Hoy se conmemora a Santa María Francisca de las 5 llagas

Foto: ACI Prensa

El nombre religioso de Anna María Gallo es Santa María Francisca de las 5 llagas porque le aparecieron las heridas de Jesús en el cuerpo. Hoy sus restos permanecen incorruptos como el de varios otros santos de la Iglesia Católica.

Nació en Nápoles (Italia), y se le recuerda además, por haber tenido el don de la profecía y haber intecedido desde el cielo para que su barrio italiano quedara intacto ante los bombardeos que ocurrieron durante la Segunda Guerra Mundial.

De niña su padre la obligaba a trabajar en exceso en un taller de hilados, mientras que su madre, una mujer piadosa, le leía libros sobre la fe y la llevaba a orar a la iglesia de Santa Lucía de la Cruz.

Prontamente el párroco, admirado de su piedad y conocimiento del catecismo, le permitió que realice la Primera Comunión a los 8 años y que al año siguiente catequice a varios niños.

Cuando cumplió 16 años su padre decidió comprometerla en matrimonio con un joven rico que había pedido su mano, pero María Francisca le dijo que le había prometido a Dios permanecer soltera y virgen para dedicarse a la vida espiritual y a ayudar a salvar almas.

El papá estalló en cólera y le dio violentos azotes. La encerró en una habitación a pan y agua por varios días y ella aprovechó el encierro para a orar, meditar y hacer penitencia.

La mamá logró que un sacerdote franciscano convenciera al papá de María Francisca para que la dejara en libertad y decida su futuro.

El 8 de septiembre de 1731 recibió el hábito de terciaria franciscana y siguió viviendo en su casa pero como si fuera religiosa. Frecuentemente mientras estaba en oración entraba en éxtasis. La Virgen se le aparecía y le traía mensajes.

Tras la muerte de su madre, la Santa decidió abandonar su hogar y mudarse a una casa rural donde permaneció los últimos 38 años de su vida, siempre en constante oración, penitencia y sufrimiento que los ofrecía por las almas del purgatorio y la conversión de los pecadores. Es allí donde recibiría los estigmas de Cristo.

Tras una serie de enfermedades y el deterioro de su salud, falleció santamente el 6 de octubre 1791.

Fue declarada venerable por Pío VII el 18 de mayo de 1803, beata por Gregorio XVI el 12 de noviembre de 1843 y santa por Pío IX el 29 de junio de 1867.

Tanta es su devoción en Nápoles que en 1901 fue declarada copatrona de la ciudad, junto a San Genaro.


Tomado del portal de ACI Prensa