Evangelio del día: viernes 30 de abril

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: – «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: – «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Meditación
“Que no tiemble vuestro corazón, creed… Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida”. Estas palabras de ánimo del Señor resuenan en nuestro interior, dando fuerza, esperanza y dirección para poder continuar el itinerario de caridad y servicio que nos traza el Evangelio.
El pasaje del Evangelio que leemos hoy nos presenta algunas de las palabras de despedida de Jesús que conmociona a los apóstoles. En un primer momento Jesús consuela a los discípulos motivándolos para que sus corazones permanezcan en paz, libres de toda turbación, duda e incertidumbre. Jesús exhorta a creer, confirmando que la fe es dinámica porque abre a un nuevo horizonte que asegura intimidad y familiaridad. Es verdad que los discípulos vivirán la experiencia de la cruz y la soledad pero no pueden olvidar el nuevo amanecer de la resurrección.

Creer es fundamental: sí, creer que con Jesús recorremos el Camino que nos conduce a la plenitud, creer que él es la verdad que nos hace libres, creer que él es la vida verdadera que nos hace participar de la Vida de Dios. Por lo tanto, la vida cristiana es un proceso que viene acompañado y animado por el mismo Señor que nos mueve a no perder de vista la meta: el cielo.

Leyendo este pasaje del evangelio se pueden concretar tres invitaciones que el Señor hace a los discípulos de todos los tiempos: creer, confiar y caminar. En primer lugar creer como el acto libre y personal que adhiere a la iniciativa del amor de Dios. Sí, creer que Jesús es el Señor, recibirle y estar unidos a él que nos dice: “permanezcan en mi amor”. Creer nos mueve a la confianza que brota de su Palabra. Por esto la segunda invitación es a confiar. Cuando nos adherimos al Señor acogiendo su Palabra la vida se transforma porque sabemos que él nos da la seguridad: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Y si creemos y confiamos podemos caminar en obediencia, siguiéndolo, dejándonos colmar de la Vida que él nos da y conociendo la Verdad que nos revela.

Dice el Papa Francisco: “La fe en Jesucristo. ¿Cómo es mi fe en Jesucristo? ¿Creo que Jesucristo es Dios, es el Hijo de Dios? ¿Y esta fe me cambia la vida? Hay muchos cristianos parados, que no caminan; cristianos enterrados en las cosas de cada día, pero que no crecen, permanecen pequeños. Cristianos aparcados: se aparcan. Cristianos enjaulados que no saben volar con el sueño de esa hermosa realidad a la que el Señor nos llama. Preguntémonos: ¿Qué ha hecho Jesús por mí, en mi vida, por amor? Y viendo esto, ¿qué debo hacer yo por Jesús? ¿Cómo respondo a este amor? Y así seremos capaces de purificar nuestra fe de todo interés. Que el Señor nos ayude en este camino”.

P. John Jaime Ramírez Feria