‘Siempre hay un miedo mayor que la realidad’: escritora Diamela Eltit

La intelectual chilena visitó el país y habló de literatura y de la situación de la región.

Por: Carlos Restrepo

EL TIEMPO

“Que siga el fervor en torno a la literatura es una forma de resistencia bastante interesante”, comenta la escritora chilena Diamela Eltit, considerada una de las intelectuales más relevantes del momento en la región.

Ella fue invitada esta semana a pronunciar el discurso principal durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de periodismo Simón Bolívar, en Bogotá.

EL TIEMPO conversó con ella sobre los desafíos que enfrenta el periodismo, la amenaza que puede tener la literatura frente a otras plataformas de distracción y la situación social de la región.

En estos momentos de cambio, el periodismo es una de las profesiones que se está replanteando. ¿Qué mirada tiene?

Tú sabes que siempre hay un miedo mayor que la realidad. Pero efectivamente en Chile, en donde tenemos dos periódicos, ha habido un gran despido de periodistas. También en la televisión porque la gente está escogiendo otros medios y básicamente se informan a través del celular. Eso ha puesto al periodismo en una situación incómoda, pienso yo, sobre todo a los jóvenes recién graduados, muy mal pagados y con muchos problemas de ubicación.

Y por otra parte, los medios electrónicos, que son muy valiosos, no tienen la sintonía necesaria para tener avisaje y poder pagar a sus periodistas. Entonces, ahí hay una especie de círculo vicioso negativo. Pero también, la gente necesita informarse y los periodistas son los indicados para cumplir esa función. Habría que ver cómo se reintegra todo. Creo que es un momento en donde efectivamente hay una desintegración, que no se puede negar, y habría que ver cómo se reintegran con sus saberes.

Y en esa misma línea, ¿qué tan amenazada está la literatura frente a otros soportes digitales de diversión?

Yo creo que efectivamente la literatura perdió su aura, más o menos, a partir de la segunda mitad del siglo XX, donde empieza un retroceso. Ahora, todo eso ha sido intensificado por otros instrumentos de otras ficciones.

Pero que son siempre ficciones más escolarizadas también, como los juegos que dividen entre buenos y malos. Pero lo literario también ha tenido una resistencia bastante notoria, pues contra todo esto, tampoco ha terminado. Se sigue haciendo literatura, también las editoriales pequeñas han cumplido una función. Entonces sigue este fervor en torno a la literatura, que yo veo como una forma de resistencia bastante interesante.

¿Qué lectura hace de lo que pasa en la región?

Mira, yo en realidad de Colombia no puedo hablar porque no conozco finamente la situación, pero en Chile sí hay un movimiento masivo, reivindicativo de derechos sociales que necesitan ser solucionados de manera urgente, como salud, educación, pensiones.

¿Será que estamos en una especie de cambio de era?

El caso chileno es un caso particular, porque el neoliberalismo, que es básicamente la Escuela de Chicago, propone que el sistema se regule a sí mismo. Es decir, la economía se regula sola y reniega de la participación del Estado. Y el primer lugar que lo implantan es en Chile.

Entonces somos nosotros el país de Latinoamérica que más sufrió los efectos del neoliberalismo. En ese sentido, lo que dicen las personas en Chile es que esta es una respuesta a 30 años y hasta 40 años de una opresión del mercado sobre los sujetos. Nosotros somos una especie de laboratorio del neoliberalismo y por eso la explosión ha sido muy fuerte.

En una charla anterior, usted nos contó que iba a pasar un gran tiempo antes de que se pudieran ver las fisuras del sistema. ¿Cree que ahora sí se están viendo?

Yo pienso que en Chile, en particular, efectivamente hay un punto crucial porque nunca había ocurrido en la historia de nuestro país un hecho de esta envergadura. Porque, si bien durante la dictadura hubo movilizaciones importantes, había un horizonte y una conducción.

En este momento, hay una falta de conducción política, entonces la ciudadanía está muy separada de las direcciones políticas de los diversos partidos, lo que torna más prolongada en el tiempo esta situación. Y por otra parte, el gobierno no ha dado las respuestas a lo que la ciudadanía está pidiendo que son las mejoras en los términos básicos.

En este contexto, ¿cómo ve lo que ocurre en las redes sociales?

Yo creo que toda esta inclusión de los sujetos en distintas redes es bien compleja, en el sentido de que es un espacio también de espionaje global. A través de las redes se puede manipular. En fin, no es algo inocente. Ahora, en las batallas sociales, efectivamente se da la transparencia, porque ahora todo es filmable con los celulares. Entonces, en cuestiones ineludibles que muchas veces por censuras no salían en las noticias, las redes ayudan a clarificar esa parte.

Es decir, el conjunto permite una visión mejor de lo que está pasando. Y por otro lado, hay personas que usan de una manera interesada las redes y ponen a circular fake news sin parar. Pero ese es el mundo en el cual estamos inmersos, por lo tanto tenemos que pensarlo y leer su funcionamiento más que estigmatizarlo porque no vale la pena. Más vale establecer analíticas de lo que está pasando.

En su novela ‘Sumar’, precisamente hay un personaje que simboliza los vendedores ambulantes, que podrían ser también los migrantes. ¿Cómo ve este proceso de migración que se vive en la región?

En realidad, el extranjero que pongo en mi novela es un colombiano, pues nosotros también tenemos una migración colombiana. Siempre la sociedad ha migrado y sobre eso se han construido culturas. En este momento lo lamentable son esas migraciones económicas porque no tienen ninguna respuesta social, lo que es dramático. Ojalá que cada país pudiera darle a sus ciudadanos las garantías que necesitan. Entre otras cosas, yo pienso que la gente puede migrar si quiere porque es un derecho legítimo. Ahora, migrar porque no tienes condiciones económicas es penoso.


Tomado del diario EL TIEMPO