La ministra de Cultura de Francia apela a la «historia de amor» de Rimbaud y Verlaine para que entren en el Panteón de hombres ilustres

Roselyne Bachelot defiende una razón nada literaria que tiene mucho de provocación política: hacer entrar en el monumento a una pareja de grandes poetas, con una historia de escandalosas relaciones homosexuales

Por: Joaquín Pedro Cañonero / Corresponsal en París

ABC

Roselyne Bachelot, ministra francesa de Cultura, encabeza una lista de más de cien personalidades pidiendo a Emmanuel Macron que Paul Verlaine (1844-1896) y Arthur Rimbaud (1854-1891) entren “juntos” en el Panteón de hombres ilustres de la Nación.

El Panteón es un edificio de estilo neoclásico, construido entre 1757 y 1790, en el distrito V de París, “consagrado” originalmente como “templo republicano”, junto a la Iglesia de Santa Genoveva, la patrona de París, en el montículo urbano del mismo nombre. Durante medio siglo corto, hasta la muerte de Victor Hugo, el “templo” que debía “rivalizar” con una iglesia gótica, sufrió muchas transformaciones, religiosas, laicas, políticas, para cobrar, con la III República, su vocación definitiva: Panteón de los hombres ilustres de Francia

En ese Panteón parisino fueron inhumados los restos mortales de Voltaire, Rousseau, Víctor Hugo, Émile Zola, Jean Jaurès, Alexandre Dumas, Pierre y Marie Curie, André Malraux, y, mucho más reciente, Simone Veil, entre muchos otros. La decisión de enterrar en el Panteón a las grandes personalidades nacionales es una decisión “soberana” del jefe del Estado, que no puede tomarla a la ligera, aunque pueda existir una cierta arbitrariedad relativa y contestada, en algunos casos. El entierro de Víctor Hugo fue un acontecimiento nacional e internacional. El entierro en el Panteón de André Malraux fue mucho menos ecuménico.

Históricamente, los presidentes franceses han sido proclives a enterrar en el Panteón a grandes hombres públicos, políticos (Jean Monnet) o resistentes (Jean Moulin). Voltaire y Rousseau fueron gigantes intelectuales, cuya obra tuvo una palmaria importancia histórica, cívica. Los grandes creadores artísticos (pintores, como Monet), o literarios (Chateaubriand, Proust), quedaron privados históricamente de Panteón.

Historia de amor

La iniciativa que apoya la ministra de Cultura tiene varias dimensiones sensibles, que ella comienza por defender de este modo: “Primera razón, literaria. No diré que Rimbaud y Verlaine son los dos poetas más grandes de la literatura francesa. Pero nadie me negará que están entre los cinco primeros. La segunda razón es esta: la historia de amor entre Rimbaud y Verlaine es un fiel reflejo de todos los compromisos de mi carrera política, denunciando todo tipo de discriminaciones…”.

Todo está dicho. Octavio Paz estimaba que la poesía moderna comienza con los poemas en prosa de Baudelaire. Pero Rimbaud y Verlaine ocupan el “segundo” puesto en la historia de las literaturas en lengua romance. Sin duda, otros grandísimos autores pudieran “reclamar” su entrada póstuma en el Panteón de hombres ilustres de Francia.

Roselyne Bachelot defiende una razón nada literaria que tiene mucho de provocación política: hacer entrar en el Panteón a una pareja de grandes poetas, con una historia de escandalosas relaciones homosexuales, entre un soltero (Rimbaud) y un casado (Verlaine). El detalle provocador salta a la vista: Bachelot, ministra de cultura de Emmanuel Macron, ya fue ministra de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, los dos últimos presidentes conservadores de Francia.

El presidente Macron se tomará su tiempo de reflexión antes de estudiar o sugerir el estudio del entierro de la pareja Verlaine-Rimbaud en el Panteón de hombres ilustres de la Nación. Cuando eso ocurra, previsiblemente, Francia estará consumando una suerte de “revolución tranquila” altamente simbólica.


Tomado del portal español ABC