El Papa Francisco reitera en este día la importancia del Año Jubilar, en su mensaje invita a vivir las obras de la misericordia corporales y espirituales. «La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17).
El Santo Padre extendió una invitación a todos los feligreses: "Escuchar la Palabra de Dios y participar en la iniciativa 24 horas para el Señor", resaltando la misericordia de Dios, como un anuncio para el mundo, en el que ser cristiano permita experimentar
«Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios», escribe el Papa Francisco.
El Papa menciona que el ministerio de la misericordia divina se revela a través de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel, «alcanza su culmen en Jesús el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8).
Asimismo Francisco nuevamente resalta la importancia de de las obras de misericordia corporales y espirituales, ansioso de que su pueblo razone sobre ellas durante el Jubileo: «será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15).
Llama la atención la advertencia del Papa Francisco, se refiere al delirio que se asume en las formas sociales y políticas, según como se ha visto el totalitarismo del siglo XX, y en el cómo se ven las ideologías del pensamiento único de la tecnología, “que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar”, agregó el Pontífice.
La importancia de la Cuaresma para el Año Jubilar 2016 es un tiempo favorable, “para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia”. A propósito, recuerda que nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente “tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo”, asegura Francisco. De este modo, explica que a través de este camino también los ‘soberbios’, los ‘poderosos’ y los ‘ricos’, “tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos”.
Para concluir está reflexión, el Papa exhorta; siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, “los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno”.
(Tomado de: R.V- Zenit)