El amor misericordioso de Dios es verdadero antídoto ante un mundo desorientado e indiferente
«Gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (1 Co 1,3), fue la «bienvenida de corazón» del Papa Francisco a los «queridos hermanos y hermanas» de la Iglesias Reformadas. Junto con su gratitud por la visita de una Delegación de la Alianza Mundial de la Iglesias Reformadas.
Delegación encabezada por los directivos, de la asociación que reúne a más de 75 millones de cristianos, pertenecientes a más de 200 Iglesias, en más de 100 países, todos cercanos a la tradición reformada, cuyos orígenes se encuentran en el siglo XVI.
Católicos y reformados pueden promover un crecimiento mutuo en la comunión espiritual, para servir mejor al Señor
Señalando que este encuentro es «un paso más» en el camino ecuménico, «bendito y lleno de esperanza», con la oración del Señor «para que todos sean uno» (Jn 17,21) el Obispo de Roma alentó la fraternidad de las comunidades cristianas, para comunicar la fe en nuestro mundo de hoy. Ante una «desertificación espiritual», allí donde «se vive como si Dios no existiera». Así como ante una especie de «consumismo espiritual».
«Se necesita urgentemente un ecumenismo, que, junto con el esfuerzo teológico que busca recomponer las disputas doctrinales entre los cristianos, promueva una misión común de evangelización y de servicio», reiteró el Papa, renovando su aliento a proseguir en la colaboración, caminando juntos con determinación hacia la unidad plena y en la transmisión de la alegría del Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
(Radio Vaticana)