Evangelio del día: martes 7 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
En el evangelio de hoy se recibe una importante instrucción sobre la misión de la comunidad: ser sal y luz del mundo. La sal no existe para sí, sino para dar sabor a la comida. La luz no existe para sí, sino para iluminar el camino. La Iglesia no existe para sí, sino para servir al proyecto del Reino de Dios.

Refiriéndose a este pasaje del Evangelio el Papa Francisco señalaba que “los cristianos reciben una misión para con todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda la humanidad. Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en un Evangelio vivo en el mundo: con una vida santa daremos “sabor” a los diferentes ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo a través del testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la efectividad”.

Allí donde esté un creyente, trabajador, gobernante, miembro de una familia, estudiante, etc., tiene el deber de compartir los valores del Evangelio que ha recibido. Un cristiano no pasa desapercibido porque, siendo alcanzado por la gracia de Dios, deja transparentar aquello que ha visto y vivido; ha sido liberado de la corrupción del corazón que lo lanzaba al egoísmo, a la indiferencia, al odio, la mentira y la hipocresía. Ha sido “sazonado” adquiriendo el mejor de los sabores, aquel de la libertad, la verdad plena y el gozo que no pasa. Entonces sabe que no puede encerrase en sí mismo: que hay una Buena noticia por compartir. ¿Cuánto los cristianos de hoy son conscientes del poder del Evangelio en medio de una sociedad tantas veces confusa e insípida?

Ustedes son la luz del mundo. Esta identidad y tarea que el Señor da a sus discípulos mueve a una confesión comprometida de la fe que se ha abrazado. Ser luz para vencer con la fuerza del Resucitado las tinieblas, ser luz para caminar junto a otros por sendas de verdad, justicia y misericordia. Ser luz para compartir el bien que inspira el Señor y así otros se sientan atraídos por el Padre que está en el cielo.

Así se confirma que la fe no es una cuestión privada o encerrada en los templos; la fe que brota del encuentro personal con el Señor produce una transformación continua que da razón y sentido a la existencia humana.

P. John Jaime Ramírez Feria