#PBC2019 “Acercarnos a las heridas del pueblo y reconocer nuestras faltas”

Foto: Vatican Media

“El abuso de menores por parte de los ministros ordenados ha causado heridas no solo a las víctimas, sino también a sus familias, al clero, a la Iglesia, a la sociedad en general, a los propios perpetradores y a los Obispos”. Es así como se dirigió a los presentes el cardenal Luis Antonio Tagle, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas y de Caritas Internationalis

Por: Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

Vatican News

Pero también es verdad, afirmó el purpurado, “lo admitimos con humildad y tristeza, que los obispos hemos infligido heridas a las víctimas y, de hecho, a todo el cuerpo de Cristo”. Sobre todo, han herido al pueblo por la falta de respuestas al sufrimiento de las víctimas, hasta el punto de rechazarlas y encubrir el escándalo para proteger a los autores y a la institución, dejando una profunda herida en como dijo el purpurado, en la relación con aquellos a quienes debían servir.

Palabras fuertes del cardenal Tagle, hablando del tema, e insiste a los presentes:  Las heridas requieren sanación. Y para sanar esas heridas, el cardenal Tagle dijo que es necesario recuperar y mantener una fe y una perspectiva eclesial que nos guíe, dijo, como ha insistido muchas veces el Papa Francisco. Retomando la palabra del Evangelio según San Juan sobre La aparición del Señor Resucitado a los discípulos y a Tomás, pidió el purpurado a los presentes mirar al Señor Resucitado y a aprender de Él, de sus discípulos y de su encuentro.

Las heridas requieren sanación

“Ver y tocar las heridas de Jesús es fundamental para el acto y la confesión de fe. Dejando claro que “aquellos que son enviados a proclamar el núcleo de nuestra fe cristiana, la muerte y la resurrección de Cristo, solo pueden hacerlo con autenticidad si están constantemente en contacto con las heridas de la humanidad. Esa es una de las marcas de nuestro ministerio”.

Pero ante la crisis provocada por el abuso de los niños el  mal manejo de estos crímenes. El purpurado recordó que el pueblo necesita que “nos acerquemos a sus heridas y reconozcamos nuestras faltas si queremos dar un testimonio auténtico y creíble de nuestra fe en la Resurrección. Esto significa que cada uno de nosotros, y nuestros hermanos y hermanas en nuestros lugares de origen, debemos asumir la responsabilidad personal de llevar la sanación a esta herida en el Cuerpo de Cristo y comprometernos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que los niños estén seguros en nuestras comunidades.”

“Si queremos ser agentes de sanación, dijo el purpurado, rechacemos cualquier tendencia que forme parte del pensamiento mundano que se niega a ver y tocar las heridas de los demás, que son las llagas de las personas heridas. Aquellos heridos por el abuso y el escándalo necesitan que seamos fuertes en la fe en este momento. El mundo necesita auténticos testigos de la resurrección de Jesús, de quienes se acercan a Sus heridas como primer acto de fe”.

Temor de afrontar nuestros fallos

El cardenal dijo que hay un gran temor hoy en día en los corazones de las personas y de hecho en nuestros propios corazones, que hace que la humanidad en nuestro tiempo evite tocar las heridas de nuestro mundo simplemente porque tenemos miedo de enfrentarnos a nuestra propia mortalidad, debilidad, pecaminosidad y vulnerabilidad.

Las heridas del Señor Resucitado recordaron a los discípulos la traición, su propia traición y el abandono de Jesús cuando salvaron sus propias vidas por miedo. Huyeron en el primer momento de peligro, temerosos del costo del discipulado, y en el caso de Pedro, aun negando que él conocía al Señor”. Pero, sobre todo, las heridas de Jesús también les recuerdan a los discípulos y a la Iglesia, que las heridas son a menudo infligidas por la ceguera de la ambición y el legalismo y el mal uso del poder que condenó a una persona inocente a morir como un criminal. Las heridas de Cristo resucitado llevan el recuerdo del sufrimiento inocente, pero también llevan el recuerdo de nuestra debilidad y pecaminosidad.

Acompañamiento continúo en solidaridad

Una vez que se hace justicia, ¿cómo ayudamos a las víctimas a sanarse de los efectos del abuso?  La justicia es necesaria, pero por sí sola no sana el corazón roto del ser humano. Las emociones profundas residen en el corazón que ha sido tan profundamente herido. También dijo el purpurado, debemos ser conscientes de que los sobrevivientes de las víctimas sufren un gran estrés, una mayor ansiedad y depresión, autoimagen más baja y conflictos interpersonales que surgen de la ruptura interior.  Y, trágicamente, todo esto ha llevado a algunos al suicidio.

“Por lo tanto, tenemos que mostrar la mayor ternura al caminar con las víctimas mientras llevan su dolor. Por encima de todo, nunca debería sugerírseles que simplemente lo dejen pasar, disculpen el abuso y sencillamente sigan adelante. No. Lejos de eso. Pero también sabemos que cuando las víctimas llegan a un momento de perdonar a otros que les han hecho daño, se produce una sanación más profunda y llegan a un lugar de paz.  Por lo tanto, lo que debemos hacer como líderes y como Iglesia es comprometernos a caminar continuamente en solidaridad con aquellos profundamente heridos por el abuso construyendo confianza, dando amor incondicional, y pidiendo repetidamente perdón en el pleno reconocimiento de que no merecemos ese perdón en el orden de la justicia, sino que solo podemos recibirlo cuando es otorgado como don y gracia en el proceso de sanación”.

Finalmente, el cardenal Tagle expresó su preocupación que en algunos casos los obispos y los superiores religiosos son tentados -quizás incluso a veces presionados- a elegir entre la víctima y el perpetrador.  “¿A quién se debe ayudar? Un enfoque en la justicia y el perdón nos muestra la respuesta: Nos centramos en ambos. En cuanto a las víctimas, tenemos que ayudarlas a expresar sus profundas heridas y a sanarlas. En cuanto a los perpetradores, necesitamos servir a la justicia, ayudarlos a enfrentar la verdad sin racionalización y, al mismo tiempo, no descuidar su mundo interior”.


Tomado del portal Vatican Media