Evangelio del día: miércoles 26 de mayo

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 32-45
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»

Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. »

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »

Meditación del día: El verdadero poder es el servicio
El relato de San Marcos presenta una realidad paradójica: mientras que Jesús anuncia cómo va ser entregado, condenado a muerte y al tercer día resucitar, dos de sus apóstoles se preocupan por ganar puestos de importancia, por encima de sus compañeros. El servicio contrastado con el egoísmo.

En la óptica del Evangelio no existe la búsqueda del poder, la competencia por ser el más importante y el más reconocido; como lo escribió el Papa Francisco: “el verdadero poder es el servicio. Como hizo Él, que vino no para ser servido, sino para servir. Y su servicio fue precisamente un servicio de cruz: Él se abajó, hasta la muerte, con muerte de cruz, por nosotros; para servirnos, para salvarnos”.

Así, ponerse en el camino del seguimiento al Señor indica “entrar en el territorio de la servicialidad’, en donde sus palabras y sus acciones se hacen un imperativo que transforma. Los discípulos del Señor saben que donde realizan sus vidas están llamados a transformar, a ser una buena noticia para el prójimo. Cuánto vacío experimenta la persona que se encierra en sí misma hasta el punto de pasar por encima de los demás; cómo se mundaniza el trabajo cuando se hace expresión de tiranía o cuando se olvida que el servirse unos a otros es el ejercicio que más fortalece los lazos familiares.

¡Qué lección de humildad da Jesús! San Pablo lo explica en su carta a los Filipenses 2, 3-9: “Nada hagan por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”.

P. John Jaime Ramírez Feria