Olga Tokarczuc, la resistente

Foto: Olga Tokarczuk, premio Nobel de Literatura 2018, este jueves en Bielefeld, Alemania. En vídeo, las primeras declaraciones de la escritora tras conocer el fallo. FOTO: THILO SCHMUELGEN

La narradora polaca, poco traducida al español, se distingue por un compromiso que la ha enfrentado al Gobierno ultraconservador de su país

Por: Paula Chouza / Laura Fernández / Gdansk / Polonia-Barcelona

EL PAÍS (ES)

Escribir novelas, dice Olga Tokarczuk, es como contarse cuentos a uno mismo, como hacen los niños antes de dormir, utilizando el lenguaje que se encuentra en la frontera entre el sueño y la conciencia. A sus 57 años, la narradora polaca, a quien la noticia de que le había sido concedido el Nobel sorprendió de viaje por Alemania, cuenta con una nutrida y polimorfa obra a sus espaldas, y no elude el compromiso político.

Ecologista y feminista, Tokarczuk representa lo opuesto a los postulados del Gobierno polaco actual. El ultraconservador partido Ley y Justicia, que acaricia la reelección en las legislativas que se celebran en el país el próximo domingo, nunca ha visto con buenos ojos a esta autora abiertamente crítica. En sus primeras declaraciones desde la ciudad alemana de Bielefeld la comprometida escritora no esquivó el asunto político: “En Europa Central tenemos problemas con la democracia. Me gustaría decirles a mis amigos, gente en Polonia, que votemos de manera correcta por la democracia”. La escritora agradeció los miles de llamadas y felicitaciones recibidas y quiso destacar el reconocimiento que este año ha recibido Europa Central con los dos galardones. “Me alegro de que sigamos aguantando”, declaró en conversación telefónica al diario polaco Gazeta Wyborcza.

Poe y Gógol

En el plano literario, Tokarczuk ha admitido que Edgar Allan Poe tiene en parte la culpa de que acabara siendo escritora. Él y el claustrofóbico Nikolái Gógol, aunque siempre que cita a referentes no olvida mencionar al maestro del cuento Anton Chéjov y la narración brillantemente expansiva de Thomas Mann. Licenciada en Psicología, el primer bote salvavidas al que se subió, en tanto que futura creadora pero también como terapeuta profesional, fue el que le proporcionó su admirado Carl G. Jung, el famoso psiquiatra suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis. Trabajó Tokarczuk en un psiquiátrico. Cuando regresaba a casa por las noches, o en el cambio de turno, escribía.

Su primera novela la publicó en 1993 —El viaje de los hombres del Libro— y fue bendecida por la Asociación Polaca de Editores de Libros, que le otorgó su premio ese año. A principios de los 2000 pareció entregarse a la reconstrucción histórica y mitológica. De 2004 es su novela Ostatnie historie (Historias últimas) en la que narra la historia de Polonia y Ucrania a través de tres mujeres de una misma familia —abuela, madre e hija—, y de 2006 Anna Inn en los sepulcros del mundo, historia que rastrea la mitología sumeria. Luego llegaría Los errantes, la novela cuya traducción al inglés la convirtió el año pasado en la primera polaca en ganar el Man Booker Internacional y que ella describe como “un libro constelación, porque consta de muchos pequeños fragmentos que el lector tiene que recopilar”. La novela será publicada el 23 de octubre en español por Anagrama y está previsto que la escritora visite España en noviembre.

Activa literaria y políticamente, Tokarczuk codirige un festival literario, y es una superventas en su país. Está afiliada al Partido Verde y este octubre ha participado en las marchas por los derechos del colectivo homosexual en Breslavia, donde reside. La polémica en torno a su figura se acentuó cuando en 2015 recibió el Premio Nike por Libros de Jacob. “Nos hemos inventado la historia de una Polonia tolerante, de un país abierto que no tiene las manos manchadas de la sangre de sus minorías y, sin embargo, hicimos cosas terribles”, afirmó al recoger el máximo galardón de las letras polacas. Aquello le valió insultos y amenazas. Pero contrariamente a quienes la definen como “antipolaca”, ella se considera “patriota” y no ha flaqueado en sus posturas. Quizá por eso, aunque su Gobierno ayer la felicitó, varios medios de comunicación próximos al Ejecutivo criticaron que obtuviera la distinción. Hace unos días el ministro de Cultura afirmó que nunca había leído un libro entero de Tokarczuk, pero tras el anuncio del Nobel se comprometió en Twitter “a retomar las lecturas aparcadas” de Tokarczuk.


Tomado del portal del diario EL PAÍS (ES)