Evangelio del día: lunes 12 de abril

Lectura del santo Evangelio según Juan 3,1-8
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste a Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él.» Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús

Meditación
El pasaje del evangelio de hoy nos presenta una parte de la conversación de Jesús con Nicodemo, un judío piadoso y sincero que quiso dialogar con el Señor para poder comprenderlo mejor; Jesús por su parte le anuncia que es necesario nacer de nuevo para comprender el proyecto de Dios, nacer del agua y del Espíritu Santo para entrar en el Reino de Dios.

Nicodemo nos presenta una tensión entre lo viejo y lo nuevo: “¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo?” El encuentro inicial con el Señor contiene los argumentos que Nicodemo ha elaborado a partir de lo que ha oído; sin embargo, esto no basta para entrar en la intimidad del corazón de Jesús. No es suficiente la curiosidad que se despierta con los signos que el Señor realiza, es necesario dar el paso de la fe que compromete toda la existencia humana.

Como escribe un autor: “Si Nicodemo se queda sólo con el catecismo del pasado en la mano, no va a poder entender a Jesús. Tendrá que abrir del todo su mano. Tendrá que dejar de lado sus propias certezas y seguridades y entregarse totalmente. Tendrá que escoger entre, de un lado, guardar la seguridad que le viene de la religión organizada con sus leyes y tradiciones y, de otro, lanzarse a la aventura del Espíritu que Jesús le propone”.

Como cristianos hemos “renacido de lo Alto” en las aguas del Bautismo siendo sellados con la fuerza del Espíritu; fuimos insertados en la muerte y resurrección de Jesucristo y participamos de la vida de la Iglesia. Esta verdad de la vida nueva del agua y del Espíritu es lo que debe llevarnos a ser una nueva creación dando el paso de la fe que se purifica, madura y da fruto abundante; una vida nueva abierta al Espíritu para tener los criterios de Cristo. Una vida nueva que se refleja en el compromiso solidario de la comunidad y en el testimonio personal y comunitario de la presencia gozosa del Resucitado.
Vivamos este tiempo de Pascua y confirmemos el don de Dios que nos guía a la libertad y a la verdad completa. Pidamos, movidos por la confianza y la obediencia, el poder vivir en vida nueva conducidos por el Espíritu de Dios, desechando, como dice la Palabra, la levadura vieja y dejándonos impregnar de los valores del Evangelio.

P. John Jaime Ramírez Feria