“Es tiempo en que la poesía puede movilizar a miles de espíritus”

Foto: Foto de la clausura del Festival de Poesía de Medellín. Cortesía del evento / Revista Arcadia

El 1 de agosto arrancó la trigésima edición del Festival Internacional de Poesía de Medellín. En sus primeros cuatro días, cerca de 46.000 personas se conectaron a la programación. Arcadia habló con su director y fundador Luis Fernando Rendón.

En el discurso que dio en 2006 cuando el festival recibió el Premio Nobel Alternativo, citó al poeta René Char: “¿Qué es la realidad sin la energía dislocante de la poesía?” ¿Por qué es dislocante la energía de la poesía?

La energía de la poesía es dislocante de la realidad porque mueve el piso de esa realidad, imprimiéndole otro sentido, de una manera sísmica y potente. Solo la poesía en su dimensión verdadera puede transformar el mundo, incitando a oponerse a la muerte cotidiana en todas las esferas, y negando las posturas del vacuo nihilismo, para introducir en la historia la visión de la necesidad de un mundo renacido, pleno de amor, de justicia y de belleza, de verdad y dignidad humana.

La poesía es una gran energía, en tanto que se sumerge en la vida de los individuos y de los pueblos, cambiando las vidas de quienes van a transformar a las sociedades y a las naciones. La poesía guía de manera natural estos cambios, las grandes épocas de la historia humana están precedidas por el espíritu de grandes poetas. No puede haber mundo, ni memoria, ni presente, ni futuro, sin la poesía. La poesía es la esencia de la realidad dislocada y dislocante del mundo al que aspiramos todos los seres humanos

¿Cómo moldea la poesía el pensamiento?

La poesía no se propone deliberadamente moldear el pensamiento, solo prueba que los seres humanos piensan, sienten, aman y actúan liberados del dogma, desde su propia soberanía individual y colectiva. La poesía no surge del ámbito del pensamiento, aunque lo alimenta desde tiempos remotos y le da sentido y coherencia interna.

Sin embargo, este es el tiempo en que la poesía puede movilizar a miles de espíritus. Durante los primeros cuatro días de la celebración del 30 Festival Internacional de Poesía de Medellín, en el que confluyen 200 invitados de 103 países, las cifras de audiencia son conmovedoras y reveladoras de la creciente influencia de la poesía en el mundo actual, tan amenazado por el desastre.

Cerca de 46.000 personas se han conectado a la programación de un Festival que carece del más elemental presupuesto para la difusión de su programación, ignorado por casi todas las entidades públicas y privadas del país. Crece el impacto de la poesía en el pensamiento de las nuevas generaciones. Miles de jóvenes consideran que la poesía es un paradigma y prefieren ser poetas a ser sicarios en este país del narcotráfico, y también prefieren escribir y leer poesía, viviendo a contracorriente del abismo, aunque saben que no tienen futuro como asalariados de algún oficio de urgencia en nuestro país inviable. Ellos comprenden que no es el tiempo del apocalipsis sino de “las grandes comunicaciones y de las grandes combustiones,” como lo anunció Césaire.

El Festival Internacional de Poesía de Medellín está celebrando su trigésima edición. ¿Qué lo llevó a fundarlo? Y, luego de 30 años, ¿cuál diría usted que es el legado que le está dejando a Medellín y a sus ciudadanos?

El festival se fundó el 28 de abril de 1991, en medio del episodio infernal de la guerra del Cartel de Medellín contra el Estado colombiano, y del genocidio contra la Unión Patriótica, propiciado por el terrorismo de estado. Nació como una pulsión de la esperanza más profunda en la vida futura de los colombianos, como una manifestación de confianza en la poesía, como la fuerza adecuada para afrontar las explosiones y la matanza.

A partir de ahí, el Festival fue el epicentro y el faro para la creación de muchísimos de festivales internacionales de poesía en el mundo y del propio Movimiento Poético Mundial, surgido en 2011 en Medellín, que ha desarrollado miles de acciones en más de 150 países por la paz y por la defensa de los derechos fundamentales de los individuos y de los pueblos.

La poesía y los poetas están fuertemente inscritos en la vida de nuestros pueblos. Haber movilizado cientos de miles de personas alrededor de la experiencia poética, recuperada a través de la tradición oral de las legendarias lecturas de poemas, haber inyectado la voluntad de sobrevivir en el país de la matanza, el deseo de vivir en resistencia y la aspiración vigorosa de triunfar sobre la muerte, haber entrelazado la memoria de los mitos y el sueño antiguo y nuevo de la poesía a la defensa de la vida del planeta, a la consciencia de tantos jóvenes, para viabilizar la construcción de nuevas relaciones con el mundo y con la naturaleza, es un legado serio y responsable del Festival Internacional de Poesía de Medellín para las generaciones venideras.

¿Cómo va a ser esta edición? ¿Qué posibilidades encontraron al desarrollar el festival en plataformas digitales? Y, ¿qué es lo que más se resiente al tener que hacerlo virtual?

El 30° Festival Internacional de Poesía de Medellín estaba a punto para realizarse a mediados de junio pasado. Sin embargo, la epidemia mundial cambió radicalmente nuestra visión de cómo tendríamos que realizarlo.

Emprendimos un viraje, aumentando la participación de invitados desde 70 poetas e invitados a 200, y de 49 a 103 países representados, reasignando rubros del presupuesto aportado por la Alcaldía de Medellín y el Ministerio de Cultura de Colombia, y contando también con el apoyo fundamental de la Fundación del Premio Nobel Alternativo (Right Livelihood Award) en los programas pedagógicos que extendemos a los actos del Festival.

No fue fácil convertir los 130 actos presenciales que habíamos dispuesto en sedes físicas, en actos desarrollados desde una plataforma digital. Como, al fin y al cabo, la poesía también es una experiencia del vacío, pudimos materializar efectivamente estos cambios en apenas dos meses.

El Festival, que es un evento desarrollado en Medellín y otras ciudades colombianas desde sus inicios, cuenta hoy con una audiencia internacional muy amplia, de manera que está siendo apreciado desde más de 100 países. Espectadores en el mundo entero conocen profundamente ahora la realidad de su construcción de tres décadas. Las lecturas de poemas y el diálogo día a día con los poetas invitados, sometidos al confinamiento forzado como nosotros, han revelado la dimensión de los lazos de la profunda hermandad humana, las semejanzas entre sus percepciones, sentimientos y pensamientos, frente a los grandes problemas que padece hoy el mundo, posibilitando que el mundo más que nunca, ahora, pueda unirse desde el profundo instrumento del lenguaje humano.

La asamblea de la poesía mundial que es el Festival hoy, a diferencia de los escenarios internacionales en los que transcurren los interminables encuentros de políticos, académicos o representantes de otras profesiones, simboliza la manifestación creadora y dialogante de las tradiciones poéticas del mundo, de las leyendas poéticas que nutren el alma de los pueblos.

En el sustrato la poesía es una, los poetas son uno, el pueblo es uno, los individuos uno, cuando el mundo que conocemos puede ser destruido, en tanto que la poesía puede contribuir a evitarlo, en tanto pueda avanzar en los espíritus una revolución poética mundial.

Aunque estábamos acostumbrados a experimentar la feliz y fértil reunión multitudinaria anual, con cientos de actos y tantos miles de espectadores, y las actividades de este encuentro llegan en cambio ahora a la intimidad y el silencio de las casas a través del computador, el Festival continúa su serio trabajo de diseminación sistemática de la poesía en el orbe, uno de los objetivos centrales de su misión.


Tomado del portal de la Revista Arcadia