Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, nos habla en esta ocasión de la relación de la iglesia con los jóvenes en tiempos modernos.
Recientemente se concluyó el Sínodo de los Obispos que analizó la realidad de los jóvenes en nuestro tiempo. Al terminar las deliberaciones, los obispos suscribieron un documento conclusivo en el que presentan algunos de los temas que trataron; todos llenos de interés y actualidad para nosotros. Probablemente este texto será la base, como ha ocurrido en otras ocasiones, para que el Papa escriba una Exhortación Apostólica; pero resulta interesante recoger desde ya, sintéticamente, algunas de esas reflexiones.
- Los jóvenes quieren ser escuchados, reconocidos y acompañados a nivel personal y grupal; desean que se les dedique tiempo para acoger su opinión como algo importante en el campo social y eclesial.
- Ayudar a los jóvenes a hacer discernimientos esenciales es una misión que debe realizar la Iglesia, a fin de acompañarlos en un mundo caracterizado por el pluralismo y una amplia disponibilidad de opciones. En esto es fundamental el sacramento de la Reconciliación.
- Es irremplazable el papel de los centros educativos y de las parroquias para la formación integral de los jóvenes, para hacerlos capaces de vivir una fe madura y para llevarlos a un compromiso en la transformación del mundo.
- Las migraciones se presentan hoy como un paradigma de nuestro tiempo, no son algo transitorio sino estructural en nuestra sociedad. Ellas afectan principalmente a los jóvenes con su ímpetu para ir a otros lugares y su necesidad de ser acogidos y ayudados.
- Es preciso implementar medidas rigurosas, especialmente en la formación de los que tendrán tareas educativas y pastorales, que prevengan y eviten la repetición de abusos de poder, de conciencia y de sexo por parte de clérigos o laicos en contextos eclesiales.
- Hay que promover la conversión y la solidaridad frente a prácticas como el desempleo, las persecuciones étnicas, las inequidades económicas y las exclusiones religiosas que vulneran a muchos jóvenes como si fueran “descartables” para la sociedad.
- Los jóvenes pueden aportar mucho para que la Iglesia se sacuda de encima “la pesadez y las lentitudes”. Jesús aparece joven entre los jóvenes y se cuenta con el testimonio de muchas santos jóvenes. Es necesario acoger e integrar la juventud en la Iglesia.
- Hay necesidad de una mayor valoración de la mujer, porque su ausencia empobrece el camino de la sociedad y de la Iglesia. Debe darse una presencia femenina en todos los organismos eclesiales y una participación femenina en los procesos de toma de decisiones.
- Darse uno mismo es un camino a la auténtica felicidad. Cada persona debe vivir su propia vocación específica en el campo familiar, profesional y eclesial. Por eso, hay que presentar a los jóvenes la misión como una brújula segura.
- El mundo digital es como una plaza donde los jóvenes pasan mucho tiempo. Puede ser un medio para formarse o un espacio en que sufren soledad, manipulación, explotación y violencia. Es necesario impregnar el mundo digital de Evangelio.
- Los jóvenes quieren confrontar explícitamente todas las cuestiones relacionadas con la sexualidad. La Iglesia, con caminos formativos renovados, les debe ofrecer la belleza de la visión cristiana sobre el cuerpo y sobre el sexo.
- Las diversas vocaciones se encuentran en la única y universal llamada a la santidad. La Iglesia está llamada a renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a permanecer fieles al Evangelio.
Redacción Paz Estéreo. Con información de la Conferencia Episcopal de Colombia.