Evangelio del día: lunes 8 de febrero de

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 6, 53-56

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
La gente busca al Señor, no solo con el deseo de encontrarse con él, sino también llevándole a los enfermos para que los sane. ¿Qué hace Jesús? Enseña y cura. Él se deja encontrar de la gente que estaba como oveja sin pastor; Jesús convierte en gestos concretos sus palabras; con sus acciones da testimonio de la Buena Nueva del Reino de Dios. Este es el hoy existencial en el que podemos acercarnos a Jesús para que nos sane y nos instruya con su Palabra. ¿Buscas a Jesús con entusiasmo y te dejas restaurar por Él?

En el pasaje del Evangelio de hoy nos encontramos con un gentío entusiasmado que busca a Jesús no sólo por el deseo de estar con él, sino también con el deseo de que él sane sus dolencias y enfermedades; “y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados”. En estos encuentros Jesús cura y enseña sobre el Reino de Dios; a tiempo y a destiempo ejerce su misión revelando la misericordia del Padre Dios; como escribe un autor, “Comunicaba algo de lo que él mismo vivía y experimentaba. No sólo anunciaba la Buena Nueva del Reino. El mismo era una prueba, un testimonio vivo del Reino. En él aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja que Dios reine en su vida. Lo que vale no son sólo sus palabras, sino sobre todo el testimonio, el gesto concreto. ¡Esta es la Buena Nueva del Reino que atrae!”

También hoy necesitamos entusiasmarnos con la Palabra y la acción del Señor. Necesitamos ser restaurados. Todos necesitamos de cuidado. Así lo expresa el Papa Francisco: “Cada hombre es pobre, necesitado e indigente. Cuando nacemos, necesitamos para vivir los cuidados de nuestros padres, y así en cada fase y etapa de la vida, nunca podremos liberarnos completamente de la necesidad y de la ayuda de los demás, nunca podremos arrancarnos del límite de la impotencia ante alguien o algo. También, esta es una condición que caracteriza nuestro ser “criaturas”. El justo reconocimiento de esta verdad nos invita a permanecer humildes y a practicar con decisión la solidaridad, en cuanto virtud indispensable de la existencia. Esta conciencia nos impulsa a actuar con responsabilidad y a responsabilizar a otros, en vista de un bien que es indisolublemente personal y común”.

Entonces el mensaje del evangelio es claro: la fe en el Señor resucitado nos da la certeza de su presencia entre nosotros que nos lleva a confesar que él tiene el poder sobre el mal y sobre la muerte y quiere llenarnos de vida plena, verdadera y abundante. Acerquémonos con nuestra vulnerabilidad al Señor y dejemos que en nosotros se manifieste el poder de sus estigmas de victoria.