Evangelio del día: lunes 19 de julio de 2021

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12,38-42
En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo». Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús

Meditación
Los escribas y fariseos continúan pidiendo a Jesús signos para creer dejando ver su incredulidad y su dureza de corazón para abrazar la fe; no quieren abrirse a la novedad de Dios presentada por Jesucristo y se niegan a convertirse.

Jesús los llama generación perversa y adúltera y con el signo de Jonás presenta su muerte y su resurrección, verdadero signo de la identidad del Hijo de Dios. Son una generación que no escuchan, ni creen, ni se convierten.
También hoy esta realidad puede presentarse en nosotros y en la comunidad. Pedir pruebas para creer y no pedimos madurar la fe para adherirnos a la prueba del amor de Dios, es decir, la muerte y la resurrección del Señor, entrega que nos da la plenitud de la vida y la libertad. Este evangelio permite escrutar el corazón, para confirmar si nos acercamos a Jesús desde nuestros criterios y seguridades, resistiendo a su llamado o si buscamos caminar en la fe descubriendo las maneras como Dios nos habla y actúa en y por nosotros.
Dice el Papa Francisco: “Los fariseos reclaman un signo a Jesús. Pero Jesús no quiere satisfacer su curiosidad, se niega a darles un signo, excepto el de Jonás. ¡Cuántas veces nosotros también pedimos signos a Dios! Le decimos que no queremos ir a misa el domingo, que no nos interesa confesarnos, a no ser que nos lo pida de manera clara. Reclamamos una señal del cielo. Cristo quiere purificar nuestra intención, nos pide hacer el salto de la fe, confiar en su palabra y entregarnos a su voluntad. Él, cuando estaba sufriendo en la Cruz, no vio ningún signo del Padre, no escuchó ninguna voz celeste que le decía “¡Ánimo! ¡Sólo te faltan unos minutos!”. Y, sin embargo, perseveró hasta el final”.
Recordemos que también nosotros podemos correr el peligro de pedir pruebas y signos para creer, querer un Cristo que sede a nuestras pretensiones y se hace espectáculo de la fe. Ciegos por una fe de signos, nos podemos negar a ver la continua misericordia que se derrama en nuestra vida y nos compromete a ser signos en medio de una sociedad que muchas veces niega a Dios y a los valores del reino.

Al escuchar este evangelio pueden afirmarse unos compromisos concretos que fortalezcan nuestro caminar como creyentes: abrir el corazón a la novedad de la Palabra del Señor, seguir caminando en un proceso de conversión que nos haga vivir de la fe en aquel que murió y resucitó por nuestra salvación, y convertirnos en un signo de la presencia de Dios en medio del mundo, asumiendo la misión del Señor: “sean sal de la tierra y luz de mundo”.

P. John Jaime Ramírez Feria