“Escribo libros que me gustaría leer”: Joël Dicker

Foto: El Tiempo

El escritor suizo Joël Dicker estuvo por segunda vez en Colombia para presentar ‘La desaparición de Stephanie Mailer’, su más reciente libro publicado por Alfaguara.

Con apenas 33 años, este escritor nacido en Ginebra se ha convertido en una de las voces más inquietantes de la literatura europea contemporánea. Antes de que su obra le reportara varios millones de ventas alrededor del mundo, Joël Dicker escribió cinco libros que nadie quiso publicar. A pesar de la frustración, no se rindió y continuó escribiendo. Tras varios intentos, dio con La verdad sobre el caso de Harry Quebert, la novela que se convirtió en fenómeno editorial en 2012. Desde entonces, ya reconocido como un bestseller del suspense narrativo, el suizo ha publicado Los últimos días de nuestros padres (2012), El libro de los Baltimore (2015) y, ahora, La desaparición de Stephanie Mailer (2018).

En este último libro, Dicker ha procurado que su narrativa tome otros matices. Si bien mantiene el tono de las otras novelas, no cae en la repetición y da cuenta de su crecimiento como escritor. Aquí, los detalles se concentran mucho más en los personajes y en las consecuencias de lo que sucedió en esta pequeña ciudad del estado de Nueva York, y no solamente en el extraño suceso, que es lo que nos invita a leer. Dos oficiales de policía, que en 1994 condenaron a un hombre por el asesinato múltiple del alcalde de Orphea y su familia, veinte años después, tienen que investigar la desaparición de Stephanie Mailer, una periodista que acude a la comisaría para denunciar que la policía se equivocó de asesino y que el culpable anda suelto. “Es probablemente el libro con el que más personajes he trabajado, y por ello es importante leerlo sin dejar pasar mucho tiempo”, dice. “Si tuviera que encontrarle un defecto sería que, en ese sentido, uno puede perder el hilo si deja mucho tiempo entre lectura y lectura”.

Ha escrito cinco libros antes de su primera publicación y estos jamás han visto la luz. Pero parece que desde La verdad sobre caso Harry Quebert ha encontrado una fórmula para no perder lectores. Con cada nueva aparición, se nota una evolución en su narrativa. ¿Cuál cree que es la afinidad que ha logrado con la novela después de tantos intentos?

Creo que tengo una afinidad con aquella experiencia que ofrece la novela, no con la novela en sí. Te da la impresión de que lo que ocurre, pues existe realmente. La novela es una ficción, un invento, y por esa razón tiene toda una lógica detrás que, muchas veces, no logramos entender. En mi caso, tenía un reto: ¿Cómo hacerle entender al lector que este momento que vivió en su cabeza existió realmente? Para hacer esto, he considerado dos puntos importantes. Primero: Darle un lugar al lector para que sea participe del proceso de creación. Entre otras cosas, porque no describo mucho a los personajes ni los lugares en los que se desarrollan las acciones. Esto hace que las cosas queden abiertas en el imaginario del lector, quien no solamente sigue la historia, sino que la crea. Segundo: Regresar al pasado. Algo que, ciertamente, me interesa en demasía. El retorno al pasado permite crear una imagen real de los personajes por parte de los lectores y así logran establecer una relación directa, porque el lector siente que ya los ha conocido, que ha compartido con ellos. Cuando estos personajes hablan de su pasado, abren la puerta para que sepamos quienes son realmente, para que podamos conocer sus debilidades y preocupaciones. Para mí, esto es importante porque permite que sepamos verdaderamente quién es ese alguien.

¿Qué lo impulsaba a no desistir al notar que sus libros no eran bien recibidos por las editoriales?

El placer que me brinda la escritura, sin duda alguna. Antes de saber si me van a publicar, o si alguien me va a leer, lo que me gusta es escribir. No podría vivir mi vida haciendo otra cosa.

Parece tema de no acabar, pero ¿por qué se insiste en clasificar su obra como parte del género negro?

Parece haber una necesidad de la crítica y de ciertos sectores de la prensa por etiquetarlo todo. Yo no rechazo los elementos de la novela negra, pero tengo claro que son muy específicos. El arte de la novela negra es muy exigente y no estoy seguro de conocer lo que hay allí. Sé que a veces parece que rechazo la etiqueta, pero no es que me esmere en hacerlo. Simplemente, no creo que esté haciendo lo que el género demanda. Hay lectores muy atentos que me escriben y me dicen: “No es novela negra lo que usted está haciendo”. ¡Tienen toda la razón! No estoy haciendo uso de aquellos elementos claves que la novela negra sugiere. Aquí, todo gira en torno al crimen. Ese es el elemento constitutivo de la novela negra, lo que lleva a que nos preguntemos por lo que pasó, por quién es el culpable, etc. En mis libros hay un crimen que pasa a segundo plano, pues la mayoría de las cosas que me interesan están en otra parte.

Entonces, sus novelas responden más a las dinámicas de lo que llamamos “suspense”.

Entiendo que necesite calificarse lo escrito con un género. Eso le facilitaría las cosas a los libreros, que tienen que saber por dónde navegar cuando un lector se acerca a preguntarles por libros específicos de este u otro género. “¿Y éste de qué es?”, preguntarán. El librero responderá: “Bueno, éste es un poco thriller, de suspenso, hay un crimen…” Es como cuando vamos a un restaurante y preguntamos por un plato que no conocemos. El mesero tampoco lo tendrá muy claro porque no es fácil hacer encajar todo al interior de unas categorías específicas. No creo, en este sentido, que un libro pueda enmarcarse en un único género y que no sea posible que la historia bordee los límites de muchos otros.

La dedicatoria del libro está dirigida a los lectores como una invitación a perderse en esta aventura. ¿Qué es para Joël Dicker la literatura?

La literatura es la posibilidad de vivir distintas vidas dentro de la nuestra propia. Sé que es un poco cliché esto, pero es aquí donde radica la fuerza del asunto. Leyendo un libro sabes que tienes la posibilidad de abstraerte de tu propia vida y construir una alterna, vivir una aventura, conocer el mundo y sentirlo todo muy real. Es una experiencia que se renueva a sí misma. A todos les gusta leer, pero no todos lo saben.

Su padre fue profesor de literatura en un instituto y su madre fue librera. ¿De qué manera estos dos oficios influyen en el suyo?

Siempre hubo muchos libros en mi casa y esto generó una curiosidad y unas ganas tremendas por descubrir ese mundo. He conservado este gusto de mis padres hacia la lectura, que lo veían como una posibilidad de libertad y no de limitación. Sin duda alguna, el ambiente desacomplejado que había en mi casa influyó bastante para que yo me hiciera escritor.

Si pudiera regresar en el tiempo y encontrarse consigo mismo, ¿qué consejo le daría al Joël que con todo intentaba publicar su primer libro?

Es complicado mirar hacia atrás y reescribir la historia con los conocimientos de hoy. No tengo ningún arrepentimiento y, en verdad, no cambiaría nada. Todo lo que he hecho antes de La verdad sobre el caso Harry Quebert y el éxito que han tenido mis otros libros, fue parte de un periodo de aprendizaje que para mí ha sido muy importante, pues me permitió adquirir lo necesario para escribir como lo hago hoy. No fue algo de un momento a otro, requirió de esfuerzo y algunos momentos de frustración, lo que me obligó a hacerme preguntas sobre mí y lo que hacía. Así que a ese joven que yo era, si pudiera tenerlo en frente, le diría que no cambiara nada.

Se puede decir que ha cumplido su sueño, ¿hay algún otro que tenga en el cajón?

No creo que los sueños se cumplan en algún momento específico, sino que los vamos viviendo en la medida que los consideramos parte de nosotros. Desde luego, he soñado con poder ser un escritor y un día vivir de mis libros, pero cuando hablamos de sueños, lo que yo veo es a un Joël que quisiera tener una cama rodante con la que se mueve a todas partes, que vive en una casa en el árbol, al interior de un bosque. Estos son mis sueños. Se trata de un grupo de imágenes que fortalecen el anhelo de seguir con vida.

¿Es muy diferente como lector?

Para nada. Soy el mismo como escritor. Yo escribo libros que me gustaría leer. Esto significa que lo que busco como lector es lo que precisamente me interesa explorar en mi escritura.

¿Qué autores del panorama actual de la literatura escrita en francés disfruta con más entusiasmo?

Aunque ya murió, marcó a muchos de los que hacen parte de mi generación. Romain Gary es un escritor muy talentoso al que disfruto especialmente. La promesa del alba (1960) es un libro bastante potente. Albert Cohen es un autor que también me deleita. Bella del Señor (1968) es una novela enciclopédica que logró impactarme de una forma impresionante. La devoré la primera vez, y es la única que vuelvo a leer de vez en cuando.

Si fuera el personaje de una novela y pudiera tener alguna habilidad extraordinaria, ¿cuál sería?

Me gustaría poder sacar el brazo desde adentro del libro y agarrar al lector para traerlo conmigo.

Si pudiera crear alguna palabra, ¿con qué color la escribiría?

Azul. Creo que es un color universal, lo que haría que esa palabra fuese universal y eso me gustaría mucho. Sufro por no poder conversar en esta entrevista en el mismo idioma. Es frecuente que visite países en los que debo presentar mi libro en una completa desconexión con la gente, solo porque no hablo la misma lengua. Así que, agregar una palabra al diccionario sería la oportunidad para mí de inventar una palabra universal que nos permitiera entendernos sin importar la lengua.

¿Y hoy, cuál es la que considera más bella?

Reparación.


Redacción Paz Estéreo. Con información de la Revista Arcadia.