Evangelio del día: viernes 19 de julio

Evangelio del viernes, 19 de agosto de 2022
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús

Meditación
Los fariseos plantean a Jesús una cuestión para ponerlo a prueba: ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley? Ante las prescripciones de la ley que llegaban a 613, Jesús señala que quien comprende y vive el mandamiento del amor a Dios y al prójimo está en sintonía con la ley y los profetas.
Citando el Libro del Deuteronomio, Jesús indica que el principal mandamiento, columna de la vida del creyente, es el amor a Dios que compromete todo el ser y la realidad de la persona. Y no se detuvo ahí; inmediatamente cita el Libro del Levítico: “El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. La novedad que presenta Jesús es revelar que estos mandamientos son inseparables y complementarios. Como dice el Papa Francisco: “El amor de Dios y el amor por el prójimo son dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo, y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. Este es el doble horizonte que da sentido a la vida, el criterio para ir en la dirección correcta”.
Jesús nos recuerda que estamos llamados a tener un horizonte alto. “Amarás al Señor tu Dios…” sí, él nos indica que el sentido y fundamento de lo que somos y hacemos pasa por el orden correcto de las prioridades; que el trabajo, la búsqueda del bienestar personal y del ámbito de la familia, las amistades y pasatiempos, pasen por el amor de y a Dios. Por esto recuerda que no es un añadido o una realidad de emergencias y necesidades; es amarlo con todo el corazón, con todas las fuerzas, con todo el ser. Dios en el primer lugar. Él el centro y motor de toda nuestra existencia desde una relación que compromete todo de nosotros.
Entonces surge el horizonte que se abre alrededor de nosotros: amarás a tu prójimo, te amarás a ti mismo como hijo de Dios. “Cristo nos invita a amarlo también en nuestros hermanos y hermanas, buscando el bien de ellos como si fuera nuestro propio bien. ¿Amamos más nuestro interés, o la necesidad del otro? El que ama de verdad siente la alegría del otro como propia, se entristece por la tristeza de su hermano. Al igual que Cristo, que construyó el Reino de los cielos amando a su Padre sobre todas las cosas y amándonos hasta el extremo, dándose totalmente a nuestra salvación”, señala el Papa Francisco.
Así confirmamos que ser cristiano vincula toda la vida a la experiencia vital del amor; que hemos sido creados por amor y nuestra realización consiste en amar con todo el corazón, con toda el alma y con todo el ser. Solo el amor transforma, plenifica y salva. Quien ama de esta manera ha comprendido a Cristo y a su evangelio. Hoy es el día propicio para amar.

P. John Jaime Ramírez Feria