El país político se aleja de los extremos y abraza el centro

Foto: César Melgarejo / EL TIEMPO

Aunque los partidos tradicionales reclaman triunfos, hay una victoria de las coaliciones.

Por: Armando Neira

EL TIEMPO

A través de las urnas, los colombianos les enviaron un potente mensaje a los extremos políticos que han dominado la agenda pública en los últimos años y se decantaron mayoritariamente por candidatos que se identifican con el centro y la centroizquierda.

Los resultados de los comicios ponen en evidencia un desgaste de las formaciones y de los liderazgos nacionales que han sido protagonistas de la vida política en el país en los últimos años y muestran que los ciudadanos, en casos relevantes, fueron seducidos por candidatos que en sus discursos impusieron la bandera de la anticorrupción.

En paralelo, sin embargo, muestran un desdibujamiento de los partidos tradicionales. En esta ocasión, la forma de alcanzar el poder en las regiones fue vía coaliciones o de clanes familiares que, de paso, ya sueñan con saltar pronto a la arena nacional. Incluso, en sus cuarteles festejaban haber dado un primer paso en la carrera hacia las presidenciales de 2022.

Hay un cambio sustancial. Las principales capitales del país pasan a manos de expresiones ideológicas distintas a las fuerzas tradicionales y al partido del gobierno del presidente Iván Duque, y de su mentor, el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Esta realidad es tan evidente que apenas un par de horas después del cierre de los puestos de votación, el expresidente y actual senador aceptó el veredicto. “Perdimos, reconozco la derrota con humildad”, escribió Uribe en su cuenta de Twitter.

Y no era para menos. El hombre que ganó dos veces la presidencia en un envión en primera vuelta (2002-2006 y 2006-2010), que le heredó la Casa de Nariño a Juan Manuel Santos y luego a Duque, que lideró triunfante el No en el plebiscito por la paz y que tiene en el Senado la bancada más poderosa, el Centro Democrático (CD), fue vencido de manera apabullante.

En Bogotá triunfó Claudia López –con un poco más de un millón de votos–, quien no solo está en una orilla ideológica contraria a Uribe, sino que lo ha enfrentado en público sin temor.

Él había ‘bendecido’ a Miguel Uribe Turbay, quien se quedó apenas con el 13,56 por ciento de la votación de la capital; esto es 426.947 votos.

Sin embargo, para Uribe, posiblemente, la derrota que más lo debe haber tocado en el alma es la de Medellín. En contravía de todas las encuestas que daban como fijo a Alfredo Ramos, hijo del exsenador del mismo nombre –amigo personal de Uribe–, fue sorprendido por Daniel Quintero, que tuvo 38,52 por ciento de los votos: 298.003. Quintero, de 39 años, se declaró independiente y en toda su campaña siempre se mostró como un crítico severo del uribismo.

El camino del centro

Pero no solo perdió el expresidente, sino también el senador Gustavo Petro, el líder de la Colombia Humana que llegó a tener tanto poder electoral en tiempos recientes que le disputó en segunda vuelta la presidencia a Duque. Quintero también refleja este fenómeno.

“He tomado la decisión de bloquear a Uribe y a Petro para que no sigan interfiriendo en la campaña por la alcaldía de Medellín. No dejaré que la polarización haga que las propuestas y las ideas para Medellín pasen a un segundo plano”, expresó en su cuenta de Twitter en el fragor de la contienda.

Una declaración de principios similar a la Claudia López, que llegó a la alcaldía de Bogotá con una guerra abierta contra Petro.

Eso lo sabe el senador de izquierda, que, sin que hubiera caído la noche de este domingo, ya se declaraba en la oposición: “En Bogotá gana Claudia López. No nos representa. El movimiento Colombia Humana será independiente a su gobierno”.

La tercera ciudad del país, Cali, también quedó en manos del centro. El médico, exsenador y militante de la Alianza Verde Jorge Iván Ospina llegó al poder en coalición con un 37,98 por ciento de los votos: 283.616.

A Claudia López, Quintero y Ospina los une un discurso de lucha contra la corrupción. Esto refleja la nueva preocupación de los colombianos, quienes durante las últimas cinco décadas estuvieron atrapados en la disyuntiva de la guerra o la paz.

Estas fueron las primeras elecciones locales bajo el nuevo escenario de posconflicto, y los electores tomaron nota de esto. Fueron a las urnas en busca de soluciones a problemas más cotidianos. La campaña fue, hasta cierto punto, menos ideológica y más de necesidades vitales.

Y, claro, la corrupción tiene hastiados a miles de ciudadanos que posiblemente en el momento de votar lo hicieron pensando en darles un espaldarazo a los candidatos que en campaña dijeron que combatirían este mal sin concesiones.

El caso que tal vez simboliza mejor esta nueva realidad es la de Willliam Dau Chamatt, quien también irrumpió en Cartagena a última hora y se llevó la victoria. Nacido en la Heroica, fundó la corporación ‘Cartagena Honesta, veeduría ciudadana contra la corrupción’, pero tuvo que salir del país por amenazas de muerte por sus denuncias.

La ciudad era presa de los políticos que entraban y salían en procesos de destitución sin fin. Volvió de su asilo en Estados Unidos y se presentó con el eslogan ‘Vamos a salir de todos los malandrines y recuperar Cartagena para los honestos’. Y ganó.

La distancia con Duque

Como ganó en Magdalena Carlos Caicedo, líder del izquierdista Fuerza Ciudadana. Es la primera vez en la historia de este departamento que un líder de esta tendencia llega al Palacio Tayrona, y no lo hace solo, sino en pareja. En Santa Marta, también del grupo de Caicedo, ganó Virna Lizi Johnson Salcedo.

La historia dirá que esta región que en un pasado reciente fue santuario de los paramilitares de extrema derecha ahora será gobernada por la izquierda por la decisión de sus propios ciudadanos.

Pero si se toma el mapa del país y se pone la lupa en el otro extremo, también es de destacar la inesperada victoria del candidato de centroizquierda Juan Felipe Harman Ortiz, en Villavicencio. Al igual que los anteriores, también puso en primer plano la lucha contra la corrupción y la politiquería, a la que le añadió la frustración por “todos los reveses y vejámenes por parte del abandono del Gobierno Nacional”.

Si los ciudadanos acuden a las urnas con la mente puesta en los problemas que padecen a diario, es claro que en su caso pesó el aislamiento vivido por el cierre de la vía al Llano.

Y, al igual que los anteriores, el candidato y ahora alcalde de la ciudad más importante del suroriente, y que se presentó en nombre de la Coalición del Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde, Colombia Humana-Unión Patriótica y el partido Mais, también está distante del presidente Duque.

Auge de coaliciones

La otra característica de estas elecciones es el auge de las alianzas coyunturales para mostrarse robustos. Los partidos y movimientos políticos hicieron 3.142 coaliciones y avalaron a 5.694 candidatos en todo el país.

Según un estudio de la Corporación Excelencia en la Justicia, estas alianzas pueden “parecer ideológicamente descabelladas o insólitas, solo responden a la intención de no perder espacios, vigencia u oportunidades en los territorios”.

Y, en efecto, distintas colectividades expresaron anoche su satisfacción acudiendo a sus propias lecturas. El Partido Liberal dio un parte de victoria con la tesis de que obtuvo siete gobernaciones propias, un 25 por ciento más de alcaldías, concejales y diputados y al menos 15 gobernaciones en coalición. Cambio Radical, por su parte, se declaró triunfador y fue más allá al argumentar que había sido la fuerza más votada: cinco gobernaciones propias, 11 en coalición para un total de 16.

Pero así como cada colectividad puede decir que ganó con resultados que dejan abierta una discusión, lo que sí es incuestionable es el triunfo de la casa Char. Celebra por la victoria de Jaime Pumarejo en la alcaldía de Barranquilla, y de Elsa Noguera en la gobernación del Atlántico, con márgenes tan amplios que da para que se tomen en serio su ilusión de que esto los puede catapultar para llegar a instancias más altas.

De ahí que los focos ahora iluminen a Alejandro Char, quien junto con Sergio Fajardo ya empiezan a pensar en el 2022.

Igual hará Petro, que anoche hacía esfuerzos por sumar y sumar triunfos locales en distintos municipios, pero que vio cómo se le disiparon ocho millones de votos que obtuvo en las presidenciales y llegó a preguntarse por la lealtad a sus militantes.

¿Cómo evaluar el triunfo tan alto de cogobiernos y de coaliciones? Por lo pronto, hay un reto para los ciudadanos. ¿Cómo realizar control y establecer responsabilidades políticas cuando el triunfo no lo puede reclamar un solo sector?

Armando Neira
EDITOR POLÍTICO DE EL TIEMPO


Tomado del portal del diario EL TIEMPO