Evangelio del día: viernes 11 de marzo de 2022

Santo Evangelio según San Mateo 5, 20-26
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama renegado, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Meditación
“Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien”. Y también: “¡No nos cansemos de hacer el bien!”. Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: “Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella”. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!”
Estas palabras del Papa Francisco nos motivan para que podamos realmente acoger las enseñanzas del evangelio que compartimos hoy. No podemos decir que amamos sinceramente a Dios si no amamos al prójimo. Jesús señala que no podemos ser justos ante Dios cuando cerramos el corazón al prójimo y dejamos que nuestra vida se llene de soberbia, resentimientos y odios. La experiencia del amor misericordioso de Dios que me acoge, me perdona y me da vida nueva debe ser la mayor motivación para hacer siempre el bien y vivir reconciliados.
En este viernes de cuaresma, viernes penitencial, resuena la invitación del Señor a dejarnos reparar el corazón; tenemos necesidad del bálsamo del amor de Dios que nos hace nuevos; anhelamos vivir la libertad interior y la paz verdadera. El camino para conseguirlas está en la caridad porque si decimos que amamos a Dios y odiamos al hermano la verdad no estaría en nosotros (cfr. 1 Jn 4,20). El camino cuaresmal nos conduce a la experiencia viva de la reconciliación; oramos porque anhelamos una experiencia profunda de Dios, vivimos el ayuno o la abstinencia desde el amor porque queremos confirmar que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, practicamos las obras de misericordia porque hemos comprendido que la caridad no tiene límites. Así comprendemos cuál es la ofrenda agradable a Dios.
Un cristiano que se experimenta amado y perdonado rompe las cadenas del rencor, la venganza y el odio. Y esto lo vamos viviendo en la cotidianidad de nuestras vidas porque siempre será necesario vigilar para no dejar dañar el corazón. Si hemos fallado y herido a alguien demos el paso de buscar el perdón, si hemos sido ofendidos o heridos abrámonos al perdón que reconcilia y devuelve la vida porque el camino del perdón y la reconciliación nos hace vivir como verdaderos hijos de Dios.
Por lo tanto, este viernes penitencial se abre ante nosotros como una oportunidad para vivir a plenitud el camino de los mandamientos, camino que permite tener una experiencia viva de fe que nos hace recibir y dar el don de la paz.

P. John Jaime Ramírez Feria