Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús
Meditación
Acoger el anuncio de la Buena Nueva convirtiendo el corazón a la novedad del Señor se ve contrastado con la actitud de resistencia que cierra la existencia a la verdadera vida y libertad que nos da el Evangelio.
Corazín y Betsaida fueron lugares por donde Jesús ejerció su ministerio público de la predicación acompañada de signos y milagros. Sin embargo, Él mismo constató que aquellas gentes no quisieron aceptar el mensaje de salvación y por lo tanto no convirtieron su corazón. Estaban tan enraizados en sus propias creencias, tradiciones y ritos que, por más que veían y oían lo que pasaba con Jesús cerraron el corazón y no estuvieron dispuestos a comenzar una nueva vida que transformara sus realidades. Jesús compara estas ciudades con Tiro y Sidón, símbolos de la maldad hecha al pueblo de Israel, diciendo que ellas si se hubieran convertido.
Trayendo este Evangelio a nuestra vida recibimos la invitación de no resistir al llamado que el Señor continúa haciendo. No basta con decir que desde pequeños somos católicos o que creemos y ya basta. El llamado a la conversión es siempre actual; es una gracia que brota del encuentro personal con el Señor Resucitado que continúa dándonos su Palabra y actuando a través del, ejemplo, y por medio de los sacramentos y la vida de comunidad.
Jesús continúa llamando e invitando a seguirlo; cuántas veces el Señor nos ha hablado en su Palabra, en los acontecimientos de la vida y por otros medios y no le escuchamos; quizás porque estamos muy ocupados o porque no es una prioridad enfocar nuestra vida en la voluntad de Dios, aquella voluntad que hace dichoso al hombre. Cuántos signos de la bondad y misericordia de Dios en nuestra vida y quizás nos acostumbramos tanto que no descubrimos que es Él quien nos busca, nos insiste y se manifiesta continuamente en nuestro caminar.
¡Qué gran tentación vivir como si Dios no existiese! ¡Qué peligro acostumbrarnos a la fe hasta convertirla en una loza fría que no produce fruto! ¡Qué vacío existencial se experimenta cuando se quiere saciar la sed de absoluto, de sentido, de vida lejos de Dios! Escuchemos el llamado que el Señor nos hace a todos. Sí, Él nos llama a convertir nuestro corazón a su amor y a acogerlo para ver colmadas nuestras búsquedas de sentido. Convertirnos, es dejarnos sorprender por Aquél que nos ha amado hasta dar su vida para darnos vida abundante, verdadera y colmada.
P. John Jaime Ramírez Feria