Margaret Atwood, Ida Vitale y el sonido de los pájaros

Foto: Ida Vitale (izquierda) y Margaret Atwood con un tucán de tela durante el Hay Festival en Cartagena. Daniel Mordzinski

Las escritoras comparten una fascinación por las aves y la poesía. En el Hay Festival, la autora de ‘El cuento de la criada’ imita el sonido de un búho y habla de su libro de poemas

Por: Catalina Oquendo / Cartagena de Indias

EL PAÍS (ES)

Si se la mira bien Margaret Atwood tiene cara de pájaro. Uno de pequeños ojos azules y mirada aguda, cejas arqueadas, nariz hacia abajo y labios delgados que al unirse en una sonrisa cerrada parecen un pico. En Cartagena de Indias, la autora de El Cuento de la criada y Los Testamentos habla en el Hay Festival de la distopía que plantea en sus libros más conocidos, de poesía y de cambio climático, pero se le ilumina el rostro cuando le preguntan por pájaros. Es un ave rara.

Atwood no solo integra el Club de Aves Raras de BirdLife International sino que sabe imitar a los pájaros. ¿Es cierto que puede hacer los sonidos de las aves? -¿Quieres que te haga el de un búho?, responde a EL PAÍS y cierra las manos a la altura de su boca para soltar un buuubú buuubú.

Lo aprendió después de años de observación de pájaros, una pasión que compartía con su esposo, Graeme Gibson, fallecido hace seis meses. Las aves, dijo en Cartagena, permiten saber lo que pasará con nosotros, con el clima. “Si sigues a las aves, puedes saber lo que le está sucediendo al planeta”. “Colombia es un destino enorme para nosotros los observadores de aves. Tengo muchísimos amigos pajareros que están aquí haciendo avistamiento”, cuenta Atwood, que recientemente estuvo observando estos animales en Panamá. En Cartagena visitó el Aviario Nacional de Colombia, donde hay más de 1.800 aves de 138 especies diferentes, aunque al hotel Santa Clara donde se alojaba los pájaros llegaban a trinar cada mañana o a robarles comida a los huéspedes.

Algo pasa con los pájaros y la literatura. En el mismo hotel, la poeta uruguaya Ida Vitale se la pasó observando esas aves que llegan al pozo central del edificio que en 1621 se construyó como convento, con los años se convirtió en cárcel y después, terminó siendo hospital de caridad. “El hotel está lleno de pajarracos negros, que son un poco agrestes, oscuros, de un negro azulado y larga cola. En México creo que los llaman sanates”, dice Vitale, distinguida con el premio Cervantes en 2018. Como alguien que los ha observado durante años, explica que la hembra tiene un tono más marrón que el macho. “Tiene más gracia, es más chiquita”.

Vitale ha dedicado cientos de poemas a los pájaros. Ha escrito sobre estorninos, torcazas, cotorras, benteveos, golondrinas, abejas y gorriones, así como de los árboles que los acogen. De naturaleza. “En el árbol, el pájaro/ canta a solas su miedo/de estar solo”, escribió la poeta. En De plantas y animales, Vitale los aborda desde el ensayo y describe minuciosamente los bichos, plantas y otros animales presentes en su obra de más de setenta años. Un catálogo con el cual hace homenaje a una tía suya que además de ser profesora de sordomudos llevaba un cuaderno con anotaciones sobre plantas y aves. “Es un mundo muy simpático: las plantas y animales rara vez traen problemas”, ha dicho la poeta en una entrevista y en eso coincide con Margaret Atwood.

Con la canadiense comparte también la poesía. Mientras El Cuento de la Criada y ahora Los Testamentos ocupan la atención del público, Atwood está lista para publicar Dearly, un libro de poemas. El último de este género fue The Door, en 2007, pero como dijo en Cartagena, jamás dejó de escribir. “Nunca me olvidé de la poesía. No es que haya dejado, es solo que ahora vuelvo a publicar”, dijo al ser preguntada por EL PAÍS. “Escribo a mano. Luego trato de descifrar qué fue lo que escribí y lo paso al computador. Junto varios poemas y veo si es suficiente para publicarlos”, contó, para volver al tema de los pájaros.

Tanto Atwood como Vitale se desenvolvieron en el mundo de las aves y los bichos desde niñas. En el caso de la escritora canadiense fue su padre, un entomólogo y observador de pájaros, quien la acostumbró a mirarlos en los bosques de Canadá. Luego conoció y se enamoró de Gibson, autor del libro The Bedside Book of Birds, donde se compilan observación científica, ensayos y poemas propios y de autores como Jorge Luis Borges y Edgar Allan Poe. Poetas y pajareros ayudaron a crear el Springsong, un festival de literatura y aves, así como un observatorio en la isla Pelee, en Ontario. Atwood quiere que su éxito en la literatura llegue de alguna forma a los pájaros. La escritora publicará una edición especial de Los Testamentos que incluye documentos escritos a mano por ella, el sobre de la Tía Lidia, uno de los personajes más importantes de sus libros, para recaudar dinero para la conservación de aves. “¡Los documentos filtrados del interior de Gilead pueden ser tuyos, además ayudas a proteger aves!”, escribió Atwood.

“Soy una entusiasta de la conservación porque dependiendo de lo que pase con las aves podemos ver hacia dónde va el mundo y las cosas que estamos mejorando y las que estamos empeorando. Los pájaros pueden volar a cualquier lado. Puedes ver que si el agua es buena para un ave es buena para que la tome un humano, pero si el agua está envenenada y el ave cae, el hombre no debería beberla”, concluyó Atwood.


Tomado del diario EL PAÍS (ES)