viajan, que compran, que comparten.

¿Cómo construir –o reconstruir– los caminos recorridos por un autor, un libro, un editor y un lector, en tiempos de Amazon?

El turismo es una realidad y es un mercado importante. Los turistas culturales cada vez sumamos más millones. Para los buenos lectores es importante conocer la librería que apoyó Héctor Abad (Palinuro de Medellín) o las que visitaba Roberto Bolaño (La Central y Laie de Barcelona). Hay que hacer visible esa información para facilitar el acceso a esa memoria.

Contra Amazon es un análisis del rastro de nuestros antecesores literarios y una guía para viejos y nuevos lectores…

Mis conversaciones con Alberto Manguel o Han Kang, mis paseos con Iain Sinclair por Londres o a solas por Capri buscando los rastros de Pablo Neruda o Curzio Malaparte, todo lo que cuento en el libro mira con un ojo al pasado y con el otro, al futuro. No soy apocalíptico ni integrado. Soy equidistante, digamos, porque creo en el avance y la innovación a partir de un conocimiento profundo de la tradición.

¿Por qué es Borges el gran símbolo del libro, de la biblioteca y de la librería?

Porque su vida fue totalmente libresca. No solo fue director de la Biblioteca Nacional de Argentina o dio muchísimas charlas en librerías de Buenos Aires, también convirtió el libro y sus espacios en constantes de su obra narrativa, ensayística y poética. Es el gran símbolo del libro en el siglo XX. Y el hilo conductor secreto de Contra Amazon.

Juan Camilo Rincón
Especial Para EL TIEMPO


Tomado de diario EL TIEMPO