Patricio Pron: ¿qué es el amor en un mundo que ha cambiado?

Foto: Gabriel Pecot, / archivo

El rosarino ganó el Premio Alfaguara y en su novela inédita “Mañana tendremos otros nombres” explora las relaciones en tiempos de Tinder. Aquí, su voz. 

Por Carmen de Carlos – Madrid. Especial para Clarín.

Diario Clarín (Ar)

Cuando subió al estrado y dijo aquello de “no puedo respirar desde que me dieron la noticia” se aproximaba bastante a la verdad. Transcurrida más de media hora desde entonces, a Patricio Pron, de 43 años, parece que, por la emoción, todavía le falta el aire. En uno de los imponentes salones del Hotel Westin Palace de Madrid recibe a Clarín, desgrana Mañana tendremos otros nombres, su novela premiada por Alfaguara en la que advierte la evolución de la tecnología, de las relaciones personales, de las sexuales, de los cambios en el trabajo y de las mujeres y la política.

–El jurado Jorge Fernández Díaz, al hablar sobre su novela, destacó que en ella: “El amor es un enigma y un cadáver”. ¿Está de acuerdo?

–Sí, el concepto de amor o lo que llamamos amor, está sufriendo permanentemente cambios y estos, necesariamente, no son malos. Formamos parte de luchas culturales donde se está definiendo un nuevo contrato entre hombres y mujeres. No sólo en las relaciones amorosas sino en todos los ámbitos, incluido el del trabajo.

–En ese proceso –y en la novela– la tecnología desempeña un papel determinante…

–Así es, antes no se pensaba el amor en la forma que se hace hoy. Por un lado, tenemos la dependencia tecnológica de los que están en busca de pareja a través de aplicaciones que dependen de un algoritmo del que no sabemos nada y por otro, la sociedad establece unas relaciones que ya no se agotan en el binomio hombre y mujer. Hay parejas del mismo sexo, trans, de más de dos personas y funcionan… Este escenario se traduce también en la crianza de los niños. Ahora, va más allá de la existencia de un padre y una madre. Son avances pero tienen como contrapartida un periodo de zozobra o incertidumbre en el que no sabemos muy bien qué hacer. Es posible que los más jóvenes no tengan ese problema pero para los que no hemos nacido con esa revolución tecnológica, es un desafío.

– ¿Hay tantos personajes como modalidades de relaciones íntimas en la novela?

–A mí ya no me interesan las taxonomías de heterosexuales, homosexuales o cualquier otra variación. Esta no es una novela de amor sino de ideas acerca del amor. Por eso, quise prescindir de estereotipos. Hay un puñado de personajes, los principales forman una pareja que se rompe. En paralelo, conviven otros que, con distintas sexualidades, encarnan la gran pregunta de esta novela: ¿cuál es el final feliz de una historia de amor en un momento en que esa historia está cambiando aceleradamente?

– ¿Por qué los personajes no tienen nombre?

–Hablamos de una experiencia universal y al serlo, no hacía falta ponerles nombres. Habría recortado, obstaculizado que el lector se identificara con uno o con otro. Tal vez, hubiera sido más inteligente que ni siquiera tuvieran un pronombre personal, que fueran, A y A y correspondiera al lector inferir si ambos eran hombres, mujeres o lo que fuere…

–No es muy frecuente conocer a un hombre que se declara abiertamente feminista. ¿Le ha supuesto algún problema hacerlo?

–En ocasiones sí, ser un hombre feminista no es particularmente agradable para ciertas corrientes del feminismo.

– ¿En qué sentido?

–Los inconvenientes, a veces, provienen del ámbito mas recalcitrante pero otras, sorprendentemente, vienen del núcleo del feminismo que considera que sólo se puede ser feminista si se tiene una genitalidad determinada. Sería cínico por mi parte dejar de considerarme feminista porque mi genitalidad no se corresponde con la femenina.

–Dedicó el premio a Claudio López Lamadrid, el editor recientemente fallecido y el hombre que le animó a presentarse al Premio. Pero, también, a los periodistas mexicanos asesinados en el cumplimiento de su trabajo.

–En México encontramos una advertencia, un límite último a lo que sucede. Pero hay muchos periodistas jugándose la vida por informar en lugares como Venezuela, Colombia y en otras regiones. Al mismo tiempo, hay otros que están pagando con su puesto de trabajo su vocación de informar. Pensaba en todos ellos y particularmente en los de Argentina, en desempleo o con situaciones muy precarias. Esta dinámica se ha intensificado por la deriva política de la región. Para aquellos que trabajan está también dedicado este premio.

–Sobre la “deriva política”, ¿qué opinión tiene del gobierno argentino?

–Mi opinión es negativa, como la de cualquier argentino que tenga los ojos abiertos. Su insignificancia desde el punto de vista político e intelectual no admite siquiera una crítica. No es mi gobierno.

– ¿Cuál sería su gobierno ideal para Argentina?

–Desde luego no éste. Los malos ejemplos son muy buenos porque nos dan cuenta de un camino que no se debe recorrer.

–El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, abandonó ayer (por el martes) el Pen Internacional, por su posición de respaldo al separatismo catalán. ¿Cómo lo valora?

–Me parece una institución maravillosa con larguísima historia de lucha por los derechos individuales y de morigeración de los excesos cometidos contra la libertad de expresión en decenas de países. Por su trayectoria e importancia, mis simpatías están con el Pen Internacional, de cuya sección argentina yo soy miembro.

– ¿Está de acuerdo con el comunicados del Pen que repudia Vargas Llosa? (el Nobel, que lo presidió entre 1977 y 1980, lo acusó de levantar “mentiras y calumnias” contra “el régimen democrático de España”).

–Llega un momento en que las discusiones sobre los nacionalismos en España o en Latinoamérica, me traen sin cuidado. Viví veinte años en Alemania, pasé estancias largas en Italia, los Balcanes y el norte de África y llevo 18 en España. Conozco la experiencia de los nacionalismos, de derecha y de izquierda, y estoy vacunado contra todos. Les invito a leer lo que pensaba Marx sobre los nacionalismos, los consideraba una herramienta de opresión de la clase obrera. Dicho esto, mi tarea tiene más que ver con escribir libros que con apoyar o cuestionar la decisión de alguien que decide pertenecer a una institución o marcharse de ella.

Parte de la familia política de Patricio Pron es de Venezuela, un caso que analiza y sigue desde hace tiempo.

–Creo que todo lo que está sucediendo viene ocurriendo en los últimos cinco o seis años. La gran pregunta detrás de todo es si los venezolanos, realmente, están eligiendo o lo están haciendo por ellos.

– ¿Destaca algún beneficio, en particular, de las aplicaciones “del amor”?

–Ahora, en un momento en que se discute el consentimiento como una cuestión clave en la relación entre mujeres y hombres resulta interesante que, al menos, en esas aplicaciones, el consentimiento está dado de antemano. Creo que, en el futuro, tendrán más éxito. Las formas de relacionarse directas irán debilitándose dado la complejidad para meter en una misma habitación a dos personas.

– ¿Podría leerse la novela como una crítica a las parejas convencionales?

–No, no cuestiono el matrimonio pero tampoco estoy en contra de las uniones de más de una persona. No son mi modelo ideal…

– ¿Cuál es su formato ideal?

-–El que tengo, mi esposa y dos gatos.


Tomado del diario Clarín (Ar)