João Gilberto: la voz legendaria e inolvidable de ‘Garota de Ipanema’

Foto: AFP

Mirada al legado de este padre de la bossa nova, quien falleció a los 88 años, en Río de Janeiro.

Por: Carlos Restrepo

EL TIEMPO

Los acordes solitarios de una guitarra anteceden una voz que acaricia y que parece susurrar al oído: “Olha que coisa mais linda/ Mais cheia de graça/ É ela, menina/ Que vem e que passa/ Num doce balanço/ A caminho do mar”.

Son los 5 minutos y 20 segundos en los que el genial cantante y compositor brasileño João Gilberto no solo detiene el tiempo, siempre que cualquier oyente la repita y repita sin descanso, sino que inmortaliza los acordes de Garota de Ipanema (La chica de Ipanema). Una tonada compuesta por sus amigos Tom Jobim y Vinicius de Moraes, que para muchos es el verdadero himno de Brasil.

Esa voz inconfundible y hermosa de Gilberto, cargada de ese saudade (nostalgia), que solo puede salir de la combinación mágica del portugués con las notas musicales, se apagó el pasado sábado a los 88 años, frente a las infinitas playas de Río de Janeiro. La ciudad que lo acogió y a la que siempre regresó, en las buenas y en las malas.

A mediados del siglo pasado, una movida musical vanguardista –al lado de Jobim y de Moraes– irrumpió con fuerza en 1958, con el disco Chega de saudadede Gilberto, el cual marcó no solo el punto de partida de su brillante carrera artística, sino también la aparición de la bossa nova.

El público quedó hechizado por su suave voz, las armonías de Jobim y las palabras de Moraes. En 1960 y 1961 lanzó otros dos álbumes, con composiciones de Jobim y Moraes, junto a otros referentes.

Se trató, sin duda, de una de las movidas de ruptura más importantes en la historia musical brasileña, cuya influencia sería definitiva para futuras generaciones. Así lo refleja el trabajo de artistas relevantes como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Chico Buarque, Toquinho o Maria Bethânia, entre otros muchos.

De hecho, João Gilberto compartió escenario y estudios de grabación con muchos de ellos, quienes lo veían como su padre y faro musical. De allí que, como lo anota el diario El País, de España, “sin discos como Chega de saudade Caetano Veloso, Gilberto Gil, Chico Buarque y muchos otros no existirían”.

Precisamente Veloso, uno de los más fervientes admiradores de Gilberto, le comentó en una entrevista al rotativo madrileño, luego de recitar algunas estrofas de João y otros genios de la bossa nova: “Mejor que eso, solo el silencio; mejor que el silencio, solo João”.

Veloso anotó, al enterarse de la muerte, que Gilberto “llegó en el momento exacto” a su vida y “dio sentido profundo a la percepción de las artes en cualquier nivel”.

El rotativo español anota que a diferencia de la samba, cuya inspiración se sustentó más en “los guetos y fue traída a Brasil por los africanos, la bossa nova nació de una clase media blanca en el sur de Río, donde se concentran los barrios más nobles”.

Un disco inmortal

Aunque grabó muchas canciones y discos, tal vez uno en particular partió en dos la carrera de Gilberto y la movida bossa nova, tan solo unos años después de Chega de saudade.

Se trató del álbum Getz / Gilberto, el cual João trabajó con Jobim y otros músicos de jazz como el saxofonista Stan Getz, y que vio la luz en el año de 1964, bajo el sello Verve Records.

Para los amantes de la música brasileña, este es un ‘diamante’ sonoro que incluye la inmortal interpretación de Gilberto de Garota de Ipanema, cantada junto a Astrud Gilberto, su primera esposa (quien lo dejó por Getz), y que se consagró como un éxito mundial.

En especial, cuando en 1967, Frank Sinatra lo incluyó en inglés (Girl from Ipanema) en su repertorio, y la bossa nova cautivó a toda la audiencia internacional.

Pero Getz / Gilberto no solo incluía a Garota de Ipanema como su canción insigne. Entre sus ocho cortes –que son todos verdaderas joyas para cualquier fanático de esta música– están nada menos que Desafinao y Corcovado (Quiet Nights of Quiet Stars). Otras dos canciones que hoy son, sin duda, patrimonio del legado musical brasileño.

El álbum, como era de esperarse, arrasó al año siguiente de su salida al mercado (1965) en los Premios Grammy. Ganó como mejor álbum del año, mejor álbum instrumental de jazz, individual o de grupo, y grabación mejor diseñada (no clásica). Y como si esto no fuera suficiente, Garota de Ipanema se llevó la categoría de mejor canción del año.

Luego, por casi 20 años, el guitarrista y cantante vivió en Nueva York, con un interludio de dos años en México. Y regresó a Río, donde siguió subiéndose a los escenarios.

Un ocaso con sabor triste

Nacido el 10 de junio de 1931 en Juazeiro, en el estado de Bahía (noreste de Brasil), João Gilberto Prado Pereira de Oliveira descubrió la música con su primera guitarra, a los 14 años.

Cuatro años después, Joaozinho abandonó su pueblo natal para ir a Salvador de Bahía, donde fue escuchado en la radio local, y a los 19 años se fue a Río de Janeiro.

Allí tocó en una pequeña banda, Garotos da Lua, con la que hizo sus primeras grabaciones, y en 1957 se dio a conocer como guitarrista en un disco de Elizeth Cardoso, Cançao do Amor Demais, compuesto por Tom Jobim y Vinicius de Moraes.

Si bien sus familiares y amigos los definían como un genio de un perfeccionismo obsesivo, como lo plasmó en sus recordadas interpretaciones, Gilberto también fue famoso por sus excentricidades. Prefería encerrarse en su casa en pijama y sufría de una cierta fobia social. Apenas entreabría la puerta para recibir comida de un restaurante.

La mayoría de los brasileños lo vieron por última vez en un video en 2015, donde aparecía, muy delgado y en pijama, cantando Garota de Ipanema a su nieta, acompañado de la guitarra.

Los últimos días de este referente internacional de la música brasileña no fueron los más felices. 

Gilberto había quedado en medio de una pelea entre sus hijos mayores, João Marcelo y Bebel Gilberto, también músicos, con su última exesposa Claudia Faissol, una periodista cuarenta años más joven que él y madre de su hija adolescente. Bebel y João Marcelo acusan a Faissol de haberse aprovechado del músico, pero la trama trascendía el dinero.

Desde finales de 2017, Gilberto había quedado bajo tutela de su hija Bebel, quien aseguró que su padre ya no podía cuidar de su salud ni de sus finanzas debido a su fragilidad física y mental.

Bebel avaló un allanamiento del apartamento cuyo alquiler Gilberto llevaba meses sin pagar en el barrio Leblon. El cantante fue obligado a salir del inmueble y se trasladó a un apartamento prestado en Gávea.

El declive había comenzado en 2011, cuando Gilberto se había comprometido a hacer una gira de conciertos por sus 80 años, pero la suspendió alegando problemas de salud.

El cantante había recibido un millón de reales (entonces, unos 600.000 dólares) como adelanto y fue obligado a devolverlos.

En medio de un prolongado pleito con su primera discográfica, sin álbumes nuevos desde 1989 y sin presentaciones desde 2008, Gilberto vendió en 2013 el 60 por ciento de los derechos sobre sus cuatro primeros discos al banco Opportunity.

En 2001 ganó el Premio Grammy al mejor artista de música del mundo por su álbum Joao: Voz e Violao.

Su éxito no acaba allí: en agosto de 2008, las entradas para sus conciertos para el 50.° aniversario de la bossa nova se agotaron en menos de una hora, y en 2015 se presentó en los festivales de Viena, Marcillac y Marsella.

Legado inolvidable

Pero nada de esta triste etapa final en la vida de João Gilberto podrá eclipsar la genialidad y legado de este gigante de la música brasileña, que trascendió generaciones, desde cuando interpretó Garota de Ipanema en un concierto inolvidable en el neoyorquino Carnegie Hall, en 1964.

Un recinto al que regresaría otras veces, como lo cuenta el periodista radial y experto musical Emilio Sánchez Salamanca, quien hace parte de esa nueva generación de seguidores que también sucumbió a la adicción magnética que generaba la música de Gilberto. El bogotano tuvo el privilegio de verlo justamente en el Carnegie Hall, en compañía de su padre, el también periodista Jaime Sánchez Cristo, quien se lo reveló desde cuando era muy niño.

“El día que cumplí siete años, en House Music, maravilloso y desaparecido club para amantes de la música de Bogotá, mi papá me regaló #GetzGilberto, un disco que cambió mi vida para siempre. Que en paz descanse el eterno #JoãoGilberto”, recordó Sánchez Salamanca en su cuenta de Twitter.

En el mismo sentido se declaró el músico brasileño Gilberto Gil, quien anotó: “Se fue João Gilberto, el mayor genio de la música brasileña. Influencia definitiva en mi canto. Hará mucha falta su legado, es importantísimo para Brasil y para el mundo”.

Por eso, como anota Emilio Sánchez, el cielo debe estar de fiesta en estos momentos con la llegada del guitarrista y músico brasileño.

“Buen viaje maestro #JoãoGilberto. Esta noche en el cielo agarre a @jobimoficial, a #StanGetz y a #ViniciusDeMoraes, y hágase una jam session con ellos. Por aquí lo vamos a extrañar demasiado”.

Y a los de acá abajo nos queda su música, en especial esa interpretación inolvidable de Garota de Ipanema, que no nos cansaremos de repetir, oprimiendo play las veces que sea necesario, inundados de saudade.

Carlos Restrepo*
Cultura y Entretenimiento


Tomado del diario EL TIEMPO