Samuel David, el hijo de la paz que no alcanzó a vivirla

Foto: Ilustración Elena Ospina

Los padres de Samuel David no vieron al pequeño cuerpo de su hijo entrar a la bóveda en el Cementerio de San José de Oriente, César. Él, que era la alegría de la familia y el símbolo de la nueva vida de su padre, fue arrancado de sus brazos de manera violenta.

Por: Olga Patricia Rendón

El Colombiano

La madre, Sandra Pushaina, de 19 años de edad, sigue en un hospital, mientras ayer el padre del niño no pudo contener el dolor y se retiró de la ceremonia antes de concluir.

Las balas a las que Carlos Enrique González, de 23 años, renunció hace poco más de dos años, volvieron a alcanzarlo. Él era conocido en los seis años que estuvo en las filas guerrilleras como “Gustavo”, y durante ese tiempo no alcanzó ningún mando. Se destacaba por ser un guerrillero obediente a quien no le gustaba resaltar entre los miembros del frente 41 de las Farc, que operaba entre Cesar y Venezuela, recuerda Abelardo Colorado, conocido como “Solis Almeida”, quien fue su comandante y hoy coordina el Espacio Territorial de Capacitación y Normalización de Tierra Grata (Cesar), donde viven.

La tragedia inició el sábado pasado cuando Carlos Enrique decidió visitar con su esposa, indígena wayúu como él, a la abuela que lo crió y de quien se despidió para irse a la guerra. Era la tercera vez que la veía desde que dejó las armas, en esta oportunidad iba a presentarle a su hijo de siete meses de edad, fruto de un amor joven, pues a Sandra la conoció cuando ya era un hombre de vida tranquila.

Ese día compartieron en familia y se fueron a dormir a eso de las 10 de la noche, cuando el intenso piqueteo de los moscos los obligó a irse a la cama. Pero a las dos de la mañana empezaron a sonar las balas. No supieron muy bien por dónde entraban, ni quiénes disparaban ni cuántos eran sus verdugos. Las experiencias traumáticas de la guerra volvieron a la mente del exguerrillero, y el miedo de morir allí y dejar solo a su hijo se apoderó de Sandra.

Todos quedaron heridos. De una vez supieron que por el primo de Carlos no había nada qué hacer, falleció antes de que cualquiera pudiera socorrerlo; Carlos recibió un disparo en el abdomen y otro en la pierna, a Sandra un tiro le dio en la pierna, partiendo en dos el hueso, y al niño, que gritaba de dolor, una bala le destrozó una pierna.

Los tres seguían vivos, resistían, pero nadie se atrevió a socorrerlos. Solo cuando aclaró el día, cerca de las 6 de la mañana del domingo, los vecinos de la ranchería Monte Lara, en límites con Venezuela, se atrevieron a entrar a la vivienda y llevarlos al hospital de Maicao, en La Guajira.

Samuel David llegó muerto. Cuatro horas fueron suficientes para desangrarse. Los dos adultos fueron atendidos y ahora están fuera de peligro.

Lo que no puede pasar

Cuando los guerrilleros llegaron a las zonas veredales, el 1° de febrero de 2016, lo hicieron con decenas de bebés y mujeres embarazadas. Se hablaba del “baby boom” de las Farc.

Llegada la paz ya no había nada de que temer, era la hora de conformar y agrandar las familias. Desde entonces, ya son un poco más de 800 bebés los que han nacido en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, y otros 258 vienen en camino.

“Con su corta vida Samuel nos deja reflexiones sobre las contradicciones de estos tiempos. Nacer como símbolo de esperanza de la construcción de paz, y morir asesinado para recordarnos que las condiciones de convivencia están distantes aun en medio de un orden social en plena decadencia”, dice un sentido comunicado del ETCR donde vivió el niño.

Aún no se ha podido precisar el motivo del ataque, la familia no estaba amenazada y no había ninguna razón para sospechar acerca de un atentado como este.

“Como sociedad, debemos proteger a los excombatientes y a sus hijos. Que la muerte de Samuel no haga perder la esperanza a tantos excombatientes que, cuando firmaron la paz, también hicieron su aporte al mundo trayendo un niño o una niña para educarlo en un país en paz”, expresó Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, que trabaja por los derechos de los niños y niñas en Colombia.

El Gobierno ya planea cómo proteger a estos menores, para ello, de acuerdo con Andrés Stapper, director de la Agencia para la Reintegración y la Normalización, se invertirán 3 millones de dólares de cooperación internacional en la contratación de un exmiembro de las Farc en cada espacio territorial para que se dedique a su cuidado y crear allí centros para la protección de los niños.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

DICEN DE…EL CUIDADO DE LOS MENORES DE EDAD

“El ICBF tomó medidas positivas para que hubiera servicios de guardería en los espacios territoriales de capacitación y reincorporación y su presencia en los espacios territoriales de los departamentos de Arauca, Cauca, La Guajira, Guaviare y Putumayo ha mejorado las condiciones de vida de los niños. No obstante, su repercusión sigue siendo limitada debido a la falta de iniciativas de medicina preventiva y actividades educativas, recreativas y culturales, así como programas e intervenciones de preparación para la vida que eviten la entrada en la violencia. Se requiere una respuesta integral para los más de 800 niños y niñas que viven en los espacios territoriales de capacitación y reincorporación”, dice el más reciente informe de la Misión de la ONU en Colombia.


Tomado del portal del diario El Colombiano