Evangelio del día: lunes 25 de abril de 2022

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Meditación
La Iglesia celebra hoy la fiesta de san Marcos, evangelista, discípulo del san Pedro y autor del segundo evangelio del Nuevo Testamento. Murió mártir aproximadamente un 25 de abril del 68 en Alejandría. Sus reliquias reposan en la Catedral de Venecia y es representado como un león alado.
La celebración de la fiesta de san Marcos en este tiempo pascual nos confirma en la verdad central de nuestra fe; como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz” (638).

En el mensaje de Pascua el Papa Francisco nos invitó a vivir el contagio que se transmite de corazón a corazón, el contagio de la esperanza que brota de la experiencia personal y comunitaria de la Resurrección: ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios… Que Él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso”.
Ahora bien, el envío misionero que presenta san Marcos es actual. El Señor Resucitado nos envía como Iglesia a llevar el anuncio de la Buena nueva, suscitar la fe y vivir la gracia de la salvación mediante los sacramentos, contando con la certeza y el respaldo de su presencia.

No podemos dejar que las circunstancias actuales apaguen el fervor de la fe y la esperanza. Al contrario la experiencia viva del Resucitado nos mueve a la creatividad para vivir la caridad, la comunión y la tarea del anuncio del Evangelio.

P. John Jaime Ramírez Feria