(Radio Vaticano - news.va)
“La persecución es el pan cotidiano de la Iglesia”. Lo reafirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Como sucedió a Esteban, el primer mártir, o a los “pequeños mártires” asesinados por Herodes, también hoy – afirmó el Papa – tantos cristianos son asesinados por su fe en Cristo, mientras otros son perseguidos “educadamente” porque quieren manifestar el valor de ser “hijos de Dios”.
Existen persecuciones sanguinarias, como el ser devorados por animales feroces para la alegría del público en las gradas, o saltar por el aire a causa de una bomba a la salida de la Misa. Y persecuciones con guantes blancos, encubiertas “de cultura”, aquellas que te confinan en un rincón de la sociedad, que llegan a quitarte el trabajo si no te adecúas a las leyes que “van contra Dios Creador”.
Mártires de todos los días
El relato del martirio de Esteban, descrito en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles propuesto por la liturgia del día, inspiró al Papa a hacer algunas consideraciones sobre una realidad que desde hace dos mil años es una historia dentro de la historia de la fe cristiana, a saber, la persecución:
“La persecución, yo diría, es el pan cotidiano de la Iglesia. Jesús lo ha dicho. Nosotros, cuando hacemos un poco de turismo por Roma y vamos al Coliseo, pensamos que los mártires eran aquellos asesinados por los leones. Pero los mártires no fueron sólo aquellos allí, o aquellos otros. Son hombres y mujeres de todos los días: hoy, el día de Pascua, hace apenas tres semanas… Aquellos cristianos que festejaban la Pascua en Pakistán fueron martirizados precisamente porque festejaban a Cristo Resucitado. Y así la historia de la Iglesia va adelante con sus mártires”.
Persecuciones “educadas”
El martirio de Esteban desencadenó una cruel persecución anticristiana en Jerusalén, análoga a la que hoy sufre quien no es libre de profesar su fe en Jesús. “Pero – observó Francisco – hay otra persecución de la que no se habla tanto”, una persecución “disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso”:
“Es una persecución – yo diría un poco irónicamente – ‘educada’. Es cuando se persigue al hombre no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del Hijo de Dios. ¡Es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos! Y así vemos todos los días que las potencias hacen leyes que obligan a ir por este camino y una nación que no sigue estas leyes modernas, cultas o, al menos, que no quiere tenerlas en su legislación, es perseguida educadamente. Es la persecución que quita al hombre la libertad, ¡incluso de la objeción de conciencia!”.
La gran apostasía
“Ésta es la persecución del mundo” que “quita la libertad”, mientras “Dios – afirmó el Pontífice – nos ha hecho libres” para dar testimonio “del Padre que nos ha creado y de Cristo que nos ha salvado”. Y esta persecución – añadió – “también tiene un jefe”:
“Al jefe de la persecución ‘educada’, Jesús lo ha nombrado: el príncipe de este mundo. Y cuando las potencias quieren imponer actitudes, leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra Dios Creador. Es la gran apostasía. Así la vida de los cristianos va adelante con estas dos persecuciones. También el Señor nos ha prometido que no se alejará de nosotros. “¡Estén atentos, estén atentos! No caigan en el espíritu del mundo. ¡Estén atentos! Pero vayan adelante. Yo estaré con ustedes”.
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