Olga Orozco, la poeta del surrealismo cotidiano

Foto: Olga Orozco / EL PAÍS (ES)

La escritora argentina, influenciada por la niñez, la muerte y la soledad, desarrolló un estilo casi mágico que la convirtió en un referente literario hispanoamericano del siglo XX

Por: Alberto López

EL PAÍS (ES)

Olga Orozco vivió desde niña, y casi sin saberlo, por y para la literatura. Estudió Magisterio pero nunca ejerció de maestra. Sin embargo, la influencia del paisaje de su niñez marcó su inspiración, sus anhelos y sus sueños, y supo volcar todo ese torrente de expresividad y emotividad en la escritura y, sobre todo, en la poesía.

Desde muy joven destacó con un estilo personal influenciado por el surrealismo, y en sus poemas supo reflejar lo cotidiano casi de una forma mágica. Con una personalidad arrolladora, se convirtió en una escritora infatigable que hasta llegó a utilizar ocho seudónimos a la vez según los textos que escribiera, desde crítica teatral a crónicas como periodista, pasando por el horóscopo en el diario argentino ‘Clarín’.

Olga Orozco es una de las poetas argentinas más importantes en Hispanoamérica a partir de la década de los años 40 del siglo pasado. Recibió en 1998 el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, una de las distinciones más importantes en lengua castellana, y es considerada la artífice de un gran proceso renovador en el estilo y en las formas en la poesía hispanoamericana durante la segunda década del siglo XX.

Olga Nilda Gugliotta Orozco nació en la pequeña localidad argentina de Toay, en el centro del país, tal día como hoy, 17 de marzo, hace cien año, en 1920. Hija de un siciliano y de una argentina, los paisajes de la inmensa pampa quedaron en su retina para siempre a pesar de que a los ocho años la familia se mudó a Bahía Blanca y en 1936 a Buenos Aires.

Olga Orozco se graduó en Magisterio, profesión que nunca ejerció, y más tarde se licenció en Filosofía y Letras. En aquellos años de estudios universitarios entró a formar parte del grupo literario surrealista ‘Tercera Vanguardia’. Desde los primeros momentos en que Olga decidió plasmar en papel lo que pasaba por su mente la influencia de los relatos de su abuela María Laureana se reflejaron en una poética en la que la infancia fue siempre un punto de partida.

Pero la joven aún aprendiz de poeta tuvo muchas más experiencias vitales que la fueron curtiendo en su vocación. De hecho, su vínculo con el tarot la llevó a escribir poemas como ‘Cartomancia’ o ‘Para destruir a la enemiga’ y a ritualizar cada gesto vinculado con el oficio de escribir, hasta el punto de confesar que acostumbraba a hacerlo con una piedra en cada mano: una de donde nació su padre, otra de la tierra de su madre y, más adelante, con una tercera que le había obsequiado un amigo de la infancia cuando se mudó de Toay a Bahía Blanca.

Siempre incansable, trabajó como periodista empleando hasta ocho seudónimos a la vez y hasta dirigió algunas publicaciones literarias. Colaboró en la revista ‘Canto’, que dirigía su primer esposo, el poeta Miguel Ángel Gómez, y que logró reunir a la que después se conoció como la Generación Literaria del 40. En esos años colaboró realizando comentarios sobre teatro clásico español y argentino en Radio Municipal; fue actriz teatral entre 1947 y 1954 y trabajó en Radio Splendid en la compañía de Nydia Reynal y Héctor Coire. En los años 60 también fue redactora en la revista ‘Claudia’ y elaboró el horóscopo del diario ‘Clarín’ entre los años 1968 y 1974.

Siempre reconoció que su producción literaria estuvo influenciada por autores de ámbitos tan distintos como san Juan de la Cruz, Rimbaud, Gérard de Nerval, Charles Baudelaire, Czeslaw Milosz y Rainer Maria Rilke, aunque por encima de todo destaca su capacidad poética.

La obra de Olga Orozco está llena de escenas mágicas en lo cotidiano, lo que le abrió nuevas posibilidades de lenguaje a través de símbolos, imágenes y percepciones. Sus temas son una exploración continua en busca de la verdad del mundo interior a través de la sensibilidad y de la reflexión. Su obra es un dialogo continuo con el más allá, con sus ausencias amadas, con la soledad y con niña que fue. Todo ello a través de una expresión personal y vital que derivó en el verso libre y el versículo con la utilización de figuras retóricas como el tropo y el oxímoron.

Con 18 volúmenes publicados, es considerada una figura fundamental en la poesía argentina e hispanoamericana de la década de 1940. Entre sus obras más destacadas figuran ‘Desde lejos’ (1946), ‘Las muertes’ (1952), ‘Los juegos peligrosos’ (1962), ‘Museo salvaje’ (1974), ‘Veintinueve poemas’ (1975), ‘Cantos a Berenice’ (1977), ‘Mutaciones de la realidad’ (1979), ‘La noche a la deriva (1984), ‘En el revés del cielo’ (1987) y ‘Con esta boca, en este mundo’ (1984). Asimismo, escribió dos libros de relatos autobiográficos, ‘La oscuridad es otro sol’ (1962) y ‘También la luz es un abismo’ (1995), y también una obra de teatro: ‘Y el humo de tu incendio está subiendo’ (1971).

El gran amor de Olga Orozco, a pesar de su primer matrimonio fallido con el poeta Miguel Ángel Gómez, fue el arquitecto Valerio Peluffo. Se casó con él en 1965 y estuvieron juntos 25 años hasta el fallecimiento de éste en 1990. La poeta argentina aún le sobrevivió nueve años, ya que falleció el 15 de agosto de 1999 en el sanatorio Anchorena, en Buenos Aires, a los 79 años de un fallo cardiaco.

El recuerdo de Olga Orozco, como el de su obra poética, sigue muy presentes, de manera especial en Argentina, donde en 1994 se abrió en su localidad natal de Toay la Casa Museo Olga Orozco. En ella se realizan actividades culturales en torno a su producción literaria y se puede consultar su amplia biblioteca.


Tomado del diario EL PAÍS (ES)