Evangelio del día: miércoles 4 de mayo

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí». «Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre” ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús

Meditación
Hoy Celebramos la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago. Felipe, originario de Betsaida, discípulo de Juan Bautista y Santiago, el hijo de María de Cleofás y pariente de Jesús, llamado el menor para distinguirlo del otro Santiago.

Al celebrar la fiesta de estos apóstoles el texto bíblico nos interpela sobre un aspecto fundamental en nuestra relación con el Señor. También nosotros hemos sido llamados a vivir una experiencia de intimidad con el Maestro, confirmando que él es el Camino, y la Verdad y la vida; esta realidad que se recrea cada día de nuestra vida es algo profundamente dinámico porque implica conocerlo.

Este conocimiento no se centra en saber muchas cosas del Señor sino en tener una experiencia cotidiana con él; conocer es vivir un estado de cercanía e intimidad que permite comprender sus palabras, vivir la novedad de su presencia y obrar en su nombre para que el Padre Dios sea en nosotros glorificado.

Toda la vida de Jesús está trazada por su amor al Padre; su proyecto es hacer la voluntad divina; sus palabras y sus obras revelan la misericordia y la cercanía de Dios; sin embargo, Felipe le dice:” Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. La respuesta de Jesús no se deja esperar, mostrándole que él y el Padre son uno. El conocer a Jesús nos lleva a entrar en la intimidad de Dios y experimentar su amor entrañable que se da gratuitamente. Aceptar la vida que ofrece Jesús es abrirse a la vida de Dios en nosotros, es decir, reconocer que en Cristo hemos sido constituidos hijos amados de Dios. Aceptar las palabras de Jesús es afianzar la verdad que nos hace libres. Ahí está la insistencia de creer, adhiriéndonos totalmente a la persona de Jesús para vivir la vida de Dios a plenitud.
Cultivar la vida de intimidad con el Señor se convierte en una prioridad que no se debe descuidar. Al ver a Jesús en los evangelios aprendemos la necesidad que tenemos de orar con insistencia para hacer la obra de Dios. La oración personal y comunitaria sustentada por la fe que custodia la Iglesia nos mueve a pedir la gracia del Espíritu Santo para conocer y obrar la voluntad de Dios y así comprender lo dicho por Jesús: “Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”.

En este mes consagrado a la Santísima Virgen María, en la contemplación del Rosario pidamos la gracia de ser conscientes de la necesidad de entrar en la intimidad de Dios para decir como ella: “Hágase en mí según tu palabra”.

P. John Jaime Ramírez Feria