Narcotráfico y disidencias, la mezcla que azota al Cauca

Foto: Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

En el departamento hay cultivos de coca y marihuana, y tres estructuras de disidencias de las Farc.

En esta semana, dos masacres han sacudido el norte del Cauca. En la primera, el martes, fueron asesinados 5 indígenas en Tacueyó, Toribío. Y en la segunda, este jueves, en hechos distintos cinco personas fueron asesinadas en Corinto.

Las autoridades siguen investigando los móviles y autores de los hechos, pero preliminarmente se ha señalado a las disidencias de las Farc en ambos casos. Y en general, la principal razón del conflicto en el Cauca, que afecta especialmente a las comunidades indígenas, radica en el problema del narcotráfico, según han explicado fuentes de la Fiscalía General.

De acuerdo con la última medición del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), que hace la ONU, entre 2017 y 2018 Cauca fue uno de los departamentos en los que más se incrementaron los cultivos de coca, pasando de 15.960 hectáreas en 2017  a 17.117, un 7 % más. Y el incremento en la cifra de cultivos no es solo de esos años. En 2010, solo había 5.908, 8 años después (2018) había más de 17.000.

Además, en 2018, el 70 % de los desmantelamientos de infraestructuras de producción primaria, el 74 % de las infraestructuras de producción de clorhidrato de cocaína afectadas y el 56 % de las incautaciones de base de cocaína en el país se concentraron en cuatro departamentos: Nariño, Putumayo, Norte de Santander y Cauca.

Asimismo, en esta zona, según lo analizó el Simci, también se concentran muchos homicidios en el marco de confrontaciones.

Adicionalmente, en el norte de Cauca –que comprende 13 municipios– no solo se concentran los cultivos de hoja de coca y de marihuana tipo creepysumado al corredor natural que conforman la región del Naya y el cañón del Micay, que permite llegar a la costa pacífica y de allí embarcar la droga hacia Centroamérica.

En 2016 se detectaron 236 hectáreas sembradas con marihuana en este departamento; de ellas, un 80 por ciento haría parte de la variedad creepy, con un alto porcentaje psicoactivo, que hoy tiene su precio disparado en el exterior, hasta 70.000 dólares por kilo.

La oposición de las comunidades a los cultivos de uso ilícito y las actividades que los rodean ha causado que los actores armados, en especial las disidencias de las Farc, los tengan en su mira.

Sin embargo, los indígenas no han sido las únicas víctimas de la violencia en ese departamento, como lo demuestra la masacre ocurrida este jueves en el municipio de Corinto, en la que cuatro miembros de un equipo de topografía fueron asesinados, menos de 72 horas después de que fueran asesinados cinco miembros de la Guardia Indígena en Toribío.

En la región del norte del Cauca actúan tres estructuras residuales de las Farc, que abandonaron o nunca hicieron parte realmente del proceso de paz: la columna móvil ‘Jaime Martínez’, la columna móvil ‘Dagoberto Ramos’ y una red más pequeña llamada ‘Carlos Patiño’.

Se descarta, en cambio, la presencia de estructuras de carteles mexicanos, si bien el director seccional de Fiscalías del Cauca, Raúl González Flechas, ha confirmado a este medio que al departamento sí han llegado emisarios de México que van a negociar droga, verificar envíos o cumplir con los pagos por estos, que hacen, incluso, con armas de fabricación estadounidense.

La columna ‘Jaime Martínez’ es la que es comandada por Leyder Johany Noscué, alias Mayimbú, por quien se ofrecen hasta 1.000 millones de pesos por información que conduzca a su captura. Esta fue responsabilizada, entre otros hechos, de la masacre en la que asesinaron a la candidata a la alcaldía de Suárez Karina García, junto con cuatro personas más.

Esa estructura quedó del que fuera el frente Sexto de la antigua guerrilla de las Farc, y en ella participan indígenas nasa, como el mismo ‘Mayimbú’.

En el último cartel de los más buscados del Cauca, difundido por el ministro de Defensa, Guillermo Botero, aparecen otros dos hombres pertenecientes a esa disidencia: Iván Jacobo Idrobo Arredondo, alias Marlon, y Juan Diego Palta Moreno, alias Ñeque. La influencia de estos sería, sobre todo, en los municipios de Buenos Aires y Suárez.

En la segunda estructura, la ‘Dagoberto Ramos’, aparecen como cabecillas Fernando Israel Méndez, alias el Indio; Eduar Alejandro García, alias Javier, y Gerardo Ignacio Herrera Paví, alias Barbas. A ‘Barbas’ se le relaciona con la masacre de los miembros de la Guardia Indígena esta semana en Tacueyó, pues al parecer los indígenas los notaron merodeando a él, a ‘Javier’ y a otros conocido como ‘Chinga’ , por lo cual iban a retenerlos, con lo que recibieron la respuesta violenta de los disidentes.

Estas dos estructuras residuales, al parecer, actúan en alianza, según información de las autoridades.

Y, en tercer lugar, aparece como cabecilla de la red ‘Carlos Patiño’ un hombre apodado el ‘Mocho’. Este grupo sería el que mantendría relaciones con los carteles mexicanos de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y los Zetas en el negocio del narcotráfico.


Tomado del diario EL TIEMPO