No solo de pan vive el hombre (Relatos y reflexiones)

Foto: Marcel Proust con su pinta de dandy francés. Sólo vivió 51 años, entre 1871 y 1922.Cortesía

No solo de pan vive el hombre, sino también del arte y la literatura. ¿Cómo hacerle entender esto a los gobiernos del mundo que imponen la economía por encima de la cultura? Quizás podamos sobrevivir con pan, pero la vida auténtica es imposible sin todo lo sublime que dota de sentido la vida.

Por: Juan H. Ramirez

EL ESPECTADOR

Marcel Proust comprendió al final de su vida que lo único que otorgaba valor a su existencia era la literatura.  Un pueblo que cultiva el asombro y la sensibilidad tendrá sin duda los mejores ciudadanos. Me objetarán muchos: ¿cómo leer con el estómago vacío? ¿cómo cultivar la sensibilidad en una sociedad obnubilada por la máquina? Pero, justamente, esta difícil situación debiera ser el aguijón para diseñar políticas que promuevan y hagan llegar tanto alimento corporal como espiritual a todos los seres humanos. Las reflexiones a las que hemos llegado a partir de los que estamos viviendo, como el hecho de entender lo esencial de la vida, debieran llevar no solo a reconsiderar el tema, sino también, a llevarlo indudablemente a la práctica.

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¿Quién no ha cantado mientras se ducha o lava los platos? ¿O ha hecho del amor un despliegue de la creatividad? ¿qué sería de los enamorados sin esa capacidad creadora para innovar e incentivar nuevos horizontes? Las aves cantan, precisamente, para enseñarnos que sin la melodía son absurdos los amaneceres. ¿De qué vale el “barrer y trapear” sin una danza de por medio?  ¿el contar historias sin un poco de drama? No hay mérito alguno, porque no hay vida Digna sin el arte. Quizás el alimento corporal sirva para no desfallecer, pero nunca para dotar de sentido la existencia. ¿Acaso a los esclavos no se les daba también de comer?

De ahí que sean los artistas y seres de imaginación quienes hacen que se sobreviva a la crisis. Es cierto, sin las entidades solidarias y las empresas justas que se han puesto a la tarea de repartir y donar alimentos (y por supuesto, quienes contribuyen desde su posición) esta situación que estamos viviendo sería mucho más caótico. Pero sin la creatividad y los buenos libros que las librerías siguen llevando hasta la casa de los lectores, muchas personas no resistirían a la crisis.

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En el libro “La utilidad de lo inútil” Nuccio Ordine reflexiona acerca del papel que cumplen las humanidades en el mundo moderno y de su vital importancia en una sociedad de constante ajetreo y consumismo desaforado. Su principal denuncia radica precisamente ahí, en el imaginario colectivo de que todo se puede comprar y lo que no esté determinado por el dinero carece de importancia: “En el universo del utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte.” Dice.

En fin, por decirlo de otro modo, la vida sin los placeres inútiles no tendrías sentido y eso se traduce que sin el arte no sería posible vivir. Si esto no nos queda claro después de la pandemia, no resultó nada valioso de lo vivido.


Tomado del portal del diario EL TIEMPO