Comunidad internacional se comprometió a movilizar 252,7 millones de euros en ayuda de urgencia.
La tragedia que vivió Beirut luego de la devastadora explosión en el puerto de la capital libanesa el martes pasado solo se equipara a los tiempos que vivió Líbano durante los años de la guerra civil (1975-1990).
“Eran las mismas escenas, la ciudad estaba completamente devastada, las personas circulaban en las calles heridas, desesperadas, sin saber a dónde ir”, le dijo a la AFP el director de la ONG Médicos Sin Fronteras, Mego Terzian.
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La comparación no es para menos. Las imágenes de las zonas afectadas por la explosión muestran a una Beirut que parece como si acabara de salir de una guerra: calles destrozadas, personas heridas y edificios en ruinas.
La violenta deflagración, causada, según el Gobierno, por la explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenado desde el 2014 sin ninguna medida de seguridad en el puerto de Beirut, dejó un cráter de 43 metros de profundidad, según una fuente de seguridad.
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La magnitud de la explosión fue tal que al menos 158 personas murieron, más de 6.000 resultaron heridas y más de 300.000 se quedaron sin hogar.
El hecho sacó a flote las otras tragedias del Líbano, un país que se enfrenta a la peor crisis económica en los últimos años. Desde hace varios meses, cada vez más ciudadanos afectados por el hundimiento económico acuden a ONG, que atienden principalmente a los dos millones de refugiados sirios y palestinos que viven allí.
Además, los libaneses de clase media sufrieron la caída histórica de la moneda y el aumento de precios, en un contexto de despidos masivos y recortes salariales. Incluso, según cifras del Programa Mundial de Alimentos, la inflación de los alimentos básicos se disparó en un 109 por ciento entre septiembre y mayo.
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“La moneda nacional ha experimentado una dura devaluación, el nivel de endeudamiento del país de su deuda externa equivale al 170 por ciento del PIB, hay un alto desempleo y hay muchas quejas de sectores sociales por el manejo que el gobierno de coalición le ha dado al país”, explicó a EL TIEMPO Janiel Melamed, doctor en Seguridad Internacional y profesor de la Universidad del Norte.
En Líbano, al que se lo conoció como la Suiza de Oriente Próximo, cohabitan cristianos maronitas, musulmanes chiíes y suníes, palestinos refugiados, sirios, drusos, cristianos ortodoxos y católicos.
Y se cree que los elementos de descontento social y económico pueden avivar las tensiones intercomunitarias que existen.
Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, le dijo a este medio que “la viabilidad del Líbano depende del equilibrio entre sus grupos. El Líbano es la democracia consolidada del mundo árabe. Y con esta explosión se pueden reavivar las tensiones entre las comunidades”.
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“Quince años de guerra civil no se borran con la firma de un papel; tiene que haber una participación de todos los sectores, y no todo el mundo quedó contento con la repartición. Tras la tragedia, las tensiones políticas se van a exacerbar y si la comunidad internacional no toma medidas de apoyo y acompañamiento, están todas las herramientas para que Líbano se desmorone”, agregó Melamed.
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La comunidad internacional se comprometió este domingo a movilizar 252,7 millones de euros en ayuda de urgencia para la población del Líbano. Esa cantidad, de la que informó la presidencia francesa, fue decidida en una videoconferencia de donantes en la que París y la ONU reunieron a unos 30 mandatarios y altos responsables de todo el mundo y de instituciones como la Unión Europea (UE) y el Banco Mundial para coordinar el apoyo.
Su objetivo era responder a las necesidades más urgentes sobre el terreno, especialmente en los ámbitos sanitario y alimentario, y decir que a más largo plazo sus participantes están dispuestos a respaldar la recuperación económica y financiera libanesa si las autoridades locales se comprometen a efectuar reformas de peso.
Por ahora, y un día después de que el primer ministro libanés, Hasan Diab, anunció unas elecciones anticipadas, dos ministros renunciaron este domingo: la de Información y el de Medio Ambiente y Desarrollo Administrativo.
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Todo esto mientras este fin de semana miles de manifestantes enfurecidos salieron a las calles a manifestarse en contra de las autoridades, a quienes responsabilizan por la explosión, y para pedir la dimisión de todos los dirigentes políticos.
Unas protestas que han terminado en choques con la Policía y que solo el sábado –cuando grupos de manifestantes lograron irrumpir en cuatro ministerios y en la sede de la Asociación de Bancos– dejaron más de 250 heridos. Pero que, además, recuerdan las manifestaciones contra la crisis económica que ya se habían dado en octubre de 2019.
REDACCIÓN INTERNACIONAL*
*Con Efe y AFP
Tomado del portal del diairo EL TIEMPO / Agencias EFE y AFP