Rosalía: flamenco para una nueva generación

Foto: nytimes.com

La Plaza de Colón es un sitio de importancia para quienes gustan del flamenco; en 1995 fue el punto de partida de la procesión funeraria de una de las artistas más celebradas del género, Lola Flores, y es donde se llevan a cabo los eventos más importantes de la ciudad para este género musical.

También aquí fue donde, a finales de octubre, Rosalía Vila Tobella, de 26 años, mostró su reinterpretación del reglamento informal del flamenco o, más bien, la propia versión que ha empezado a escribir.

Era una presentación al aire libre frente a un público de once mil personas para lanzar su álbum El mal querer. La cantante salió al escenario con zapatos deportivos y un leotardo rojo adornado con volantes, su propia versión de las faldas largas y los zapatos de tacón que se asocian con este estilo de música y baile de España.

La acompañaba un grupo de baile cuyos miembros después sacaron una cuatrimoto a la cual la cantante se subió durante una canción. El eco sintético del Auto-Tune, un programa informático que ajusta el tono de voz, se podía escuchar mientras cantaba un solo, como si la modernidad pixelara la tradición.

“En el flamenco hay todo”, dijo la cantante en una entrevista el día siguiente. “La espiritualidad, la lealtad, la humildad, el valor”. Es “verdadero y poderoso”, agregó. “Crecí inspirada por todas estas emociones, todos estos colores expresivos”.

A la versión del flamenco que interpreta Rosalía se le atribuye el mérito de renovar el género para una nueva generación. “Ella ha atraído a mucha gente joven al flamenco”, dijo en una entrevista telefónica la periodista Silvia Cruz Lapeña, quien escribió un libro sobre la historia de ese género musical. Enric Palau, director del festival de música Sónar, que se realiza en Barcelona, fue enfático: “Puede que sea la Rihanna del flamenco”.

Rosalía indicó que en su nuevo álbum se mezclan la tradición y la innovación de maneras nunca antes vistas para ese género musical. “Es música que está conectada con mis raíces, con mi cultura, pero también conectada con el resto del mundo”, explicó.

En sus videos musicales hay iconografía española remezclada: toreros que capotean motocicletas, penitentes de capirote en patineta, bailarines y escenas que hacen eco del arte de Goya. Musicalmente, mezcla los ritmos complejos del flamenco, sus chasquidos y cante intenso, con la estilización electrónica y capas de fragmentos de otra música agregados digitalmente (samples) con mucha actitud. El resultado es un sonido pop original que ha sido llamado “flamenco milénial”.

Fuera del mundo hispano ya se han abierto las puertas al pop en español en parte gracias al éxito del reguetón latinoamericano; aun así Rosalía es un caso anómalo: de las pocas artistas contemporáneas en España que ha causado impacto fuera del país y que ha cultivado una base de seguidores por su cuenta gracias a las redes sociales. Hasta agosto, cuando firmó un contrato con Sony, lo había hecho sin contar con el apoyo de una de las grandes disqueras globales.

El día en el que se lanzó El mal querer el álbum fue escuchado más de dos millones de veces en Spotify. Rosalía fue nominada a cinco premios del Grammy Latino, entregados el pasado 15 de noviembre en Las Vegas. De las cinco nominaciones la cantante obtuvo el Grammy Latino a la mejor fusión/interpretación urbana por “Malamente”.

El director Pedro Almodóvar, que incluyó a Rosalía en el elenco de su próxima película, Dolor y Gloria, junto a Penélope Cruz, indicó vía correo electrónico que la cantante de flamenco tenía “un carisma impresionante” y alabó su “versatilidad”.

“Rosalía es todo lo opuesto de una artista diseñada por la industria”, dijo. Ella es “auténtica y original” e incluso ahora que trabaja con Sony, aseguró Almodóvar, “ella es quien decide hasta el último detalle”.

“Hasta ahora, ha acertado en todo”, agregó.

Rosalía también mantiene un estilo sartorial particular; sus uñas están decoradas con joyas incrustadas y dijes. Un día después del lanzamiento de su material discográfico, entre ensayos para otra ceremonia de premios, llevaba pantalones deportivos verde azulados y una chaqueta de piloto de pana, con uñas largas y brillantes. Explicó que se las quita para tocar la guitarra, pero que la hacen sentir “poderosa” cuando actúa.

“Mis cantantes de flamenco favoritos no tratan de verse bonitos”, comentó la artista. “Tratan de que lo que hacen sea auténtico, mediante la forma en la que se expresan. Algunas veces no se ve la belleza, pero es hermoso”.

Descubrió el flamenco en la adolescencia mientras paseaba con sus amigos en Sant Esteve Sesrovires, la parte del área metropolitana de Barcelona donde creció. En ese entonces, dijo, el flamenco era “una cosa de la calle, no algo comercial”.

Sobre todo admiraba el trabajo de Camarón de la Isla, un músico de flamenco de la década de los setenta. Comenzó a tomar clases de baile a los 13 años.

Después, bajo la tutela de José Miguel Vizcaya, también conocido como el Chiqui, Rosalía se inscribió en la Escuela Superior de Música de Cataluña, que solo admite a un pupilo al año para estudiar flamenco. Se graduó en 2017, el mismo año que lanzó su primer EP, Los Ángeles. En esa grabación vocal con acompañamientos parcos de guitarra hablaba sobre la muerte, con una versión de la balada “I See a Darkness”, del cantante estadounidense de música folk Bonnie “Prince” Billy.

Rosalía dijo que en ese entonces sentía que nunca iba a estar a la altura de los grandes del flamenco. “Tuve que empujarme a mí misma para hacer algo original”, agregó.

A algunos puristas del flamenco no les emociona en absoluto el gusto de Rosalía por la experimentación. “El flamenco es un mundo donde las tradiciones se respetan mucho”, indicó Cruz Lapeña, la periodista. “Hay unos que quieren mantener al flamenco en el pasado. Tiene muchos códigos, algunos de los cuales son anticuados, y ella está rompiendo con todos ellos”.

No obstante, Rosalía mencionó que creía que la única forma de mantener el sonido del flamenco era “haciendo que cambie continuamente”. En El mal querer, un álbum conceptual sobre una relación que se vuelve tóxica, trabajó con el productor Pablo “el Guincho” Díaz-Reixa Díaz para incorporar sonidos de R&B, hip-hop y musicalizaciones electrónicas. Una canción incluso repite un coro de “Cry Me A River”, el éxito de 2002 de Justin Timberlake.

La fusión de influencias de Rosalía también ha dado lugar a un debate sobre la apropiación cultural. En España, el flamenco se asocia con el pueblo romaní de la región de Andalucía. Rosalía, del noreste, en Cataluña, ha sido acusada de apropiarse del estilo romaní y de fingir el acento andaluz.

Cruz Lapeña comentó que algunos miembros de la comunidad romaní en España percibían “una falta de respeto, debido a que la cantante solo toma la parte estética de la historia: los aretes, el cabello”.

“Ella tiene una plataforma para hablar de la dolorosa historia que es parte de la cultura y la música del flamenco”, agregó Cruz Lapeña, “pero no lo hace”.

El argumento de la artista es que no considera que el flamenco solo pertenezca a la cultura romaní, porque también proviene de otras fuentes. “La cultura judía, la cultura española, la cultura africana, la cultura gitana: esta mezcla hizo del flamenco lo que es”, dijo la cantante, quien agregó que, para ella, “esta música no tiene que ver con la raza ni con territorios”.

El pueblo romaní ha estado “muy vinculado” con el flamenco, explicó Rosalía, “pero el flamenco no es una sola cosa”.

De todos modos, añadió, prefiere no usar su tiempo para preocuparse por las críticas. El mal querer se ha ganado elogios en todo el mundo y ella ha llamado la atención de productores como Pharrell Williams, con quien ha estado trabajando.

Comentó que, aunque es atrevida con su música, no es una estrategia para perturbar a nadie; solo quiere llevar al flamenco hacia adelante.

“Sé que estoy tomando riesgos, pero no hay otra opción”, comentó. “Siempre me mantengo fiel a cómo entiendo la música, cómo quiero presentarme, cómo quiero entender mi trabajo. Así es como lo siento”.


Redacción Paz Estéreo. Con información de The New York Times (Es)