Jorge Carrascal, el crac inamovible de la Selección

Foto: Jonh Jairo Bonilla / EL TIEMPO

El cartagenero es, hasta ahora, el jugador más destacado de Colombia en el Preolímpico. Su historia.

Por: José Orlando Ascencio

EL TIEMPO

Jorge Andrés Carrascal es irreverente en la cancha y eso es una característica que ganó en la calle, en su barrio, en el sitio donde nació y creció antes de llegar al fútbol profesional. Ese desparpajo le ha abierto puertas y lo tiene hoy como el jugador más destacado de la Selección Colombia Sub-23, en el torneo Preolímpico.

Carrascal juega hoy en River Plate, a donde llegó luego de dar vueltas por el mundo buscando oportunidades. Pero la primera vez que consideraron que tenía futuro en el fútbol fue muy cerca de su casa, en Cartagena. Vivía en el barrio Escallón Villa y sus tíos conformaron un equipo, el Club Deportivo Heroicos, donde comenzó a destacarse.

“Nosotros tuvimos a Jorge a los 7 años en un torneo que organizó el Ider, para niños de hasta 8 años. De hecho, en ese torneo perdimos la final y él erró uno de los dos penaltis”, le dijo a EL TIEMPO Óscar ‘Toto’ Barrios, periodista y entrenador de fútbol aficionado. “Desde entonces, le vimos las características de un muchacho inquieto, muy vivo para la categoría”, afirmó.

El fútbol era una válvula de escape para Carrascal, que creció en un medio muy difícil. Él mismo lo reconoció en una entrevista que le dio al diario argentino Olé.

“La falta de oportunidades en mi ciudad es muy complicada… Hay muchos talentos que se han perdido por eso: porque es eso o robar, es eso o terminas en una cárcel, o terminas muerto. No te brindan salidas. Y la gente también puede ser muy cómoda: le gusta tener dinero, tener esto o lo otro, y si no salen a trabajar lo buscan de la manera más sucia, vendiendo droga, vendiendo toda clase de cosas”, explicó.

De Los Heroicos, Carrascal llegó a la Selección de Bolívar, y ahí comenzó a llamar la atención de los clubes profesionales. Fue observado por algunos de los equipos de Medellín, con el club Formar Antioquia como puente, pero no hubo arreglo. El que sí terminó llevándoselo fue Millonarios.

“Neys Nieto, que era el cazatalentos de Millonarios, preguntó por algún chico del a Selección y le dijimos: ‘El diferente es el chico ese, el número 10′, en ese entonces jugaba con el 10. Y luego, el mismo Nieto fue a verlo junto a Juan Carlos García, el hijo del ‘Chiqui’, que era entrenador en Millonarios” recordó Barrios. “Ahí mostró la misma personalidad de ahora, se le notaba que tenía mucha calle, pero calle buena”.

En Millonarios jugó su primer partido como profesional en 2014, cuando el técnico era Ricardo Lunari. El argentino, en diálogo con EL TIEMPO, dijo que en su momento ese jugador le llamó muy pronto la atención.

“Lo vi en las dos primeras prácticas que tuvo con nosotros y fui y le dije al presidente, a Enrique Camacho: vino un chico con características muy similares a Juan Román Riquelme en sus comienzos. Esa fue la primera impresión que me dio”, señaló Lunari. “Me hizo acordar mucho del partido que Boca le gana la Intercontinental al Real Madrid. Riquelme recién estaba en sus primeros años y los del Real Madrid no se la podían quitar, con él pasó lo mismo. Aparte de eso tenía un tranco muy largo y gambeteaba en velocidad, que no es muy fácil”.

“Era un flaco alto, con una habilidad bastante inusual en un jugador de su talla (mide 1,79 metros). Por lo general los habilidosos son los que están más cerquita del piso. Sin embargo, era muy alto y muy habilidoso. Era difícil quitarle la pelota”, agregó.

Lunari, que recibió el plantel profesional de Millonarios en 2014 tras la salida del español Juan Manuel Lillo, lo llevó al banco en un partido contra Uniautónoma, el 2 de noviembre de 2014, y ocho días después lo hizo debutar en Ibagué, en un juego contra Tolima.

“Como Millonarios ya estaba eliminado y nos quedaba un partido, ya no podíamos clasificar, con mi asistente decidimos llevarlo a Ibagué y ponerlo a debutar. Ya tenía una edad suficiente para ponerlo a jugar”, declaró el argentino, y agregó:

Sin embargo, solo jugó con Millonarios un par de partidos más, cuando el DT era Rubén Israel. “Queríamos seguir trabajando con él, pero al otro año tuvo unos problemas disciplinarios y el club lo había suspendido, entonces no tuvimos mucho más contacto con él”, señaló Lunari.

Ya para esa época el Sevilla, de España, lo tenía entre ojos. Carrascal había jugado el Suramericano Sub-17 en 2015 con Colombia. Allá lo vieron e hicieron una oferta por él. Sin embargo, una lesión de ligamentos puso en duda su transferencia. Pero era tanto el interés de los españoles que dijeron estar dispuestos a llevarlo así. En 2016 saltó a Europa.

Sin cupo en el primer equipo, fue cedido al Sevilla Atlético, donde siguió su recuperación. Pero forzaron su regreso a las canchas y recayó en la lesión. Cuando por fin pudo jugar con normalidad, no estaba inscrito. Así que debía tomar una decisión: aguantar seis meses más por fuera de las canchas o irse a otro club. Hizo lo segundo.

Su nuevo destino era exótico: el Karpaty Lviv, de Ucrania. Allá tuvo que acostumbrarse a una nueva vida, a andar con un traductor, a comer muy diferente a lo que comía en Cartagena o en España. Pero ya Carrascal había tenido pruebas más duras. Jugó 40 partidos allá, entre Copa y Liga, y anotó seis goles.

De ahí saltó a River Plate, donde lo presentaron como el ‘Neymar colombiano’, un apodo que no le gusta. “La verdad es algo muy exagerado. Creo que todo futbolista tiene su carrera y quiere tener su propio nombre. No es que lo tome mal, pero no me gusta. Pero bueno. Ojalá algún día a algún jugador lo apoden Carrascal, jaja, ¡uno nunca sabe!”, le dijo a Olé.

En River aún no es titular fijo, pero lo tienen en buena consideración. Y de allá vino a la Selección sub-20, donde fue protagonista en los dos partidos que ha jugado el equipo en el Preolímpico. En el primero, porque el técnico lo sacó de la cancha cuando era figura. Y en el segundo, cuando brilló con participación directa en los cuatro goles a Ecuador. El que hizo fue la mejor muestra de que la buena calle que ganó en Cartagena no se ha perdido.

José Orlando Ascencio
Enviado especial de EL TIEMPO
Pereira


Tomado del diario EL TIEMPO